Al malo por conocido

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¿Cómo sabes que una secretaria hace en la oficina cosas que no debe hacer? Tiene tierra en las rodillas. (No le entendí. ¡Y qué forma de empezar la semana!). Capronio, hombre ruin y desconsiderado, le dijo a su rebolluda esposa: "Hay tres cosas que no me gustan de ti". "¿Cuáles son?" -se amoscó ella. Contesta el incivil sujeto: "Tu papada". La nueva paciente le informó al psiquiatra: "Soy ninfómana". "Muy bien -respondió el analista-. Si me suelta de ahí podré anotar sus datos". Doña Panoplia, dama de sociedad, le preguntó en una fiesta a Babalucas: "¿Sabe usted tocar el piano?". "La verdad no lo sé, mi estimada -replicó el tonto roque-. Nunca me he calado". El señor estaba haciendo un crucigrama. Tuvo una duda, y le pidió a su esposa: "Dime: `Atributo de la mujer, en cuatro letras'. La palabra termina en -oño". Sin vacilar responde ella: "Moño". "Ah, sí -dice el marido-. ¿Tienes un borrador?". (Tampoco le entendí).Todo indica que cuando despertemos en el 2012 el PRI estará otra vez ahí. No digo que eso sea para bien. Tampoco digo que sea para mal. Tampoco digo que sea para más o menos, para entre azul y buenas noches, para ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre, para ni fu ni fa, ni para equis, como dicen ahora los muchachos para indicar que una cosa no es ni buena ni mala, sino todo lo contrario. Me limito a señalar el rumbo que parece haber tomado la pública opinión en lo que hace a la política. Difícil será que después de dos regímenes panistas, y vistos los resultados ligeramente modestísimos de ambas administraciones, los ciudadanos den su voto por tercera vez al PAN. Las izquierdas -llámense López Obrador o Ebrard- inspiran aún temor a la clase media, que probablemente escogerá al malo por conocido antes que al peor por conocer. La tersura con que fue designado el candidato de unidad del PRI en el Estado de México muestra que de nuevo está aceitada ya la maquinaria priista, ésa que en el 2000 se descuacharrangó, si me es permitido usar ese voquible que ciertamente no es de prosapia ática. Falta aún, desde luego, que el partido de la Revolución pase el examen de la elección mexiquense. Si supera esa prueba tendrá más franco el camino hacia la elección presidencial del 12. Lo cierto es que, a pesar de sus recientes descalabros en algunos estados del País, el PRI está renaciendo de sus cenizas, como el gato Félix. (Así decía un señor por decir que como el ave fénix). Don Astasio llegó a su domicilio y encontró a su esposa, doña Facilisa, fornicando en el lecho conyugal con un desconocido. Desconocido para don Astasio, claro, pues la actitud de la señora, y sus palabras, denotaban que tenía bastante familiaridad con el sujeto. Le decía a su amasio siguiendo el movimiento de émbolo o pistón de aquel trance carnal: "¡Cochototas!", "¡Negro lindo!", "¡Papasón!" y otras rítmicas expresiones de cariño. Fue don Astasio al chifonier donde guardaba una libreta en la cual anotaba vocablos de baldón para enrostrar a su mujer en tales ocasiones. Volvió a la alcoba y le dijo a la pecatriz esta palabra: "¡Cachirula!". Había encontrado el término en el lexicón de la Academia: "Cachirulo: .Persona que tiene relaciones amorosas, y especialmente ilícitas.". Contestó doña Cachirula sin dejar lo del émbolo o pistón: "Ni me digas nada. La ley ya no castiga el adulterio. Si tienes alguna queja, preséntala ante tu diputado o senador". "No sé quiénes sean ellos" -objetó tímidamente don Astasio. Su mujer se impacientó: "¿Y voy yo a sufrir las consecuencias de tu ignorancia en materia de política? Ve a informarte, y mientras tanto deja que yo termine lo que estoy haciendo. Ya sabes que no me gusta dejar las cosas a medias". Triste y mohíno salió don Astasio de la habitación. Iba pensando que era una pena que hubieran despenalizado el adulterio. Antes se castigaba con dos años de prisión. En ese tiempo él habría podido descansar de su mujer, y buscar nuevas palabras para decírselas cuando reanudara sus actividades. FIN.