El `milagrito' y las encuestas

Opinión
/ 2 octubre 2015

El "milagrito" de Vicente Fox quedó como grabado en bronce y los panistas no encuentran la forma de borrarlo. Los abruma porque en su partido cobra fuerza la idea de que Josefina Vázquez Mota sólo podrá ganar mediante esa bendición divina, el milagro.

Josefina no está ni se siente derrotada, pero el pesimismo de quienes la rodean la confunde. En política nadie puede asegurar lo que sucederá mañana y ella no debe ser descartada, pero la incertidumbre campea en su equipo. La hablada de Vicente Fox llegó a los cimientos del panismo y crece la lluvia de insultos contra el guanajuatense.

Eso y la versión de un día de que López Obrador alcanzó a Vázquez Mota en las encuestas y Peña Nieto descendió tres puntos sacudió a los frentes electorales.

La abanderada panista pidió el voto a gritos y aseguró sentirse fuerte, con salud y coraje. Afirmó en San Luis Potosí estar de frente y, expresó en voz alta: "no me quito, no me quito hasta ganar la Presidencia de la República". Dijo que impedirá la llegada de Enrique Peña Nieto al poder.

Y el equipo blanquiazul encabezado por Roberto Gil se desespera porque no logró los efectos deseados en la denuncia de compromisos incumplidos de Peña Nieto. Afirma que el PRI intentó desmoralizar a los panistas al "inflar a López Obrador en las encuestas".

López Obrador restó importancia a su avance de un día sobre Vázquez Mota y se le vio alegre en el mitin de Chilpancingo, Guerrero, convencido de que puede ganar, después de su "round de sombra" con miembros del Consejo Coordinador Empresarial, sus principales detractores en el año 2006, cuando lo tacharon de "ser un peligro".

Peña Nieto tampoco mostró sorpresa por los altibajos momentáneos de los sondeos y la baja de tres puntos porcentuales. No le gusta, dijo, volver la vista hacia atrás y viajó a Monterrey, donde encabezó un mitin de 20 mil neoloneses.

En la capital regiomontana prometió el candidato priísta devolver la tranquilidad a sus habitantes y firmó compromisos en ese sentido, como lo ha hecho a lo largo de su campaña.

López Obrador quiso demostrar su aceptación entre los regiomontanos y comparar fuerzas con Peña Nieto. En la misma jornada del domingo pasado también prometió desterrar a la delincuencia de Nuevo León y, propuso, cuando sea presidente volverá cada 15 días con su gabinete de seguridad a evaluar el proceso contra la delincuencia.

Será otro milagro eliminar al narcotráfico y a la banda de secuestradores en Nuevo León y en otras entidades del norte del país como Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua y Durango, entre otras. Los expertos dicen que eso tardará sexenios porque los cárteles han logrado enorme poder.

Ahora, los muertos no son contados o se les ignora. Los 14 descuartizados de Nuevo Laredo y la matanza de 15 individuos en un bar de la capital de Chihuahua en días recientes merecieron escasa importancia en los medios, de unos cuantos párrafos y olvidados de un día a otro.

Afirmó Mauricio Fernández, alcalde de San Pedro Garza García, que el número de muertos en este sexenio es de 250 mil y a él le pidieron un trascabo para enterrar cadáveres después de un operativo militar. Ojalá esté equivocado en su apreciación, pero no se descarta que la cifra oficial de 50 mil ejecutados sea muy superior.

Esos ríos de sangre desesperan a la población y Nuevo León, que hasta hace poco fue bastión panista, vuelve la vista hacia PRI y PRD. Esto incide en la campaña de Vázquez Mota y se afirma la versión del "milagrito", dicha por el panista Fox.

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