Ser longevo no es amoral
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Arnoldo Kraus
Médico
La longevidad, nos dicen ahora los señores políticos del Fondo Monetario Internacional, cobrará factura en el futuro. Siempre han dicho, como suele ser, otra cosa: los políticos y los médicos políticos se han desvelado al asegurar que incrementar la esperanza de vida es uno de los grandes retos para cualquier gobierno, aunque, no siempre aclaren, como suele ser, si el aumento debería ir acompañado de una mejor calidad de vida. Bajo la tutela de la nueva directora del FMI, uno de sus empleados, el señor José Viñals, advierte sobre el peligro que se cierne sobre la humanidad por el denominado "riesgo de la longevidad".
¡Cómo no extrañar a Dominique Strauss-Kahn, ex director del FMI, y el affaire por sus arrebatos sexuales en la ya icónica suite 2806 del hotel Sofitel de Nueva York! Lo de DSK es un pequeño accidente cuando se contrasta con lo espetado por Viñals. Lo de ambos me subsume en una de mis crónicas, inseparables y crecientes obsesiones: no hay nada, absolutamente nada, más vil que la política. Ser longevo, advierte el FMI, es amoral, inadecuado y peligroso para la economía mundial, sobre todo, para las generaciones venideras.
Viñals, informó este mes, con el fin de advertirnos de otra, no la última, crisis económica ante "el riesgo de que la gente viva más de lo esperado". Si no fuese porque el FMI es el FMI, porque casi todo el mundo está endeudado con y por esa organización, porque Viñals es igual al previo Viñals y DSK antecesor de Christine Lagarde, uno pensaría que todo es un error, y que lo dicho por Viñals, responsable del departamento de Mercado de Capitales, sólo es una mala broma. Pero no. Viñals trabaja, efectivamente, para el FMI.
Envejecer, explica el FMI, conlleva riesgos. No para la persona -"riesgo de longevidad" lo denominan los economistas- sino para las naciones. Desde la óptica del FMI la vejez acumulada representa un peligro para las finanzas de los países cuya población viva demasiado (viva demasiado es expresión mía). Menuda información: ¿qué hacer con el párrafo siguiente?
Los políticos de todo el orbe, los salubristas al servicio de los políticos, y la ciencia médica, presumen, ad náuseam, acerca de sus logros respecto a la esperanza de vida. No hay político que no se inmiscuya en el tema de la vejez. El incremento en la esperanza de vida es tema recurrente y necesario en los discursos políticos. La mejoría en las condiciones de salud, y el consecuente envejecimiento de la población, es uno de los mayores trofeos de los gobiernos contemporáneos. A ningún político occidental le gustaría ser el presidente de Suazilandia, donde la esperanza de vida es de 32 años, ni de Angola, donde la media es de 38; la mayoría preferirían portar la camiseta de Macao (84 años) o de Andorra (83 años).
De acuerdo con el FMI, "si el promedio de vida aumenta tres años más de lo previsto para 2050, el coste del envejecimiento -que ya es enorme para los gobiernos, las empresas, aseguradoras y particulares- aumentará 50% en las economías avanzadas, tomando como referencia el PIB de 2010". Los expertos también explican que para los países emergentes el costo adicional sería de 25%. No dicen nada, nada pueden decir, sobre el "riesgo de longevidad" en los países que junto con Suazilandia y Angola ocupan los últimos lugares en el rubro esperanza de vida.
Hubiese sido ético que Viñals y compinches hablasen acerca del darwinismo social, modelo instaurado desde siempre en los países pobres, como posible antídoto contra el "riesgo de longevidad". Si no fue capaz de hacerlo, al menos debería hablar de la irresponsabilidad de los viejos de no morir suficientemente a tiempo para permitir que los Strauss-Kahn puedan seguir pagando más de tres mil dólares por noche en las suites 2806.
Junto con los argumentos previos, Viñals, en tono filosófico, agregó, "vivir más es bueno, pero conlleva un riesgo financiero importante". Para el FMI, retrasar la edad de jubilación, asociándola a la esperanza de vida, para así conseguir que no aumente el número de años en que los jubilados cobren su pensión, es hoy una posible solución. Aunque no lo dijo, es muy probable que en las suites donde Lagarde, Viñals y asociados laboran, se encuentren los borradores de otros remedios. Eutanasia social, decretar por ley morir a tiempo, permitir que sólo una persona por familia viva más de 80 años y asignar un máximo de 500 calorías al día per cápita después de los 70 años, serán, sin duda, algunas de las propuestas de los próximos Viñals.
El Universal