Hospital fundado por el conquistador español Hernán Cortés persiste 500 años después en la capital de México
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En el bullicioso centro histórico de la Ciudad de México, el Hospital de Jesús ocupa casi toda una manzana, fundado hace 500 años por el conquistador español Hernán Cortés
CIUDAD DE MÉXICO- En el bullicioso centro histórico de la Ciudad de México, el Hospital de Jesús ocupa casi toda una manzana. Su fachada amarilla desgastada y discreta, característica de la arquitectura de mediados del siglo pasado, oculta el centro médico fundado hace 500 años por el conquistador español Hernán Cortés.
Al entrar entre zapaterías a pie de calle, los visitantes se encuentran el hospital en funcionamiento más antiguo de América. Los arcos de piedra conducen a amplios patiosllenos de una vegetación exuberante.
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El hospital fue fundado para tratar a los conquistadores españoles y más tarde se abrió a los indígenas locales para asegurar una fuerza laboral saludable. Hoy en día, ofrece atención de emergencia las 24 horas, así como acceso asequible a especialistas médicos para los residentes de lo que en el momento de su fundación era el centro del imperio azteca.
“Se siente la mexicanidad aquí”, dijo el doctor Pedro Álvarez Sánchez. “El Hospital de Jesús, a través de 500 años, nunca ha cerrado sus puertas”.
El 8 de noviembre de 1519, Cortés y sus soldados entraron en Tenochtitlán, el nombre azteca de la capital, y se encontraron con el emperador Moctezuma en un lugar conocido como Huitzilan, justo en frente del hospital actual.
Cortés había conquistado la ciudad para 1521, y para honrar ese primer encuentro, fundó el hospital en 1524.
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El encuentro entre Cortés y Moctezuma está representado en un mural de azulejos que cubre de arriba abajo uno de los patios centrales. El templo principal de Tenochtitlán, a solo unas manzanas del hospital, se ve en el fondo. La unión de dos soles representa el encuentro de las dos culturas.
Cortés está enterrado en una pequeña iglesia adyacente al hospital. Sus descendientes y los de Moctezuma se reunieron aquí en 2019 para conmemorar el aniversario de su encuentro.
Solo unos pocos hospitales en todo el mundo pueden presumir de esa longevidad. El Hospital de St. Bartholomew en Londres, fundado en 1123, y el Hospital Bellevue en la Ciudad de Nueva York, fundado en 1736, también siguen brindando servicios médicos completos.
Gran parte del hospital ha permanecido intacto gracias a un patronato fundado en el siglo XVI. A lo largo de los años, innumerables médicos han trabajado en silencio para conservar la misión del centro de ofrecer una atención asequible y para preservar las características arquitectónicas únicas del edificio.
“Tratamos de que este hospital siga teniendo una calidad y calidez en la atención médica a los pacientes”, afirmó el doctor Octaviano Rosalez Serafín, de 71 años, que preside el patronato del centro. “Lo que queremos es seguir esa tradición que ha tenido el hospital durante años”.
Celia Chávez Escamilla, de 56 años, llegó recientemente a primera hora al hospital para una cita con su dermatóloga. “Aquí nos atienden bien”, dijo. “Los costos son accesibles. Porque si va uno a otro lado, si están muy caros”. Su consulta costaba apenas 400 pesos, o menos de 20 dólares.
Escamilla estaba acompañada por su hija, Myriam Rafael Sánchez, de 26 años, quien estaba fascinada con el centro médico. “Yo lo he visto (el hospital) más en novelas y películas”, comentó emocionada. “Tenemos toda la historia de México a nuestro alrededor”.
El hospital no siempre ha estado abierto a toda la población, indicó Sandra Elena Guevara Flores, antropóloga especializada en medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Según Guevara, en un primer momento no atendía a la población indígena, sino únicamente a los españoles que habían llegado recientemente a América.
Sin embargo, a medida que las epidemias comenzaron a propagarse, el hospital se abrió a más pacientes. “Es una estrategia que tienen los gobernantes españoles en la nueva España de tratar a toda la población”, dijo Guevara afirmando que era una medida para evitar la muerte de los sirvientes y el sistema laboral.
Los primeros médicos españoles del centro solían utilizar hierbas nativas para curar a sus pacientes. “Se decía que se aplicaba la medicina galénica hipocrática (en el hospital), aunque realmente la medicina que había era una medicina indígena”, apuntó. “Ellos (los pueblos indígenas) compartían su conocimiento”.
La huella española puede verse en la arquitectura del hospital, indicó Hugo Antonio Arciniega Ávila, historiador y experto arqueológico de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El centro, como algunas otras estructuras coloniales en la Ciudad de México, está “encapsulado” dentro de un edificio más nuevo de la década de 1950.
Como los españoles levantaron estructuras de piedra bajas en terrenos grandes con enormes muros de piedra, quienes querían construir uno o dos siglos más tarde solían hacerlo sobre, alrededor o entre esas estructuras de la época colonial. A veces incorporaban los viejos muros de mampostería en el nuevo edificio, ya sea por razones de conservación o porque era más barato usarlos que derribarlos. Así que desde la calle, a menudo no hay indicios de que detrás de una fachada victoriana o funcionalista haya una estructura española parcialmente preservada dentro.
El hospital se construyó en forma de T, con dos grandes patios y una escalera diseñada por el arquitecto español Claudio de Arciniega en el siglo XVI. El diseño proporcionaba ventilación constante y luz natural a los pacientes. El arquitecto también incluyó una capilla en cada uno de los dos pisos originales.
“La arquitectura es lo fascinante de este hospital”, dijo Arciniega sobre la disposición intencionada de los espacios religiosos y el acceso al aire libre. “Curó el alma, curó el cuerpo, y es justo ese mismo pensamiento el que tenían los doctores”.
Para Álvarez, de 67 años y que ha trabajado en el hospital durante casi 50 años, además de fungir como tesorero del consejo de administración, el centro ha sido una constante en su vida. Comenzó a trabajar allí como asistente de laboratorio a los 18 años.
“Mucha gente me pregunta, ¿por qué sigues trabajando en el Hospital de Jesús?”, dijo. “Les digo que porque adoro el hospital”.
Por Mariana Martínez Barba, The Associated Press.