2023: les quedamos debiendo a nuestros niños y niñas

Opinión
/ 27 diciembre 2023

Una vez concluido oficialmente el simulacro anual de armonía y buenos deseos, aderezado con un sinnúmero de abrazos forzados y la tradicional frase: “de verdad tío, usted nunca vio por güelita”; a punto ya de arrancar la última hoja del roído calendario y atestiguar el nacimiento del nuevo año, bien vale la pena recibir una buena dosis de realidad a la mexicana. Y es que, aunque aún nos encontramos inmersos en el festivo ambiente de los villancicos malinterpretados, del rosario de películas de bajo presupuesto con similar trama y de los representantes de Papá Noel pobremente ataviados, el horno no está para bollos, como dijera recurrentemente don Héctor.

De acuerdo con datos preliminares de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno Federal, tan sólo en la Noche Buena de este 2023 −que no fue tan buena y de paz mucho menos− se registraron 65 homicidios en el país, siendo Michoacán y el Estado de México las entidades que protagonizaron la cruel estadística. Lo anterior viene a sumarse a las masacres de Texcaltitlán y Salvatierra, que tiñeron de sangre la esperada temporada navideña.

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En el primero de los mencionados hechos, una cancha de arena fue el escenario de la terrible batalla entre miembros del cártel de la Familia Michoacana y agricultores locales que se oponían al cobro de una cuota por metro cuadrado de sus campos de habas y chícharos, misma que les era exigida por el grupo delincuencial. La barbarie fue documentada a través de impactantes videos que circularon en las redes sociales y fueron retomados por los medios de comunicación. Aquello parecía no encontrar límites. No sólo salieron a relucir las armas de fuego, también hubo piedras, palos y machetes; el saldo: 14 personas muertas y 7 heridas.

Apenas dejaba de hablarse de lo sucedido al sur del populoso Estado de México, cuando las detonaciones volvieron a escucharse, esta vez en Guanajuato. Poco importó que estuviera celebrándose una festividad de las llamadas “posadas” o que los asistentes fueran en su mayoría jóvenes; ni siquiera interesó que se encontraban entusiasmados pegándole a la piñata tras mostrar sus mejores sonrisas en la foto grupal tomada minutos antes. Un comando armado llegó al lugar para abrir fuego indiscriminado en contra de los presentes; ahí se cobró la vida de 11 jóvenes y 14 más resultaron lesionados de gravedad. Ahora se sabe que se dispararon 195 balas y que estas provinieron de 7 armas; lo que no se conoce son las causas de la indignante matanza de inocentes.

La guerra no sólo se libra en las calles; también los datos y cifras se encuentran en constante conflicto. Pese a la insistencia oficial por informar sobre la disminución en la actividad delincuencial, para el mes de octubre del año actual ya se había roto la barrera de los 30 mil homicidios dolosos en México, de los cuales más de 2 mil 300 ocurrieron tan sólo en el mes de junio. Así, la tendencia indica que el año que termina superará al anterior en ese nada honroso conteo. Luego, no resulta sorpresivo que la Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito haya colocado a nuestro país en el lugar número nueve de las naciones de América Latina con la mayor tasa de asesinatos; ello, según el informe global sobre homicidios 2023.

Aquí en confianza, en otros tiempos lo antes narrado hubiera sido un escándalo de proporciones bíblicas; los protagonistas de la oposición se hubieran rasgado las vestiduras exigiendo acciones concretas al gobernante en turno o su inmediata renuncia en caso de no tener capacidad para enfrentar el flagelo de la desmedida violencia, pero hoy las cosas son distintas. El discurso polarizador y la narrativa de la negación son las efectivas divisas gubernamentales.

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“Vamos bien y de buenas”, dijo el mandatario mexicano al día siguiente de la masacre de Texcaltitlán, tras minimizar la tragedia calificándola como un hecho aislado. Frente a lo declarado, tal parece que lo que vendrá para el 2024 es la versión 6.0 de la estrategia de “abrazos, no balazos” y la correspondiente resignación del respetable.

El multigalardonado abogado, político y activista africano Nelson Mandela dijo: “la seguridad no ocurre sola; es el resultado del consenso colectivo e inversión pública. Debemos a nuestros niños el recurso más valioso de nuestra sociedad: una vida libre de violencia y de miedo”. Ahí se los dejo para la reflexión.

Nota: Lo antes expuesto representa la opinión personal del autor

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