Cosas revueltas

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La crueldad es una costumbre de los dioses. De ellos la hemos aprendido los humanos. Niños apenas, sentimos placer en aplastar un gusanito. De ahí a aplastar a un hombre, o a un pueblo, hay solamente un paso. En la película "I'm No Angel" (1933, con Cary Grant) la traviesa Mae West, a quien todavía la estólida censura no sometía a rigurosa vigilancia, pronunció estas palabras inmortales: "Cuando soy buena soy muuy buena, pero cuando soy mala soy mejor". Viene todo esto a colación porque un destino cruel parece perseguir al reverendo Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Tercera Venida. (No confundir con la Iglesia de la Tercera Avenida, que permite cometer adulterio con la mujer del prójimo a condición de que no sea tan prójimo). Este último domingo el reverendo Fages estaba predicando un sermón acerca de la inmoralidad del baile. Dijo que quienes bailan se sumergen en "un fangal de bajas pasiones y deseos" en el cual el demonio hace que las almas caigan antes de arrastrarlas al infierno. En ese preciso momento irrumpió en el templo una mujer, y presentó un video -muy bien logrado, hay que reconocerlo, con excelente iluminación y buen sonido- que mostraba al pastor entregado a una orgía sexual en compañía de cinco hermosas mujeres, cada una de las cuales representaba a un diferente pueblo: había una caucásica; una de origen africano; una oriental; una nativa americana (llamada por cierto Mangahela, que en lengua chirikawa significa "Tetas sobresaltadas") y una hispánica. Con esas ardientes y voluptuosas féminas el reverendo Fages hacía toda suerte de combinaciones y acrobacias sobre un lecho redondo con sábanas de satín negro y cojines forrados en terciopelo rojo. "¡Pero no estaba bailando con ellas!" -se defendió el pastor. Desde el punto de vista de la lógica tenía razón -una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa-, pero no en lo que atañe a la moral. Cuando se lo dijeron respondió que en todo caso lo inmoral de su acción había que dividirlo entre seis, contando a las cinco damas que lo acompañaban. De ese modo la parte alícuota de inmoralidad que le correspondía era muy poca. Añadió: "Y de haber sabido que esto se iba a conocer habría hecho la orgía con nueve mujeres. Así mi culpa habría sido de sólo un 10 por ciento, que no es mucho". Yo, la verdad, no sé de porcentajes. Alcanzo, sí, a entender que si compro un lápiz en un peso y lo vendo en 10, mi ganancia será del 10 por ciento, pero hasta ahí llegan mis conocimientos en ese renglón de la ciencia matemática. Puedo decir, no obstante, que las argumentaciones del reverendo Fages me parecen especiosas y falaces. Así argumentan los voceros el PAN cuando declaran que en varios estados de la República sacarán del gobierno al PRI. ¡Sin embargo en la mayor parte de los casos sus candidatos son priístas que participan en la elección con el sello del PAN únicamente porque el PRI no los quiso postular! Así andan las cosas de revueltas. Yo mismo revolví al reverendo Rocko Fages con el PAN y el PRI. Relataré mejor un chascarrillo final, y luego pasaré a retirarme, como los merolicos de los pueblos... Mademoiselle Musarde llevó vida agitada, tanto que se encontró de pronto con las pompas hechas una lástima por el abuso que de ellas había hecho en tantas y tantas noches de frenesí carnal. Fue a la consulta de un eminente cirujano, y éste le trasplantó unas nuevas. Le dijo el facultativo con severidad: "A ver si ahora las cuida más, mademoiselle". "Ni lo piense, doctor -respondió ella-. Si no cuidé las otras, que eran propias, menos voy a cuidar éstas, que ni mías son"... FIN.