El perverso narcisista y su víctima
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¿Quién es víctima del perverso?
¿Quién es víctima del perverso? ¿por qué se queda allí? ¿por qué se entrampa en ese largo y tortuoso proceso de pérdida de identidad y culpa? ¿Qué recomiendan quienes estudian la perversión? "Sal corriendo". No se quede a entender cuando todas las palabras y acciones están dirigidas a que no entienda nada. El trabajo de desestabilización psíquica. No se quede a preguntar ¿dónde está la realidad? Cuando de lo que se trata es de negar la realidad, distorsionarla, arrebatarle hasta los datos más duros de su biografía.
¿Cómo podría la víctima aceptar que lo que es doloroso para ella hace gozar a quien se supone que la quiere? El extremo del crimen: "Me gustó mirarla a los ojos, su expresión de terror cuando entendió que iba a matarla". No todo perverso busca la muerte física del otro, todo perverso busca su muerte psicológica. Psicoanalistas hablan de "complicidad" inconsciente de la víctima: a menos que se trate de una repetición de episodios del pasado, nadie se queda a soportar a un perverso cuando podría escapar. Quizá en un quinto tiempo sea importante este análisis, de entrada culpabiliza a la víctima, que lo último que necesita son más culpas.
Lo indispensable para quien vive maltrato es el apoyo exterior que le ayude a trabajar su lucidez y su fuerza, a volver a confiar en sí misma, en la legitimidad de sus necesidades, sus principios, sus deseos. A huir de los valores distorsionados del perverso, para quien amar es de débiles. Confiar es de sumisos. Mantener los límites del respeto es de esclavos. Alguien que una conoce toca a la puerta, pide agua, se la ofrecemos. Esa persona saca un arma, abre la puerta a otros, saquean la casa. Injusto afirmar que la víctima del robo fue "cómplice", tonta, pasiva, loca. Si lo expresamos así, damos razón al Mal. Convertimos la ternura, la generosidad en valores negativos, a la exacta manera del perverso.
El saqueador es abusivo y amoral, convierte lo bueno del otro en material para el abuso. ¿Máximos sueño del perverso? Corromper a los demás, envilecerlos, obligarlos a desconfiar, colocarlos en situaciones en las que tengan que defenderse actuando contra sus principios. Exportar su miseria moral.
La víctima no sale de su sorpresa, se paraliza. Duda de lo que está viviendo. Recamier describe "la etapa de desestabilización": frialdad esporádica, ataques disimulados, discurso paradójico. Silencios inexplicables. "Bromas" agresivas. Cambios súbitos de humor y de opiniones, "amnesias". El tiempo de la destrucción: agresiones brutales y directas, denigración sistemática. Difamación. Da por hecho que su víctima mantendrá el silencio. No se equivoca. Al menos por mucho tiempo.
Los especialistas describen a las víctimas como personas fuertes, atractivas, con márgenes de tolerancia amplios, confiadas, deseosas de comprender (he aquí el drama) con mucho amor por la vida. El perverso narcisista es depredador, portador de una envidia estructural, y convencido de que puede apropiarse delos atributos del otro, su elección es lógica: va por lo que brilla. No se trata de desposeer a quien considera desposeído, sino a quien tiene lo que él quisiera. No importa cuán inteligente sea él, y todos los atractivos que tenga, quiere -también- los modos de la inteligencia, y del atractivo del otro.
La víctima, atónita, se encontrará con que aquello que el otro reconocía en ella como virtudes se han convertido en detonadores de violencia. Comenzando por sus logros. Pero también escuchará como esas cualidades denigradas en ella ya son la imaginaria posesión del otro. Y se agota en intentar comprender qué convirtió al encantador en un ser desquiciado, incapaz de sostener compromisos, arbitrario. Mitómano. Violento. ¿Cómo soportar ser depositaria de un odio mortífero? El perverso narcisista se instala en el sadismo, la víctima en la negación. ¿Estará su pareja siendo víctima de un brote psicótico? ¿Cómo ayudarlo?
En momentos (raros) el amoroso regresa. La víctima se dice que quizá juzgó mal, darse una nueva oportunidad. El piso no para de moverse, la desesperación crece. La víctima se siente "un limón exprimido", ruega por un mínimo de coherencia en el otro, de contacto con las realidades irrefutables. El perverso le responde que se está volviendo loca. Hirigoyen sugiere que la víctima del perverso, quizá jugó una función "reparadora" en su familia, le asignaron el lugar de "salvar", al integrante depresivo. Lo introyectó.
Lo que la víctima podría preguntarse: si el otro está fuera de sí, si ha perdido el control de sus emociones, referencias y principios, ¿por qué sólo le sucede en privado? ¿por qué ella es la única testigo de su "brote incontrolable". ¿Por qué afuera mantiene su eficacia, su claridad mental, y sus límites? ¿Es el caso? Sal corriendo. Se llama acoso moral.