Eslovena halla el amor con chamán mexicano

Nacional
/ 14 febrero 2018

¿Quién le hizo la chamanería al otro?, se preguntan Urska, originaria de Eslovenia, y Francisco Barnett, de la etnia Seri, a quienes la espiritualidad los ayudó a unir sus vidas

Una visión cósmica la trajo a tierras extrañas hace 18 años, la eslovena Urska Sefic emprendió un largo viaje en búsqueda de la verdad, la espiritualidad y el ser interno. Y también encontró el amor junto a un chamán seri, en la nación Comcaác de Punta Chueca, una comunidad indígena de Hermosillo.

Úrsula, como le dicen los seris, nació en 1972, en Liubliana, la capital de Eslovenia, país de Europa Central. Vendió todas sus pertenencias para irse recorrer varios países de Europa y en el año 2000 decidió viajar a México, convencida de que ahí se encontraría a sí misma.

Un día soñó a Francisco Barnett Astorga saliendo de un temazcal y 15 días después lo conoció en persona, era el máximo chaman seri y quien meses después se convirtió en su suegro.

Involucrada en un grupo de danza africana, un día le cancelaron una presentación en Nayarit. El grupo de más de 20 tamboreos y bailarinas siguió a Hermosillo; ella mantenía su interés por conocer a los yaquis.

 

Acamparon en Bahía de Kino, a 28 kilometros de Punta Chueca, con el fin de conocer el valle del yaqui, pero les robaron sus pertenencias. Ahí llegó Francisco Barnett, amante de la bohemia, y les dio posada a todos en su casa. El flechazo fue inmediato.

Él le pidió que se quedara en Punta Chueca. Ella se fue con la promesa de volver en tres meses y quedarse para siempre, si lograba dejar esa vida de desenfreno: los dos cumplieron. Urska regresó y empezaron una vida juntos.

Úrsula se siente feliz. Sus dos hermanas y sus padres la visitaron en su hogar, en el corazón de Punta Chueca, frente a Isla del Tiburón. Su esposo es el heredero de todos los conocimientos de su padre, el chamán seri que ganó en 2017 el Premio Nacional de Artes, quien mediante las vibraciones de sus alabanzas armoniza el nivel emocional, psíquico, mental y espiritual de las personas.

Úrsula y Francisco entrelazan sus manos de contrastantes, piel blanco y muy oscura; cruzan miradas. Entre risas se acusan de ser víctima del otro, de su hechizo de amor. Pasan sus días felices con atardeceres mágicos. Comparten sus conocimientos y se dedican a sanar a todas las personas que los buscan. La madre de la eslovena de corazón seri un día le dijo: “Ya sabía que un día ibas a terminar así, en una aldea indígena, entre la nada”.

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