Cumpleaños 82 del PRI

Opinión
/ 2 octubre 2015

Alberto Aguilar Iñárritu
Político y escritor



Con 82 años a cuestas, el Partido Revolucionario Institucional, miembro del selecto grupo de los partidos más longevos del mundo, se apresta a mostrar lo que ha aprendido en su etapa de oposición y lo que recuerda de la anterior para lanzarse otra vez en pos de la Presidencia de la República. Lo hace estrenando una dirigencia de nueva generación que, prácticamente sin hacer campaña, logró el consenso mayoritario de una militancia cansada de cuatro años de quedarse sin voz en un partido desmovilizado, capturado por una dirigencia que se recordará por las altas rejas, coronadas por púas, con la que cerró la entrada partidaria a su sede nacional.

La nueva dirigencia hereda muchos retos para hacer del PRI un partido capaz de definir y apoyar una candidatura al 2012 que convoque a la unidad interna, al mismo tiempo que a la voluntad mayoritaria de una ciudadanía harta de la ineficacia de la política actual en la solución de sus necesidades. El PRI debe entender que, sin demeritar sus fortalezas, su ascenso en las preferencias de la opinión pública responde más a los fracasos de la opción en el poder y al autodesmantelamiento de la izquierda que a sus méritos, que si bien existen, no acreditan aún que el PRI se haya transformado y que represente una nueva alternativa ante el desgastado sistema de partidos.

Completar con éxito esa tarea exige mucho más que colgar una manta en Insurgentes que dice estar "Construyendo el PRI del siglo XXI", requiere sacar sus documentos básicos del archivo muerto, en particular su socialdemócrata declaración de principios, y proponerse conquistar de nuevo el centro izquierda del país, muy desdibujado por las pugnas aliancistas, pero sobre todo, decidirse a contestar las preguntas que la gente profundizará en los próximos tiempos: ¿Por qué debe regresar el PRI a Los Pinos y qué ganamos nosotros con eso?

Contestarla implica construir y proponer un proyecto de rumbo a la nación que acredite ser el fundamento de su pacto político interno, al mismo tiempo que el vehículo para incorporar y expresar en él las demandas de la ciudadanía y pactar con ella la edificación de un bloque mayoritario con capacidad de gobierno, que le permita salir con éxito del referéndum de gobernabilidad del 2012. Se trata de contar con una hoja de ruta que convoque y convenza a una mayoría social de sus cualidades para lograr que nuestro país recupere el rumbo perdido en prácticamente todos los campos y, en consecuencia, pueda reintegrar a los mexicanos al orden, la seguridad, la prosperidad económica, la igualdad social, la soberanía y la respetabilidad internacional, que son bienes en torno a los cuales los ciudadanos sin duda tenderán a vertebrar su voluntad electoral.

El PRI perdió cuatro años para avanzar en este rumbo y ahora debe hacerlo en unos cuantos meses, necesita echar mano de instrumentos probados que inopinadamente se hicieron a un lado como el IEPES o su equivalente, una herramienta de campaña que reúne la expresión de la inteligencia priísta que es amplia y consistente para producir una propuesta e ir con ella a pactar con el electorado, mostrando de cara al mismo cómo construye su proyecto de nación; cómo pacta internamente su compromiso de unidad interna en torno a ese proyecto; y cómo el discurso partidario se pronuncia y se actúa, todo el tiempo y en todo lugar, sobre los temas de la agenda nacional en plena consistencia con ese proyecto.

Un segundo reto para la dirigencia es llevar al PRI a superar el tema de las alianzas, analizando, con independencia de los errores cometidos por las dirigencias nacionales y estatales en las últimas derrotas electorales, en qué medida éstas responden al agotamiento del actual sistema de partidos y perfilan el surgimiento de otro de dominancia bipartidista. Lo cual será materia de mi próxima colaboración.

josealbertoaguilar@terra.com.mx

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