Mujeres que elegimos hacer la nueva política: Ikram Antaki
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En su libro El Espíritu de Córdoba, la pensadora Ikram Antaki deslizó en la voz de uno de sus personajes la siguiente idea: "Las mujeres hacen la vida, mientras nosotros [los hombres] hacemos la obra. ¿Acaso no ha sido está la situación de la tierra desde que viven en ella los hombres y mujeres?"
Ikram, discurre, en la voz de uno de sus personajes sobre el papel de los hombres y las mujeres casi con una idea paralela a la que Milan Kundera pintó en "La Insoportable Levedad del Ser", donde la levedad es el hombre y la profundidad, la mujer.
A principios del siglo 21, ¿en México podemos creer todavía que los papeles siguen representándose? ¿No será posible, acaso, empoderarnos en la idea que la equidad es cada vez un hecho real que construimos día con día?
El 24 de diciembre de 1946, gracias a la reforma al artículo 115 constitucional, la mujer pudo votar en la renovación de los ayuntamientos y el 17 de octubre de 1953, este voto se extendió a todos los procesos electorales. Quien pueda acercarse a vislumbrar la intención que tuvieron los legisladores podrá advertir que el sentido no fue, ni con mucho, lograr la equidad de género, término desconocido entonces. Sin embargo, la conquista fue algo real, algo que consolidó a las mujeres como ciudadanas, con derechos y obligaciones como las que ejercían los hombres, sus iguales.
Durante más de 55 años, en la Cámara de Diputados se incrementó paulatinamente la presencia de las mujeres en 22.8% (desde la legislatura 42) y actualmente 117 legisladoras, más de la quinta parte de las curules, realizamos trabajos antes vedados a nosotras; en 30 años, en el Senado de la República creció el número de legisladoras en 11.2 %.
México cuenta actualmente con Institutos, federales y locales, dedicados exclusivamente a la atención de las mujeres y recientemente fueron aprobadas leyes que buscan eliminar la violencia en su vida.
Los avances de la mujer en tareas institucionales son más que evidentes, pero no suficientes porque hay temas que siguen presentes.
¿Cuáles son las tareas que debemos impulsar desde la Cámara de Diputados en favor de la mujer? Cuando se habla de la mujer y la falta de espacios en la tarea política es muy recurrente pensar que tenemos la obligación de participar y por ello hay que abrir más espacios sin detenernos a reflexionar que hay elementos básicos que abrirían esos caminos sin más. La mujer debe presentarse exigiendo equidad de género porque está preparada para las responsabilidades que ello implica y no solamente por su condición.
Debemos ser atentas y recordar que al lado de lo institucional, de lo que tiene representación hay quienes caminan buscando otros caminos y otros espacios, que la vida de la mujer no se reduce al trabajo político, hay un gran cúmulo de mujeres que hacen su vida sin menoscabo de lo que institucionalmente se haga o no. Ahí nuestro deber de prestar atención para convocar y asumir sus luchas.
La responsabilidad de la mujer es hacer propia su vida, hacerla propia porque los papeles culturales que nos han enseñado y heredado siempre implican que la mujer debe cubrir el papel que los otros le asignan.
La tarea política es uno de los grandes retos que tiene que enfrentar la mujer para hacerse de su propia vida, porque las mujeres son vistas no solamente con desconfianza, sino con amplia inseguridad en torno al papel que deben seguir.
Acostumbrada como está la historia política a ser escrita únicamente por hombres, no resulta fácil tomarle las riendas y apuntar en sus páginas las letras femeninas, y no me refiero solamente a la escritura, sino a la acción política, a la acción pública.
Y es la tarea política precisamente donde la mujer puede aportar muchos elementos al conjunto del sistema en que se vive y, también, un campo donde los estereotipos son más fuertes y más limitantes para el trabajo. No es nueva la posibilidad que tenemos para fortalecer el diálogo y los acuerdos, para escuchar a los otros -hemos escuchado durante mucho tiempo- y realizar, llevar a cabo lo que nos hemos propuesto. Es ahí donde el papel de la mujer resulta esencial para el México de hoy, papel que debe avocarse a consolidar las instituciones y leyes que abran el camino y demuestren que los argumentos y acciones definen a un político, a una política.
El proceso de transición política que continuamos sin concluir es un espacio ideal donde las fuerzas políticas definen actores e intereses, en esa definición de los actores se encuentra "la mujer" como un elemento en periodo de definición y de fortalecimiento.
En la primera mitad del siglo 20, Octavio Paz señaló que éramos contemporáneos de todos los hombres. Ahora, la mujer es contemporánea de todas las mujeres porque en ella conviven la escritora, el ama de casa, la trabajadora, la estudiante, y el sin fin de personalidades que asumimos todas de manera responsable.
Nuestro reto ahora es modificar el mismo paradigma con el que nos vemos y generar las políticas y leyes que acerquen a todas las mujeres a esa condición. Asumir plenamente nuestra vida y ser, por fin, dueñas de nuestra propia vida. No hay obstáculos, no hay brechas lentas y borrascosas que no podamos cruzar.
Estamos construyendo el nuevo modelo de Estado, el que la pluralidad mexicana nos obliga y ahí, ahí estamos más que nunca involucradas. Estamos construyendo nuevas formas de hacer política y de pensar la política. No es nada sencillo porque hay que vencer más reticencias. Pero esa tarea de conformar la nueva política, desde la izquierda, es el camino que asumimos y que fortalecemos día a día, es el camino que hemos elegido para apoderarnos de nuestra propia vida, de nuestro propio ser.