Diario de un nihilista

Opinión
/ 2 octubre 2015

Umbrales de tolerancia. Puedo soportar a un chofer de pesera con mal de Parkinson, pero no a uno con mal de Alzheimer.

Nicotina. Esa melancólica farmacia, donde expenden muletas, tanques de oxígeno y cigarrillos sin nicotina...

Locus. La amnesia de lugar se ha vuelto común entre los automovilistas: con frecuencia olvidan en cuál calle estacionaron su vehículo.

Pesimismo. Por pura necedad nos quejamos: a decir verdad, no hay uno solo de entre nosotros que no tenga más de lo que se merece.

Doble. El alcohol opaca al sabio y hace brillar al estúpido.

La carrera infinita. Así ocurre siempre: el espíritu es Aquiles y la tortuga es el Tiempo.  

Conversión. A las doce en punto de la noche, la lujosa Esperanza se convierte en la andrajosa Resignación.

Ars escritural. Corregir es humano; escribir es inhumano.

Irreversible. En el olvido hay más amor que olvido.

Manner. El señor F. debiera quitar a su frivolidad todo ese énfasis, toda esa retórica: un espíritu pequeño no necesita de grandes gestos.

Epitafios. "Pudo ser peor".

Bípedo. Por causa del automóvil, el hombre volvió a ser cuadrúpedo.

Búsqueda. El Mal pregunta por el Bien, pero el Bien jamás pregunta por sí mismo.

Trapecio. El arribista es el gusano: todo lo que se arrastra algún día habrá de trepar.

Pesimista. Quinientas mil golondrinas tampoco hacen verano.

Arte de prudencia. Hay más razones para no hacer las cosas que para hacerlas.

Pan negro. Aquel episodio donde Don Quijote devora "un pan tan negro como sus armas"... Igual podríamos decir ahora: "Un pan negro como el cenicero de un sastre".

Animal trascendental. El 80 por ciento de los episodios eróticos de un hombre son imaginarios: el acto como tal es demasiado animal, demasiado trascendental como para realizarlo a cada rato.

Mundus. El erotismo es por ello un mundus  tan delicado, tan refinado que no acepta condones, ni ningún otro método de anticoncepción.

Arte de la guerra. No hay triunfos desinteresados: cada uno de ellos resulta de un entrelazamiento de envidias, mezquindades, cobardías propias y ajenas, en los campos de batalla de la existencia cotidiana.

¡Hasta el próximo viernes!

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