Obesidad y alimentación
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Actualmente nuestro país ocupa el primer lugar mundial en niños con obesidad y el segundo en adultos, lo que ha resultado en que esta enfermedad sea el principal problema de salud pública nacional.
Por: Rosaura Ruiz
Las causas de lo anterior no son ningún misterio, pues en los últimos años se ha ido dando un cambio drástico, para mal, en nuestros hábitos alimenticios. Por ejemplo, sabemos que el consumo de refrescos y bebidas procesadas es la principal fuente de calorías del grueso de la población. Según distintos estudios, México -con un consumo mayor a 163 litros por persona al año- se ha convertido en el mayor consumidor de refrescos en el mundo. En este rubro superamos en 40% a EU, así como también nuestra población infantil rebasa en sobrepeso y obesidad a la estadounidense. Otras causas las encontramos en el elevado consumo de comida chatarra, en el sedentarismo y en la desnutrición ocasionada por la falta de producción y acceso a alimentos nutritivos, sobre todo en las poblaciones rurales y en las comunidades indígenas, donde siete de cada 10 niños sufren desnutrición.
La devastadora epidemia de obesidad que padecemos ha generado que 4 millones y medio de niños de entre cinco y 11 años presenten sobrepeso u obesidad, lo mismo que uno de cada tres adolescentes y 70% de la población adulta; que la mortalidad en jóvenes de 25 a 35 años que padecen esta enfermedad sea 12 veces mayor en relación a sus pares sin sobrepeso; que tres de cada cuatro camas de hospital las ocupen pacientes con enfermedades relacionadas con la obesidad; y que México gaste aproximadamente 7% del presupuesto destinado a salud para atender problemas que tienen su origen en la obesidad, como la diabetes (principal causa de muerte en adultos), infartos o insuficiencia renal.
Desde la óptica de la biológica evolutiva sabemos que las condiciones en las que se dio el proceso en el que el ser humano se constituyó como especie, en Africa, eran tremendamente diferentes a las que se tienen hoy día (aunque algunas poblaciones humanas aún vivan en condiciones de escasez similares). En sus inicios el Homo sapiens recolectaba o cazaba sus alimentos, lo que implicaba un gasto energético enorme; por otro lado, no tenía manera de almacenar ni de evitar la descomposición de éstos, por lo que tenía que consumirlos casi inmediatamente. De esta manera, la selección natural favoreció a los individuos con características genéticas que permitían guardar reservas alimenticias en forma de grasa en el cuerpo. Es decir, se favoreció a individuos que podían resistir sin alimento cierto tiempo, mientras se cazaba o recolectaba nuevamente. Sabemos tanto que los seres humanos podemos sobrevivir con mucho menos calorías que las que hoy se consumen en nuestro país, como el por qué de nuestra preferencia por los alimentos ricos en carbohidratos y grasas.
En México actuamos en contra de la estructura creada por la evolución, ya que nuestro organismo requiere de mayor gasto de energía y menor consumo de grasas y energéticos de lo que acostumbra la mayoría. Además, se sabe que en Mesoamérica hay una carga genética que favorece la obesidad, tal vez por una pasada hambruna que seleccionó a los habitantes de la región que podían sobrevivir con una menor cantidad de alimento o con alimentos bajos en grasas y carbohidratos.
La única forma de cambiar esta situación es, como en casi todo, a través de la educación y de un cambio cultural. Urge incentivar una alimentación saludable y equilibrada, especialmente entre nuestros niños y adolescentes. Bien se podría empezar por evitar, de una vez por todas, el consumo de comida chatarra y refrescos en nuestras escuelas.