El ir y venir

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Es una corriente circulante.
Uno no se explica cómo puedan venir tantos migrantes en camino a la frontera norte. Las trabas se han multiplicado. Hay grandes riesgos que corren al atravesar el territorio mexicano. Viajar sobre el lomo de La Bestia y estar expuestos a despojos y desapariciones. Y la frontera no es ya sólo el río de los antiguos mojados. Sabemos que hay muro, que hay vigilancia aérea y nocturna con poderosos ojos noctívagos. No deja de patrullar la migra. En las márgenes del Río Grande ya han baleado a gente de la orilla de acá.
Hemos sabido de coyotes que dejan abandonados a sus clientes en plena aridez de Texas o de Arizona. Frío, calor, víboras, hambre, sed, disparos siguen asediándolos.
Las deportaciones también son ahora masivas. Desde enero de este año ya van 32 mil y pico de guatemaltecos y más de 27 mil hondureños. Sumados a salvadoreños y nicaraguenses, asciende el total hasta los 62 mil 500
Se comprueban reincidencias, repeticiones en las idas y en las venidas. A la ida se van en dobles fondos de camiones de carga o en el lomo bestial del ferrocarril pero, a la vuelta se vienen sobre las nubes, en vuelos que los vomitan en su terruño.
El sueño americano se ha ido convirtiendo en pesadilla de retornos no deseados.
Para algunos ha quedado en sueño mexicano. Esto se acentuará con la oferta próxima o a trabajdores de Guatemala para que puedan laborar legalmente en Chiapas, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo.
Algunas madres centroamericanas han agradecido el milagro de encontrar a sus hijos perdidos, en total incomunicación. Ellas también iniciaron un venir que quizá no sea el último. Su esperanzada aventura de reclamación y búsqueda podrá también repetirse hasta lograr más encuentros.
Tardan las legislaciones humanizadoras de un fenómeno mundial de población itinerante dislocada, inestable y tantas veces desamparada. La concentración de la producción y de los satisfactores provoca un desequilibrio de sifón. Es inevitable la corriente desde la indigencia hasta la abundancia.
Los que van valerosos y anhelantes, vuelven planeando la vuelta. Aun deportados, no tardan en reiniciar un nuevo intento. Por eso continúa esa corriente circulante del ir, volver e ir de nuevo... porque falta ley dignificante y justicia social...