Las cinco fortalezas y cinco debilidades del primer año de Claudia Sheinbaum

A un año de haber asumido la Presidencia, Claudia Sheinbaum presenta un balance con claroscuros: avances relevantes en áreas como la seguridad y la relación con Estados Unidos, pero también retrocesos en materia democrática, económica y ambiental. Así lo revela un análisis de Integralia, que identifica cinco principales fortalezas y cinco debilidades de su gestión.

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LAS CINCO FORTALEZAS

Relación bilateral y compromiso con el T-MEC. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca colocó a México en un entorno complejo. Frente a ello, Sheinbaum optó por un manejo institucional, sin confrontaciones retóricas y con apertura al diálogo. La cooperación en migración, seguridad y comercio permitió mitigar riesgos, mientras que la interlocución con Canadá fortaleció la posición mexicana rumbo a la revisión del T-MEC. Marcelo Ebrard, al frente de Economía, jugó un papel clave en la contención de tensiones.

Estrategia de seguridad. A diferencia de su antecesor, la presidenta impulsó un viraje en la política de seguridad. La incorporación de Omar García Harfuch al gabinete y el fortalecimiento legal de la Guardia Nacional y la SSPC marcaron el inicio de una nueva etapa. Entre enero y agosto, los homicidios dolosos bajaron 18% y los robos totales 14%. Sin embargo, persisten dudas sobre la solidez de las cifras y la capacidad operativa de las instituciones.

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Estabilidad macroeconómica y diálogo con el sector privado. Sheinbaum apostó por reducir la polarización con la iniciativa privada y abrir nuevos esquemas de asociación público-privada. El “Plan México” contempla proyectos de infraestructura, energía y logística. Además, el ajuste fiscal permitió mantener la calificación crediticia del país, pese al costo social de recortar gasto en áreas sensibles.

Más y mejor planeación. La presidenta ha privilegiado la institucionalización y la planeación a largo plazo. Documentos como el Plan México buscan dar certidumbre al sector privado y evitar decisiones improvisadas. Aunque este cambio de estilo marca distancia con el sexenio anterior, su efectividad dependerá de la capacidad de ejecución y de los recursos disponibles.

Agenda de género. Sheinbaum colocó a las mujeres en el centro de su discurso y de sus políticas. Creó la Secretaría de las Mujeres, impulsó programas como la Pensión Mujeres Bienestar y la Beca Rita Cetina, y revirtió el cierre de estancias infantiles con los nuevos Centros de Educación y Cuidado Infantil. También lanzó apoyos dirigidos a mujeres indígenas y afromexicanas. No obstante, los recursos presupuestales aún resultan insuficientes para consolidar esta agenda.

DEBILIDADES QUE AFRONTA CLAUDIA

Revés democrático. El llamado “Plan C”, impulsado por su antecesor y respaldado por Sheinbaum, desmanteló buena parte de los contrapesos institucionales construidos en tres décadas: Poder Judicial, Cofece, IFT, CNH, CRE, INAI y otros órganos reguladores. El cierre de espacios de deliberación, junto con ataques a periodistas y oposición, evidencian un retroceso democrático.

Opacidad y débil combate a la corrupción. La desaparición del INAI y la creación de la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno restaron independencia a la fiscalización. A ello se suma la continuidad de decretos que blindan obras prioritarias bajo criterios ambiguos de seguridad nacional. Aunque han surgido denuncias de corrupción, principalmente heredadas, el gobierno ha tendido a minimizarlas.

Desempeño económico. El arranque del sexenio estuvo marcado por contracción del gasto público, caída de la inversión y debilidad en el consumo privado. Entre septiembre de 2024 y agosto de 2025 se perdieron más de 100 mil empleos formales. Aunque el sector exportador mostró resiliencia, la narrativa oficial atribuye la desaceleración a factores externos, cuando en realidad las reformas internas han generado mayor incertidumbre.

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Minimización de problemas y cifras dudosas. La presidenta ha replicado el estilo de su antecesor al ofrecer estadísticas que generan dudas y minimizar crisis. Mientras presume la reducción de homicidios, se ignoran aumentos en desapariciones y otros delitos contra la vida. Lo mismo ocurre con la corrupción interna, la crisis de Pemex, la precariedad del sistema de salud y el deterioro laboral.

Política ambiental debilitada. Aunque Sheinbaum prometió fortalecer la agenda climática, el presupuesto de la Semarnat disminuyó y las restricciones a la inversión privada en energías renovables frenan el avance hacia metas de transición energética. La expansión de hidrocarburos y la falta de regulación más estricta ponen en riesgo el cumplimiento de compromisos internacionales, además de repetir viejos errores en megaproyectos de infraestructura.

UN BALANCE CONTRASTANTE

El primer año de Claudia Sheinbaum muestra un gobierno que apuesta por la estabilidad macroeconómica, el fortalecimiento institucional en seguridad y la igualdad de género, pero que al mismo tiempo avanza en un proceso de concentración de poder y enfrenta un entorno económico adverso.

La aprobación presidencial se mantiene en 74%, pero el humor social ha caído: solo 40% de la población cree que el país va en la dirección correcta. En los próximos años, la mandataria enfrentará el reto de consolidar sus avances sin profundizar los retrocesos que hoy ponen en entredicho la democracia y la sustentabilidad de México.