El Secreto de las Naciones Felices

Opinión
/ 2 octubre 2015

Hay países y organizaciones que están revolucionando la forma de medir el bienestar de las personas. Están midiendo la felicidad de las sociedades, dejando atrás las arcaicas fórmulas matemáticas que sólo medían el bienestar en base a indicadores económicos.

Es una revolución porque la felicidad comienza a dejar de ser vista como algo subjetivo, vago e individual. Una nueva generación de científicos, economistas, psicólogos y sociólogos han demostrado que la felicidad puede ser medida, entendida y evaluada a nivel de sociedades y naciones. La felicidad puede ser, por lo tanto, una política de estado.

Hace apenas unos días, fue publicado el reporte sobre felicidad mundial más completo conocido hasta ahora. Este estudio fue elaborado para la ONU por la Universidad de Columbia, con la coautoría de Jeffrey Sachs, uno de los economistas más influyentes de las últimas décadas.

El estudio señala que las naciones más felices del mundo tienen altos estándares de desarrollo económico, como Dinamarca, Noruega, Finlandia y Holanda. Por otro lado, las naciones menos felices se encuentran en el Sub-Sahara Africano, la región mas pobre del planeta. 

El dinero importa, explica el reporte, sobre todo en países dominados por la pobreza. En estas naciones mínimos aumentos en el ingreso de las familias pueden hacer la diferencia para mejorar la alimentación, la educación, la salud, la vivienda y en general el futuro de las personas.

Pero no todo se trata de dinero. En algunos países desarrollados como Estados Unidos, China y Japón (de los que más han crecido en las últimas décadas) la felicidad no ha aumentado; al contrario, ha declinado junto con disminuciones en niveles de confianza social. 

En consecuencia, explica el estudio, el dinero importa pero no es el factor preponderante para explicar la felicidad de una sociedad. En cambio, la libertad política, bajos niveles de corrupción, los vínculos sociales, la salud física y mental; la satisfacción laboral y la solidez de la familia, son los elementos más importantes que determinan la felicidad. 

Esta nueva tendencia está influenciando organizaciones. La ONU, por ejemplo, aprobó una resolución reciente que reconoce la búsqueda de la felicidad como "un objetivo humano fundamental". La OCDE, por otro lado, planea promover estándares de medición de felicidad entre sus países miembros. También, la Comisión Europea creó su medición "El PIB y más allá".

Igualmente, algunos países están poniendo manos a la obra: Bután, un país de la cordillera Himalaya, mide hoy su desarrollo a través de su Felicidad Interna Bruta; Inglaterra, por su lado, puso en marcha un índice que mide la felicidad de sus ciudadanos. Francia acaba de crear una Comisión para medir el progreso social. La felicidad es un derecho constitucional en algunos países como Japón, Corea del Sur y más recientemente Brasil.

Lo importante de esto es que cada vez se entiende mejor que el desarrollo social, económico y ambiental son indivisibles. Juntos definen la felicidad y los gobiernos deben tomar en cuenta estos factores al diseñar sus políticas públicas.

La felicidad en México

México es un país relativamente feliz: ocupó el lugar 24 entre 150 países. Nuestra historia nos ha hecho resistentes a los problemas. "Al mal paso, darle prisa", decimos. Además, pocos países valoran tanto a la familia, la amistad y las tradiciones como México. Pero no hay que perder de vista que la corrupción, la inseguridad, el desempleo y la pobreza amenazan, probablemente hoy más que nunca, la solidez del tejido social.

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