Un hogar lejos de casa

Opinión
/ 2 octubre 2015

La frescura de la tarde se acentuó en esta casa, residencia de universitarias de la Autónoma de Coahuila, que celebra este mayo 42 años de vida. Arriates de flores: geranios, rosas, margaritas, circundan un rozagante jardín que da la bienvenida a este hogar que es, este año, de más de 30 estudiantes.

El sábado anterior hubo doble celebración en la Residencia Universitaria de la UAdeC: la próxima graduación de seis de sus moradoras y el aniversario de las más cuatro décadas de estar al servicio de centenares de muchachas.

¿Quién hizo posible este hermoso sitio, donde jovencitas que provienen de distintos puntos de nuestro estado llegan a estudiar y encuentran en él un hogar? Una mujer de rostro bondadoso y ojos que muestran una ternura inconmensurable: Angélica Narro de Garza. Una dama que, junto a otro grupo de mujeres, a principios de la década de 1970, pensaron en la idea de establecer un lugar que acogiera a jóvenes estudiantes del interior del estado. La aventura comenzó, pero en ella se quedó sola la señora Angélica Narro. Sus compañeras le propusieron ser la directora: una a una se fueron marchando y ahora es ella la que, desde entonces, dirige la Residencia.

Verdadero hogar, cuenta con una ejemplar disciplina que lo vuelve un centro confiable de gran prestigio. A él acuden padres de familia de sitios tan alejados como Lamadrid o Allende, Coahuila, que dejan lo más preciado que tienen confiados en la mano segura y bondadosa de la señora Angélica Narro.

En la tarde del sábado hubo alegría y tristeza. Se fue de la risa, de la carcajada, de las sonrisas, a momentos muy emotivos en donde la señal inequívoca era cuando a alguna de las participantes se le quebraba la voz.

La despedida de las jóvenes que concluyen muy satisfactoriamente sus carreras, con promedios de 84 hasta 99, contó con la alocución de la directora Angélica Narro; y las representantes de las residentes, de las exresidentes, de los padres de familia y de la presidenta del Patronato, Rosalinda Garza García de Pérez.

Hubo también participaciones grupales, en donde se presentaron números artísticos: baile moderno; coro; y una obra de teatro titulada "Subasta de una estudiante". Y una mención especial a Doña Maru, así conocida y muy querida por todas las inquilinas, encargada de la preparación de los alimentos, y atenta, al igual que la directora y una coordinadora representante de las residentes, de todas sus necesidades y problemas.

Aída Rodríguez Sifuentes, estudiante de Ciencias de la Comunicación, y excelente maestra de ceremonias, me explicaba que en el repertorio de las canciones que interpretó el coro subsistían algunas que se ofrecían siempre al fin de año, como "Piel" y "Vive".

Las jóvenes que estudian para Químicas Farmacobiólogas tuvieron a su cargo un espléndido número de baile moderno, que incluyó piezas de los 80's, con las que cualquier joven se siente identificado: "Autos, moda y rock & roll", de Flans, y la pieza central de "Vaselina", inolvidable película de Olivia Newton John y John Travolta; otras como "Sin tu amor", y una de las más populares del momento: "Gangnam Style".

"Un hogar, un marco de seguridad y afecto". Estas fueron las palabras de la señora Angélica Narro, para describir a la Residencia que dirige, apuntando como lo más satisfactorio el hecho de verlas crecer, enfrentar los retos, el primero, desde separarse de su casa, pero con una meta bien definida. Al tomar la palabra la representante de las exresidentes, Lorena Méndez, dio en el clavo para definir a la maestra: "Dicen que los padres eligen el nombre de sus hijos y con ello dan un destino. En el caso de la maestra, no pudieron ser más atinados al ponerle como nombre Angélica, pues es un ángel guardián para todas nosotras".

Rosalinda Garza García estableció la comparación de la madre de Moisés que su gran amor la hace colocar el cesto en el río con su hijo dentro para que otras manos amorosas la recogieran y cuidaran del pequeño en inminente peligro.

Mutatis mutandis, los padres de familia coahuilenses entregaron a esta casa lo más preciado, lo más valioso, a sabiendas que en ella encontrarían lo que encuentran: el afecto, el amor, los valores de disciplina, tolerancia, respeto, trabajo, responsabilidad y compromiso. En la mirada de estos padres se encontraba el orgullo, el agradecimiento.

El día de su aniversario, la casa recibió una lavadora que el recién estrenado rector de la Universidad Autónoma de Coahuila, Blas Flores, hizo entrega. Una de las necesidades que las jóvenes habían expresado.

La casa es un modelo. Es deseable contar con el apoyo permanente del rector, el continuo trabajo del Patronato, a cuyo cargo se encuentra una comprometida exresidente, y de todos cuantos quieran sumarse a mantenerla viva y abierta a las expectativas de tantas jóvenes del Estado.

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