Todos somos historia
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Este relato lo escuché en la sala de espera de un consultorio, me pareció tan acertado que no dudé en compartirlo en esta columna
Mientras estaba en la sala de espera de un consultorio, escuché el siguiente relato de una señora ya mayor que comentaba con otra persona una importante experiencia de su vida, y fue más o menos así como lo explicó la señora de quien no supe su nombre.
"Sucedió en unsupermercado. Me sentía tan abstraída buscando alguna mercancía, que escuchaba como en sordina un grito infantil: "abuelita" decía la pequeña vocecita. Yo no me daba por aludida porque no tengo nietos pequeños, pero ante la repetición de aquel llamado, volteé y, sorpresa, era a mí a quien aquella pequeñita llamaba.
La conocí desde que nació y, por circunstancias especiales, la quise desde antes de que naciera, sin embargo nunca imaginé que aquel cariño fuera tan espontáneamente correspondido. Nadie le dijo que me dijera abuelita y se ha metido tan dentro de mi corazón que la siento mi nieta y la amo como tal.
Siempre que viene a visitar a sus abuelos, que son mis vecinos, busca estar conmigo y me escribe con su letra de niña, mensajes que expresan, en su lenguaje infantil, un cariño tan sincero y bonito que ha venido a llenar muchos de mis ratos de soledad. Se que ha sido Dios quien me la ha mandado y cuando está conmigo disfruto de sus juegos y travesuras.
En algunos momentos pensé que conforme fuera creciendo sería más lejana. Ojalá que esto no pase porque tiene un espacio en mi corazón y no quiero perder ese cariño que para mí es tan valioso".
He querido compartir esta experiencia porque a los que ya vamos siendo viejos, con mucha frecuencia se nos abandona a la soledad, el peor enemigo de los últimos años de nuestra vida.
Tal vez, en ocasiones no somos comprendidos porque nuestros razonamientos parecen obsoletos y tediosos. Yo sé que la mayoría de la gente mayor lo que pretendemos es compartir nuestras experiencias para ayudar a los jóvenes a crecer y que su vida sea más plena; pero hoy por hoy, corren tanto detrás de metas en ocasiones imposibles y que les hacen perder el verdadero sentido de la vida dándole la espalda a las cosas más importantes: disfrutar de la familia y la amistad prodigándoles el amor y la alegría de vivir, en su tiempo y momento".
Y así terminó aquel interesante relato de una hermosa experiencia aquella inesperada confidente. Todos tenemos siempre algo que contar porque al final...TODOS SOMOS HISTORIA.
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