Empresario humanista
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Don Alberto Santos de Hoyos murió hace unos días. Su legado es muy amplio ya que no sólo fue un destacado empresario, sino que fue un filántropo de gran visión social y en su momento decidió participar como político en los ámbitos público y privado. De notable sencillez y generosidad, siempre tuvo presentes sus raíces familiares. Su padre, Alberto Santos González, nació el 26 de agosto de 1901 en Bustamante Nuevo León, municipio ligado a la historia de Saltillo, Coahuila. Su madre, Francisca Herminia de Hoyos Chapa, nació el 20 de diciembre de 1918 en la Hacienda de San Francisco, en Múzquiz, Coahuila. Por la línea materna don Alberto desciende de don Clemente de la Garza Falcón, quien fuera Gobernador de la Provincia de Coahuila de la Nueva Extremadura, y de la familia Sánchez-Navarro, familias iniciadoras de notables estirpes coahuilenses. Por línea paterna, desciende de la familia de los Santos Coy.
Fue el primer hijo varón entre los diez hijos e hijas que procrearon sus padres, naciendo el 13 de septiembre de 1941. Desde los primeros años de la década de los setentas del siglo pasado presidió Gamesa y la Harinera Santos. Ese fue el primer desafío de Alberto Santos de Hoyos, tener un padre recio que le dio grandes responsabilidades a edad temprana. En su trayectoria profesional estuvo al frente de la emblemática galletera mexicana hasta octubre de 1990, año en que fue adquirida la mayor parte de sus acciones por Pepsi Co. Foods International. En ese tránsito de tiempo participó en actividades que fueron marcando su vida. Pese a no contar en ese renglón con la aprobación de su padre, fue presidente del Club Rayados de fútbol soccer con acciones que fueron un parte aguas para este deporte en Nuevo León. Presidió de 1977 a 1979 la CAINTRA.
En 1982 Alberto Santos de Hoyos fundó la Liga de Empresarios Nacionalistas, con el propósito de que el sector empresarial influyera en las políticas públicas federales. A partir de este año fueron ocurriendo hechos significativos para don Alberto, pues fue diputado federal de 1982 a 1985 y tiempo después fue Senador de la República, de 1994 al año 2000.
Tal vez lo más trascendente que decidió hacer a partir de 1982 fue ser el consejero fundador de la Casa Paterna La Gran Familia, hogar para niños y adolescentes víctimas de maltrato. Apoyó siempre a asociaciones civiles con objetos sociales orientados a proteger a minorías vulnerables pero dedicó tiempo y esfuerzos particularmente a los pequeños y jóvenes integrantes de la Gran Familia, cuyas instalaciones están ubicadas en la carretera nacional en el tramo de Monterrey a Santiago Nuevo León. La compasión es uno de los valores que contiene la Carta de la Tierra, -marco ético de la sustentabilidad-, y justamente don Alberto era un ser humano que llevaba a la práctica este valor. En la Casa Paterna La Gran Familia lo conocí en el año de 1983 y me sorprendió su humanismo. Posteriormente coincidí con una visita que hiciera él a Bustamante, Nuevo León, pues le importaba reactivar un patronato que apoyara el tejido social y económico del municipio que había sido la cuna de su padre y de sus tíos, los empresarios don Ignacio y don Manuel Santos González, quienes ya habían contribuido material y moralmente con su pueblo natal. Yo era cronista municipal -y lo sigo siendo-, y entonces él prometió que llevaría en una reunión posterior a su sobrino Alberto Eugenio Garza Santos como representante de la familia Santos. Su sobrino era un joven emprendedor y ahora es un empresario de talla internacional enfocado a la economía verde que ha inspirado mi vida y la vida de muchos. Desde entonces estoy ligado personal y profesional con esta magnífica familia.
Tuve el privilegio de escribir en 2001 la biografía de su padre en ocasión del centenario de su nacimiento, cuya vida bien podría dar marco a una película. Debo subrayar que él mismo merecería un libro que acopiara toda su heredad, más ahora que ha partido.
En los últimos años de su vida, don Alberto Santos de Hoyos estuvo ligado a la industria azucarera con el interés de producir etanol a partir de la masa vegetal de la caña de azúcar, actividad vinculada a la descarbonización del planeta. Deja un legado difícil de igualar este empresario humanista con raíces coahuilenses. Mi sentido pésame para su querida madre doña Panchita, para su viuda Alicia Boesch y sus tres hijos, Alberto, Federico y Alicia. Para toda la familia Santos.