'Narcomoda'... traficantes fabrican playeras y gorras con el logo de sus cárteles
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Playeras, gorras y otros distintivos dan sentido de pertenencia a bandas criminales y demuestran lealtades
Hace 20 años era impensable para narcotraficantes vestirse con distintivos, pues los hacía reconocibles para las autoridades, pero las cosas cambiaron.
Recientemente, los narcomenudistas de CDMX imitan a algunos cárteles y se fabrican playeras, gorras y graban sus armas con símbolos de su organización, lo cual terminó por facilitar su identificación.
Lo hicieron primero el Cártel del Golfo y los Zetas, al poner las iniciales del cártel -CDG- en chalecos antibalas y gorras; luego los Zetas, al diseñar un símbolo con el territorio de Tamaulipas a la izquierda, la letra Z a la derecha y abajo la imagen del territorio de México.
De igual manera ocurrió con Los Antrax, en su momento brazo armado del Cártel de Sinaloa, que personalizaba hasta joyería y las culatas de sus armas.
En CDMX, el Cártel de Tláhuac imitó esta moda. Algunos de sus integrantes, como "El Ramoncito", asesinado en octubre de 2017, portaban playeras negras con las letras Cártel F.P -Felipe Pérez- a la altura del pecho y "Ramoncito" en blanco.
Bordaron gorras con las siglas C.T -Cártel de Tláhuac- y F.P, pero su hijo, Miguel Ángel Pérez Ramírez "El Micky" mandó a hacer las suyas con las siglas MK, e inclusive así bautizó a su equipo de motociclistas de competencia deportiva.
También la Unión de la B, encabezada por Roberto Mollado Esparzao Roberto Maldonado López "El Betito", cuyos miembros poseían gorras negras con bordados dorados, en donde se observaba un rostro con lentes y una gorra con la B del "Betito" en medio.
Tras la captura de "El Betito", una célula se hace llamar "Los Pistaches de la Muerte", pues su líder, David R, es apodado "El Pistache"; ellos también tienen playeras, gorras, capuchas y hasta se taturaron PM en el antebrazo.
Todo ello, según los informes de Inteligencia de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP-CDMX) y la Policía de Investigación (PDI) es para crear un sentido de pertenencia y demostrar lealtades.
No obstante, los hace visibles para los agentes que vigilan sus principales puntos de reunión, como vecindades y predios invadidos.
Aunque a ningún miembro de la Unión de la B o de "Los Pistaches" se les ve en bares o antros con esos distintivos, sí suben fotos a sus redes sociales, como los Antrax lo hicieron en Instagram.
PONEN LUPA A FACEBOOK E INSTAGRAM
La SSP y la Procuraduría cuentan con un grupo especial de policías que se dedican a rastrear las redes sociales de miembros del crimen organizado capitalino.
A través de informantes obtienen los nombres con los que aparecen y monitorean sus actividades; así descubrieron cómo personalizan su vestimenta con las iniciales del grupo criminal.
Aunque algunos de los sospechosos mantienen sus cuentas privadas y otros las tienen abiertas bajo nombres falsos, los agentes llevaban un registro de quién es quién y una bitácora de sus publicaciones.
Cada determinado tiempo, los miembros de las bandas delictivas cierran cuentas y abren otras para evitar ser descubiertos, pero los agentes, en la mayoría de los casos, lograron ubicarlos nuevamente.
"Sirve de mucho tener esta información porque identificamos tendencias, amistades, familiares, incluso los lugares donde se toman las fotografías", externó un agente de PGJ que pidió no precisar cargo ni revelar su nombre.
Para descartar cuentas similares, homónimos, y trazar redes de vínculo, los investigadores checan hasta 300 cuentas de diferentes redes sociales diariamente.
Uno de los casos cuyo análisis de redes sociales ayudó de sobremanera una indagatoria fue con Miguel Ángel Pérez Ramírez "El Mickey", hijo de Felipe de Jesús Pérez Luna "El Ojos", jefe del cártel de Tláhuac abatido por La Marina en julio de 2017.
Los detectives obtuvieron su cuenta de Facebook e Instagram y supieron que acudiría, en mayo de 2017, a un evento deportivo de motocicletas en Acapulco, Guerrero.
Allí montaron un operativo discreto y lograron arrestarlo sin un solo balazo.
Ver nota original en La Silla Rota