Confesor por la mañana, pederasta de noche

Nacional
/ 20 marzo 2017

Confesaba y brindaba asistencia sicológica a alumnas y alumnos. Les decía que necesitaban un apoyo, alguien en quien confiar y que él era esa persona. Les hablaba de los deberes religiosos y los conminaba a orar.

Una mujer coloca en el altar un papel con las peticiones para la oración universal. Es la misa del segundo domingo de Cuaresma en la parroquia de San Juan Bautista de la Salle, al poniente de la ciudad de León. El cura dirige la mirada a los asistentes y eleva súplicas a Dios:
Por los sacerdotes y seminaristas de nuestra Diócesis, para que vivan llenos del amor de Dios y de un profundo espíritu de servicio hacia los hermanos… por las necesidades del sacerdote Jorge Raúl Villegas Chávez. Oremos. “¡Te rogamos Señor!”, claman los feligreses, sentados en bancas semicirculares y escalonadas, por quien fue su cura durante ocho años, de 2004-2012.

A muchos no les importa que el prelado esté acusado de pederastia y abusos sexuales en contra de cinco menores, ni que haya abusado de la confianza que como confesor le tenían.

“Aquí nunca se le supo nada”, dice tajante la encargada de distribuir los misales en el acceso al templo. Recuerda al padre Raúl como una buena persona, serio, atento, que daba sus misas con mensajes “muy bonitos” a la comunidad. En el grupo encargado de las labores en el templo afirman que “las tentaciones del diablo” lo perjudicaron. En sus oraciones piden por él.

A un lado de esa parroquia está la casa que por ese tiempo habitó el padre, en la colonia Piletas, cuarta sección. Su voz aún se escucha en la grabación de la línea de la parroquia, en la que da cuenta de los horarios de oficina.

Ignoran o no quisieron ver su doble vida, porque el padre Jorge Raúl Villegas Chávez, sin desprenderse de la sotana, alternaba su ministerio con una relación amorosa con una mujer con la que procreó una hija que hoy tiene 12 años, motivo por el que fue separado de su ministerio y enviado a una casa de retiro en Tlaquepaque, Jalisco, en septiembre de 2012, en la que se le brindó acompañamiento y apoyo sicológico.

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De ahí salió para convertirse en un agresor sexual, ya no sólo traicionó sus votos de celibato como hizo en León, sino que actuó como un depredador sexual que iba acumulando víctimas, en Irapuato, amparado en el poder que le daba estar rodeado de una sociedad en extremo católica y obediente, y el secreto de confesión con el que manipulaba a sus víctimas.

Irapuato es la segunda ciudad con más católicos en el estado: 92.1% de su población profesa esta religión, según datos de 2010 del Inegi. Sólo es superada por León, que registra 93.9%.

Un cura de alto rango

El padre Jorge Raúl Villegas se desenvolvía en la más alta jerarquía de Guanajuato. Como vocero de la Arquidiócesis de León, tenía trato con los periodistas y daba entrevistas en radio y televisión. Fue vocero del arzobispo José Guadalupe Martín Rábago durante ocho años; incluso, éste lo comisionó para preparar la visita del Papa Benedicto XVI en marzo de 2012. En las giras del nuncio Christopher Pierre se encargaba de su agenda con la prensa.

Tuvo como compañero al gobernador Miguel Márquez Márquez en el Seminario Conciliar de León; en materias comunes coincidió con el presbítero Roberto Muñoz, actual vocero de la Arquidiócesis de León.

Sus conflictos legales comenzaron en 2012, cuando le llegó una demanda por incumplimiento de pago por un crédito hipotecario, en el expediente 919/2012. Tras perder, le fue embargado y rematado un inmueble. En febrero de 2013 le llegó otra, ahora por el reconocimiento de paternidad y pensión alimenticia que promovió en su contra la mujer con la que tuvo una vida conyugal y procreó una niña.

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Villegas Chávez se incorporó al gobierno eclesiástico con la llegada del obispo José Guadalupe Martín Rábago a la Diócesis de León (1995) y colaboró en tareas para el semanario “Gaudium”, así como en la vocería clerical.

En ese tiempo el sacerdote compaginaba su responsabilidad de portavoz del clero con su misión de párroco en el templo de San Juan Bautista de la Salle, mientras sostenía su relación amorosa con la joven.

“En las tardes llegaba en una camioneta por una mujer y una niña a un establecimiento ubicado en la avenida Miguel Alemán, en la zona centro de León”, comenta un comerciante del mercado Aldama.

