Los presidenciables

Opinión
/ 2 octubre 2015

Independientemente del lugar en el que las cambiantes empresas encuestadoras ubican a los tres principales candidatos a la Presidencia, el triunfo o la derrota también van a depender de los resultados electorales obtenidos en 2000 y 2006. Veamos.

En el año 2000, con una lista nominal de 58.7 millones de ciudadanos, y una emisión de 37.6 millones de votos, el panista Vicente Fox Quesada obtuvo 15.9 millones, contra 13.5 millones del priísta Francisco Labastida Ochoa y 6.2 millones del perredista Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Seis años más tarde, el panista Felipe Calderón Hinojosa ganó la Presidencia con 15 millones de votos al perredista Andrés Manuel López Obrador, quien obtuvo 14.7 millones, y al priísta Roberto Madrazo Pintado, que logró 9.3 millones. En esos comicios, la lista nominal fue de 71.3 millones de electores, y se emitieron 41.7 millones de sufragios.

Entre los dos procesos electorales, el Partido Acción Nacional perdió casi un millón de votos, en tanto que el Partido Revolucionario Institucional dejó de recibir 4.2 millones y el Partido de la Revolución Democrática elevó en 8.5 millones las boletas cruzadas a favor de su abanderado, de ahí lo cerrado de la competencia y de la acuñación del famoso "haiga sido como haiga sido" (la victoria del blanquiazul).

El desencanto ciudadano por los gobiernos panistas -erráticos de distintas formas-, se traduce ahora en el acelerado desbarrancamiento de Josefina Vázquez Mota, a la que ni el relanzamiento de su campaña, ni la supuesta condición de candidata oficial, han logrado ubicar en una posición verdaderamente competitiva, por lo que de seguir las cosas como están, y si bien le va, alcanzaría una votación parecida a la que obtuvo Roberto Madrazo Pintado en 2006.

El priísta Enrique Peña Nieto ha sido el puntero en la carrera presidencial desde que era Gobernador, y así aparece en todas las encuestas habidas y por haber, gracias a la maraña de complejos intereses que giran en torno suyo. Pero el abanderado tricolor no es todo lo indestructible que aparenta, y ya dio nuevas muestras de ello al negarse a participar en un debate convocado por la periodista Carmen Aristegui.

A Peña le aterrorizan las confrontaciones y los intercambios de ideas en terreno neutral y solo; es decir, en situaciones que pudieran resultarle adversas y sin aleccionamiento o apuntador que le diga al oído las respuestas. Ya se sabe que la cultura no es su fuerte, que tiene familiares que desprecian a la "pendeja prole", y que se ofertan él y su esposa como pareja de telenovela, cual Barbie y Ken. Pura gente bonita.

Que ni idea tiene de los apuros que pasa una familia trabajadora para completar el gasto porque no es "la señora de la casa"; que quiere privatizar todo lo privatizable, comenzando con Pemex, y que se hace de la vista gorda con las corruptelas de algunos de sus correligionarios, como los exmandatarios de Coahuila, Oaxaca, Puebla, Tamaulipas y Veracruz, además de que él mismo se hace como que la Virgen le habla al ser cuestionada su actuación como Gobernador, "porque no quiere dividir a México".

Sin embargo, con todo y sus defectos, y lejos de admitir que Peña Nieto lleva una kilométrica ventaja, como dicen o como quisieran sus panegiristas, debe reconocerse que tendría posibilidades reales de ganar la Presidencia si al final de su campaña recupera los 4.2 millones de votos perdidos por Roberto Madrazo Pintado, y también logra captar el nivel de votación alcanzado por Francisco Labastida Ochoa, lo cual le daría 17.7 millones de sufragios. Todo dependerá de la intensidad con que opere la mercadotecnia de aquí al 1 de julio. La lista nominal para este año es de 79.5 millones de ciudadanos.

También el perredista Andrés Manuel López Obrador, a pesar de sus errores, puede ganar, ya que si los 14.7 millones de ciudadanos que votaron por él en 2006 vuelven a hacerlo, y además es capaz de captar a unos 3 o 4 millones de simpatizantes "nuevos", tendría unos 18 millones de sufragios. Esta elección presidencial sería igual de cerrada que la que el tabasqueño protagonizó frente a Felipe Calderón Hinojosa.

López Obrador tiene en contra su furibunda reacción al ser derrotado en la elección presidencial, pues con ella le lleno el buche de piedritas a cientos de miles de ciudadanos, principalmente por los estrangulamientos del tránsito de vehículos, y la cantaleta de que "la mafia" lo había robado. También la vacilada de la presidencia "legítima" jugo mucho en su contra, lo mismo que el viraje de 180 grados que dio, al pasar de beligerante a "amoroso"

Peña Nieto y López Obrador arrancaron sus respectivas campañas con dos bases formidables de votación asegurada: el Distrito Federal y el Estado de México en donde dominan el PRD y el PRI, respectivamente. Ambos bastiones, de entrada, les representan alrededor de 3 millones de votos a cada uno, de acuerdo con lo que lograron Marcelo Ebrard Casaubón, en la capital del país, en 2006, y recientemente Eruviel Avila Villegas, en el EdoMex.

Por lo que respecta al resto del país, López Obrador tiene una fuerte presencia en el sur, del DF "para abajo", y una medianamente aceptable o casi nula en los estados norteños, en donde el dominio era panista. Era, porque ante el escaso peso de Josefina Vázquez Mota y los pobres resultados del calderonismo, los antiguos aliados buscaron mejores horizontes para sus privilegios e intereses, y al parecer lo han encontrado en el cobijo tricolor.

El único bemol que pudiera desentonar en este "concierto por la Presidencia", es si se concreta el rumor que corre en el sentido de que al odiar con odio jarocho al PRI, Felipe Calderón va a hacer todo lo que esté en sus manos para impedir que lo releve Enrique Peña Nieto, y esto incluye pactar -
inmunidad e impunidad de por medio-, con Andrés Manuel López Obrador, según los analistas. Si en unas semanas acaban de sacarle el gas a Vázquez Mota, será señal inequívoca de que hubo arreglo en las alturas.

Perdón por excluir al Panal y a su candidato del comentario, pero su participación en la contienda es irrelevante, y pueden darse por muy bien servidos si el 1 de julio no pierden el registro como partido nacional. La "revolución turquesa" no va a ir a las urnas a favorecer a sus abanderados, sino a los que les diga la "maestra" Elba Esther Gordillo.

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