La Pastelería Lolita

Opinión
/ 10 marzo 2012
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Cruzar el umbral de la Pastelería Lolita es la antesala de una dulce sensación. En el pequeño vestíbulo, un San Francisco de Asís y dos palomas dan la bienvenida al cliente en un nicho en la pared. Junto al nicho, una fuente de agua y un macetón con una planta de hojas verdes alegran el espacio y brindan la fresca y clara sensación de que se ha ingresado a un lugar cálido y acogedor. Un local comercial en el que impera el buen gusto, expresado con discreción y elegancia y, sobre todo, con una pulcritud que salta a la vista.

Ya dentro del local en el que se expenden los pasteles, el cliente se encuentra con un agradable escenario: la decoración con motivos vegetales y frutales del gran mostrador de madera, coloridos carteles que anuncian alguna de las creaciones de la pastelería despiertan en el cliente la apetencia de una probadita: chocolate Bavaria, pay de queso con fresas, pay de mousse de mango, cheesecake Ferrero, pay de Baileys. Pasteleras, fruteros, galleteros y platos de cerámica decorados en colores vivos; algún arreglo floral y otro con frutas; jarras, cafeteras y teteras de diversos materiales y estilos, y canastos rebosantes de cajitas de apetecible repostería adornan las estanterías. El ambiente en su conjunto proporciona al cliente una grata sensación de placidez e invita a vivir un momento especial para elegir una atractiva cajita de repostería o un sabroso pastel de entre los muchos que exhiben sus refrigeradores, con la seguridad de que cada uno posee la cualidad de conquistar al más exigente y dulce de los paladares. Cada uno de sus productos es una pieza indiscutible de la alta cocina en la difícil especialidad de la pastelería y la repostería.

En el negocio familiar, los varones ponen todo su empeño en la administración, mientras que Lolita madre y Lolita hija aportan su especial sensibilidad para los sabores. Una cualidad transmitida por generaciones en una conjunción feliz y afortunada de herencias que vienen desde aquellos panes horneados en las profundidades de los hornos de adobe de las bisabuelas y en las estufas de las abuelas y las mamás, aunada al dominio excepcional del arte de la pastelería. Sus primeras recetas hoy son una tradición que todavía ofrece a sus clientes: el pay de limón, el pastel de chocolate tradicional, el alemán, el de almendra con frambuesa, el de nuez con whisky, el de zanahoria con piña. El pastel de mousse de guayaba es una creación exclusiva de Lolita.

Mirar los refrigeradores de la Pastelería Lolita es una celebración de colores y sabores. En la decoración, los pasteles son un campo en el que reina la imaginación como una expresión de arte y creatividad. Su atractivo acabado constituye una fiesta para los ojos. Esos postres y antojos apetecibles combinan la sencillez y la elegancia y la armonía de los colores y los elementos utilizados para representar externamente los ingredientes principales que componen su sabor. Cada acabado es una creación original de la Pastelería. ¿Sus pasteles? La inmensa variedad de productos es indescriptible, la lista es demasiado larga.

En la Pastelería Lolita todo refleja el carácter de sus dueños y hasta la más pequeña de las cosas lleva su sello familiar: la capacitación de su personal, la buena marcha del negocio, el cumplimiento exigente de las normas de higiene y la elaboración de productos perfectamente bien hechos y con los mayores estándares de calidad.

Lolita está orgullosa de que el trabajo y el esfuerzo de toda la familia encuentren en la labor cotidiana de la Pastelería su mayor satisfacción, y el gusto del cliente su mayor complacencia. Saltillo está orgullosa de la Pastelería Lolita, que bien pudiera estar en cualquier gran capital del mundo.

edsota@yahoo.com.mx




Profesora de Lengua y Literatura Española. Dirigió el departamento de Difusión Cultural de la Unidad Saltillo de la UAdeC. En 1995 fue invitada por la Universidad Tecnológica de Coahuila, unidad Ramos Arzipe, para encargarse del área cultural, que incluía la formación del Centro de Información y cuatro años más tarde vendría la fundación del Centro Cultural Vito Alessio Robles, recinto que resguardaría la biblioteca de su padre, y donde hasta hoy labora.

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