Su posición le abrió espacios en medios televisivos y de radio con programas patrocinados y colaboraciones, con una constante proyección pública; estableció cercanía con los presidentes municipales de León, Silao y Guanajuato, y con los periodistas llevaba una relación amigable. “Era atento, respondía a cualquier hora, cortés, no rehuía a los temas”, recuerda el coordinador de un noticiario radiofónico.

Durante una década estuvo cada semana al lado del arzobispo José Guadalupe Martín Rábago en la rueda de prensa dominical, incluso cuando éste ocupó la presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano. Así transcurrió hasta el año 2012, cuando Martín Rábago fue enterado por una joven que el sacerdote Raúl era padre de una niña de siete años.

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Vino entonces su extraña y repentina desaparición de la escena pública. Fue separado como vocero, a escasos meses de que había sido un personaje protagónico en los preparativos de la visita del Papa Benedicto XVI a León e incluso después de que había viajado a Roma como consecuencia de la gira del Pontífice. En septiembre de 2012, el arzobispo Martín Rábago anunció que Villegas Chávez dejaba de ser vocero de la Arquidiócesis, bajo el argumento de que participaba en un “curso especial” fuera de la ciudad.

Un sacerdote comentó que el arzobispo estaba molesto y lo había cesado al enterarse de que había fallado en su ministerio. Fue entonces que se internó en la Casa Alberione, de Tlaquepaque, a donde se canalizaba a sacerdotes por “conductas impropias” para brindarles apoyo emocional. La suspensión tenía el propósito de que reflexionara sobre su vocación. “Tenía que tomar una decisión y no llevar una doble vida”, comentó un cura cercano a la Arquidiócesis.

A los feligreses del templo de San Juan Bautista de la Salle tampoco se les contó la verdad. Ellos recibieron con tristeza la partida de su párroco que, se les dijo, estaría comisionado en Guadalajara. Se cooperaron para organizarle una fiesta de despedida y hasta mariachis le llevaron. Karina Veloz, una vecina de la zona, recuerda que el padre se despidió y dijo que si Dios quería, “estaría de vuelta”.

En 2014 se hizo público su juicio de paternidad. La Arquidiócesis de León tuvo que salir a decir que el presbítero Jorge Raúl Villegas Chávez se encontraba “separado” de su ministerio por esa causa. “Fue apartado del ejercicio sacerdotal debido al proceso que enfrenta en los tribunales correspondientes a nivel eclesiástico”, anunció en un comunicado la Arquidiócesis, dirigida por el arzobispo Alfonso Cortés.

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Tres personalidades

Ya no se volvió a saber de él hasta el 13 de febrero de este año, cuando policías ministeriales del estado lo detuvieron en la casa pastoral del templo del Espíritu Santo. Inmueble ubicado en la colonia Moderna, en la ciudad de Irapuato, a espaldas del plantel educativo en donde, se dice, abusó de al menos cinco menores.

Entonces quedó al descubierto: pese a que estaba inhabilitado, Jorge Raúl Villegas Chávez, en la ciudad de León, en 2016 volvió a oficiar misa en el templo de San Cayetano Confesor, de la Diócesis de Irapuato, en donde se dio a conocer como “el padre Jorge”.
“Sólo daba la misa de siete de la mañana”, cuenta una mujer de piel clara que tiene su domicilio frente a la parroquia ubicada en la calle Primo Verdad, del Barrio de San Cayetano, a unas cuantas cuadras de la colonia Moderna.

Retomar su actividad sacerdotal lo acercó a la congregación Hermanas de las Pobres Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, quienes le abrieron las puertas del Colegio Atenas, clasificado como uno de los más exclusivos de Irapuato.

La directora de la escuela, Carmen Carbajal Méndez, reveló a la activista Norma Nolasco, representante legal del Grupo Unido de Madres Solteras AC (Gumsac), haber conocido al “padre Jorge” en el templo de San Cayetano cuando oficiaba misa; lo encontró agradable y carismático, por lo que le ofreció trabajo en la institución.

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El “padre Jorge” ingresó al colegio de religiosas en agosto pasado sin cartas de recomendación. Las oficinas de la dirección del plantel lo designó como confesionario personal.

Confesaba y brindaba asistencia sicológica a alumnas y alumnos. Les decía que necesitaban un apoyo, alguien en quien confiar y que él era esa persona. Les hablaba de los deberes religiosos y los conminaba a orar.

“A las 12:00 del día, cuando se canta el Ave María, el padre Jorge llegaba al salón, sacaba a una alumna para llevarla a la dirección del colegio, ahí pedía que le recitara el Angelus que había dejado como tarea”, describe la madre de una estudiante de secundaria.

