Desde Zihuatanejo, proyecto de colaboración México-Japón busca disminuir el riesgo por terremotos y tsunamis
En los primeros meses de 2018, con la red sismo-geodésica instalada en mar y tierra, se colectarán los primeros datos en la brecha sísmica de Guerrero
El 10 de noviembre un equipo conformado por expertos mexicanos y japoneses zarpará en el buque oceanográfico “El Puma” para colocar los instrumentos que permitirán realizar monitoreos, los cuales forman parte de una investigación que integra varias novedades científico tecnológicas.
A dos años de haberse iniciado la colaboración científica entre México y Japón en la que se busca reducir el riesgo por terremoto y tsunami en la brecha sísmica de Guerrero —localizada entre la localidad de Papanoa y Acapulco— a través del proyecto “Evaluación del peligro asociado a grandes terremotos y tsunamis en la costa del Pacífico mexicano para la mitigación de desastres”, Víctor M. Cruz Atienza, responsable de la iniciativa en México, comentó los principales avances en entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias.
“El lugar piloto donde se llevan a cabo todos los eslabones del proyecto es Zihuatanejo, municipio en donde se han realizado esfuerzos muy importantes con la comunidad, en las escuelas, con las autoridades de Protección Civil. La idea es extender el trabajo a otras comunidades como Acapulco”, dijo el especialista en física de sismos.
Con el apoyo del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) —integrante de la colaboración internacional— un equipo de japoneses ha visitado el sitio, sobre todo los especialistas dedicados a atender la mitigación del riesgo. Ahí han adquirido información en cuanto al catastro de la ciudad, la distribución de las construcciones, el tipo de uso que se les da y su distribución geográfica.
Dicha información les servirá para elaborar un mapa tridimensional de la ciudad que permitirá simular una eventual inundación por tsunami y la evacuación de su población con el fin de identificar estrategias eficaces de protección civil, las alturas que alcanzarían las olas en la bahía y la distribución de una inundación en la ciudad.
El equipo japonés-mexicano ha visitado también colegios para realizar simulacros instrumentados e intercambiar puntos de vista con profesores, autoridades municipales y Protección Civil con el fin de generar material didáctico y educativo para la población.
La prioridad antes de concluir el año, indicó el investigador del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es terminar de instalar la red de observación sismo-geodésica anfibia (que se encuentra en mar y tierra), ya que a principios de enero comenzará el siguiente sismo lento en Guerrero, un tipo de terremotos que no emiten ondas sísmicas, duran más o menos ocho meses cada uno y se repiten cada cuatro años.
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Estos sismos lentos tienen implicaciones importantes en la ocurrencia de terremotos potencialmente destructivos, por lo que su estudio es crítico para estimar el peligro sísmico. No es una certeza que vaya a comenzar ese mes pero existen razones sólidas para suponerlo, comentó Cruz Atieza
Por ese motivo, el 10 de noviembre zarpará el buque oceanográfico “El Puma” de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para instalar todos los instrumentos submarinos y hacer las mediciones iniciales de GPS acústicas, nuevas en su tipo en México, y entre las primeras a nivel mundial.
Para llevar a cabo los trabajos vendrán expertos de Japón quienes se sumarán al grupo de mexicanos, informó el doctor por la Universidad de Niza Sophia-Antipolis. La expedición concluirá el 23 de noviembre. Así, se espera que en los primeros meses de 2018 se tengan los primeros datos colectados de esta gran red de observación.
Instrumentación
La red de observación sismo-geodésica será útil para medir la deformación de la corteza continental por la subducción de la placas de Cocos por debajo de la de Norteamérica y sus propiedades, captar señales sísmicas de muy baja amplitud, entender la física de los procesos de deformación, y para resolver otras preguntas e inquietudes que contribuirán a cuantificar el potencial sísmico de la brecha sísmica, el peligro asociado al movimiento fuerte del suelo y a un eventual tsunami a través de simulaciones computacionales altamente sofisticadas.
La red completa tendrá más de 30 estaciones sismológicas y 45 geodésicas en la brecha sísmica de Guerrero, en tierra y mar. Las estaciones geodésicas consistirán en GPS, GPS acústicos y sensores de presión hidrostática que permitirán medir deformaciones lentas en la corteza. Un Wave Glider equipado con tecnología de frontera permitirá hacer las mediciones de GPS acústico, y será el segundo dispositivo de esta naturaleza en el mundo, refirió el investigador.
“Es un desafío enorme a nivel mundial porque no hay experiencia previa con este dispositivo. Para ello estamos colaborando con la Universidad de Singapur, con una empresa inglesa y otras dos estadounidenses para integrar todos los instrumentos que irán en el Wave Glider, un equipo autónomo, que contendrá dos antenas GPS, un giroscopio óptico, una unidad de control y un transductor, entre otros”.
El equipo se impulsará con el oleaje y permanecerá en un mismo lugar por encima de las estaciones ancladas en el fondo del mar, emitiendo señales acústicas y recibiendo las señales acústicas del fondo marino.
Entre las labores a realizar está la colocación de sismómetros de fondo oceánico y sensores de presión hidrostática que van anclados al fondo del mar (hasta 5000 metros de profundidad) para observar deformaciones verticales de la corteza continental producidas por el movimiento de las placas, y también instrumentos que permitirán medir la deformación vertical del lecho marino, “ha sido compleja la logística porque es una red de observación sismo-geodésica muy diversa”, destacó Víctor M. Cruz.
Taller de trabajo en Japón
Del 26 al 28 de julio de 2017 en Nara, Japón, se llevó a cabo un taller de trabajo con la asistencia de 26 científicos mexicanos y 30 de aquel país en el que se presentaron los avances y perspectivas del proyecto que cuenta con el apoyo del consorcio japonés Alianza para la Investigación en Ciencia y Tecnología para el Desarrollo Sostenible (SATREPS, sus siglas en inglés), la UNAM, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el CENAPRED y otras agencias japonesas, como la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JAICA, sus siglas en inglés) y la Agencia de Ciencia y Tecnología de Japón (JST, siglas en inglés).
Durante los tres días de trabajo hubo discusiones y se formaron mesas de trabajo entre los grupos A, B y C en que está estructurado el proyecto. El grupo A tiene la tarea de instalar y explotar los equipos que conforman la red sismo-geodésica, el grupo B construirá modelos tridimensionales de terremotos y tsunamis para la estimación del peligro a partir de las observaciones, y el grupo C integrará toda la información científica generada para hacer mapas de riesgo, estrategias de comunicación en materia de prevención, generación de materiales didácticos y educativos para reducir la vulnerabilidad en la población guerrerense.
“Fue una discusión muy rica, vasta, muy bien organizada de tres días intensos donde se expusieron los adelantos en cada uno de los tres grupos de trabajo”, explicó.
De acuerdo con el programa, hubo presentaciones orales de 20 minutos en las que cada investigador explicó los avances en sus trabajos, así como de sus carteles, y el último día, en la sesión de trabajo, se discutió el plan de acción para los próximos tres años. El proyecto es coliderado con Yoshihiro Ito, profesor de la Universidad de Kyoto.