De jaurías y mentiras
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¡Cárcel al perro! Podría ser el nuevo eslogan de esta ciudad que no aceptará mordidas
Canija. Sí, resulta que la inseguridad en el Distrito Federal, querido lector, está CANija, perra, rabiosa y cuanto adjetivo pueda usted aullar sin morderse la lengua. Las autoridades del DF descubrieron que efectivamente el delito es una epidemia y decidieron, por ende, "matar" al perro y poner fin a la rabia. Y no. No se trata de una metáfora.
¡Cárcel al perro! Podría ser el nuevo eslogan de esta ciudad que no aceptará mordidas, ni ladrones (de waf waf) en sus calles y avenidas.
En el sureño hogar, la perrada, asustada, se esconde debajo de mi falda. Su Adelita no acababa de desempolvar el año viejo cuando por arte de infamia se topó con la noticia del año. Una jauría atacó, mordió y desangró a cinco personas -primero cuatro- en el Cerro de la Estrella, allá en la insegura Iztapalapa, y el recién estrenado procurador capitalino con determinación canina aprehendió en una lapso de 48 horas a más de 24 presuntos culpables.
¡Ah jijo de la chinampa! Cómo criticar una operación certera, veloz y quirúrgica, meditó la que escribe, aunque confiesa que con una leve sensación de que algo no cuadraba en la historieta del "DF contra los perros asesinos".
Pero vámonos despacio con esta fábula, cuya autoría en esta ocasión quedó en manos de algún ocurrente del gobierno del DF.
El escándalo, estimado fabuler@. Corría la noche del 7 de enero y para ponerle nombre al niño de la rosca de reyes, empezó a circular la foto de una docena de presuntos asesinos. Ya enjaulados, imagino que para sazonar su drama, la PJDF presentó la imagen de 25 canes que ponga usted, eran los clones de Snoopy, la Dama y el Vagabundo y Lassie, pero acusados de delitos peores que los cometidos por Cujo, el perro asesino de Stephen King.
Ya ni la cara de yo no fui perdonó la autoridad, porque el asunto lucía como si en la ficha criminal apareciera el rostro de doña Sara García del Chocolate Abuelita, acusada de asesinar a una familia entera por sobredosis calórica. Pero ahí estaban: la banda de los perros flacos acusados de homicidio y poco faltó a la procu indicar que los presos eran integrantes de la "Jauría", el brazo armado del "Cartel de los Perros" y responsables de los lametones, mordidas y moretones que azotan a diario a la pacífica delegación de Iztapalapa.
La que escribe sonrió reconfortada pues ya no tendrá que extrañar ni las producciones de Genaro García Luna ni los fiascos del calderonismo los próximos seis años. Cabe aclarar, sin embargo, que me cogió la duda (sí, sin albur y con drama taurino). Esos perros, esa jauría, no solo asombró por sanguinaria sino que todo indicaba que eran expertos en anatomía. Digo, para desangrar a la víctima había que morder la aorta o la yugular y los "Canes Caníbales" (CC) lo hicieron con maestría.
No solo la noticia de la aprehensión de los perros estaba por despertar una psicosis colectiva y persecución de cuadrúpedos sin parangón, sino que el misterio de estos CANíbales en serie empezó a convertirse en cortina de humo de algo.
Usted recordará, querido lector, pero a decir de las mentes conspiracionistas del país el chupacabras, los naúfragos de San Blas y el escote de la edecán nacieron en momentos clave de la vida nacional. Algo tendría que estar detrás de los CC: ¿Querrá el GDF encubrir la ineptitud frente a los inocentes vándalos del 1D? ¿las pretendientas del Jefe de Gobierno?
Esa Banda del Cerro de la Estrella tenía amplios motivos para existir, pensé. Tantos que la autoridad cuidó hasta los más pequeños detalles. Que si entre los presos se encontraban ocho cachorros, que si dos con aflicciones cardiacas y respiratorias, que si las prendas de las víctimas tenían un pelo de perro, que si las heces serían analizadas. La ciencia forense a todo lo que da. Ni los mejores capítulos de "CSI" -Investigación del Crimen-, "Huesos" y "La Ley y el Orden". Su Adelita ya tenía planeado enviar a esta última producción el caso Paulette, pero anexo incluiré el capítulo de "Los CANíbales de Iztapala".
Esta mañana, mientras escribo, me entero de que los perros sospechosos han sido absueltos. No sé si ello implique que la autoridad saldrá a la caza de otra presunta perrada, si la "mordedura canina" ya siempre no es causa de muerte o si llamarán al Encantador de Perros para apoyar.
Pero claro está que esta fábula, aún sin final, es de moraleja múltiple: 1) EsPerra antes de abrir la boca y acusar; 2) Perro que ladra tampoco habla; 3) Que no te den perro por rata; 4) Lo dijo Queen: "Otro que muerde el polvo"; 5) La justicia es expedita no es perrita.