El rezo terminaba en toqueteos y otras cuestiones sexuales, incluso como penitencia para las niñas. A la primera víctima, una alumna de 14 años, la confesaba los días viernes y bajo secreto de confesión la violaba; los lunes le daba terapias como su sicólogo. Así fue por tres meses, según consta en la denuncia del 10 de febrero formulada en su contra en la Agencia del Ministerio Público del Centro de Justicia para Mujeres en Irapuato.

De la segunda víctima abusó mediante tocamientos en su cuerpo a través de una tarea que le dejó. Todo fue en secreto de confesión.

El sacerdote usaba frases religiosas para aprovecharse de los estudiantes. Todos los abusos que cometió los hizo en el nombre de Dios, acusan activistas. “Se subía la sotana y se bajaba el pantalón”, señala Norma Nolasco.

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Experto en fraudes.

El abogado Roberto Saucedo, quien representó a la madre de la hija del sacerdote en el juicio de reconocimiento de paternidad y pensión alimenticia, dice haber sido sorprendido por el religioso, quien durante el juicio civil se presentó como el “padre Joaquín Hernández”, en calidad de intermediario del “padre Raúl”.

Este encuentro se llevó a cabo el 23 de mayo de 2014 en la sede del Seminario de la Natividad de María, ubicado en la calle Madero, en León, cuando se creía que el padre Raúl seguía en la casa de retiro de Jalisco.

Fue hasta que en una audiencia en un juzgado de León se dio cuenta de que el “padre Raúl” y el “padre Joaquín” eran la misma persona. “Es un sujeto muy inteligente, muy sagaz”, dice el litigante.

Un día después de la detención del religioso, en un comunicado del 14 de febrero de 2017, la Arquidiócesis de León reveló que el presbítero Jorge Raúl Villegas Chávez había quedado inhabilitado desde septiembre de 2012 para ejercer cualquier función ministerial en la Iglesia y negó que hubiera sido removido a Irapuato. “El sacerdote se fue a vivir con su familia a Irapuato, de donde es originario”, dijo.

“Si él ejerció ministerio alguno, como el de la dirección espiritual y de la administración del sacramento de la confesión, infringió la ley eclesiástica”, se deslindó la Arquidiócesis. Lo mismo hizo el obispo irapuatense Jesús Martínez Zepeda, porque Villegas, dijo, “no tenía autorización” para ejercer ministerio en su Diócesis.

Cadena de delitos

En la Procuraduría General de Justicia del Estado existen en su contra cinco denuncias por los delitos de violación calificada, corrupción de menores y abusos sexuales, en los que las víctimas son menores, hombres y mujeres, y otra más en la Procuraduría General de la República (PGR) por el delito de pederastia.

A las víctimas, un niño de 10 años, tres niñas de 14 y 15 años, y un adolescente de 16, les brindaba la confesión, asistencia psicológica y fungía como su guía espiritual.

En los testimonios, los agraviados coinciden en que para lograr sus propósitos el “padre Jorge” recurrió a la presión sicológica. Como penitencia, los menores tenían que acceder a sus caprichos sexuales. De guía espiritual se convertía en agresor sexual.

Villegas Chávez se encuentra vinculado a proceso penal en el Cereso de Irapuato, municipio en el que vivió su infancia, al lado de su familia. “Nadie imaginaría que tras el rostro de un sacerdote amable, cordial, ameno, que inspiraba confianza como vocero del Arzobispado de León, podría estar oculto un pederasta”, dice Norma Nolasco, activista a quien se acercaron las madres de cinco estudiantes que fueron abusadas por el cura. “Todos los abusos que cometió los hizo en el nombre de Dios”, dice.

Su inclinación era hacia niños y niñas, en quienes operaba con el mismo método y haciendo valer su autoridad sacerdotal, coincide la abogada Dalia Ramírez, asesora jurídica de las víctimas.

EL UNIVERSAL acudió al Colegio Atenas en dos ocasiones y buscó a la directora para conocer su versión, pero ésta se negó a dar entrevista.

No es el único

Jorge Raúl Villegas Chávez es el segundo sacerdote guanajuatense acusado de cometer ilícitos sexuales en contra de menores en los últimos 13 años. El padre José Luis de Maria y Campos López estuvo preso cuatro años por abusos sexuales en contra de tres monaguillos de la cuasiparroquia María Auxiliadora, de la que era titular, en la colonia Santa María de Cementos, al sur de la ciudad de León. En 2009 salió libre.

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