Pacto, vueltas y revueltas en el Congreso
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Hasta ayer por la tarde, todo apuntaba a que recobraban su curso los procesos parlamentarios para sacar adelante las reformas acordadas en el Pacto por México. Parecían quedar atrás varias series de fintas, vuelcos, vueltas y revueltas entre grandes partidos asociados. y dentro de ellos.
Mientras en Alemania el partido de la izquierda Social Demócrata (SPD) se esfuerza hoy en negociar concesiones programáticas para reabrir la Grosse Koalition que funcionó de 2005 a 2009 con la otra gran formación histórica, la derechista y mayoritaria Unión Cristiano Demócrata (CDU) -que sacó adelante importantes reformas estructurales con la canciller Merkel a la cabeza- en México se ha hablado ya de cerrar un primer capítulo de nuestra sui géneris gran coalición de los tres grandes partidos: el centrista PRI, el derechista PAN y el izquierdista PRD, al cumplir un año, el mes próximo, y una vez alcanzadas también importantes transformaciones en los sistemas educativo, financiero, hacendario y, entre otros, el de la energía.
Pero cualquiera que sea el destino inmediato de esta ya memorable experiencia política de la época de la democracia -o de la fragmentación del poder de estos tiempos post partido dominante- aparte de los rendimientos históricos en el balance reformista, sus artífices y actores ya han hecho historia también, con su visión, su capacidad negociadora y su temple para sobrellevar las tensiones cotidianas propias un acuerdo como éste.
- Los cálculos
Están haciendo una nueva historia para responder a las nuevas exigencias de la gobernabilidad en las nuevas realidades políticas a escala global, en las que la ventaja en el margen electoral no alcanza para ampliar los márgenes de maniobra en la toma de decisiones por una sola fuerza política.
Mantener el Pacto ha demandado hasta hoy un ejercicio continuo de cálculo de costo-beneficio entre los partidos que lo integran y al interior de cada partido. Por ejemplo, la reforma hacendaria, hoy en la recta final de su definición, puede pasar en las siguientes horas con el apoyo del PRI, de la izquierda social ilustrada y de la izquierda institucional del PRD, contra toda la derecha panista y su base de sustentación patronal. Es cierto que a estas fuerzas derechistas se une un sector de la izquierda de AMLO, con un discurso fiscal de ultraderecha -una especie de Tea Party populista desde la izquierda- con convocatorias expresas al populismo de derecha del PAN para ir juntos contra esta reforma. Pero ni así harían mayoría contra el arreglo de centro izquierda a que da lugar la nueva flexibilidad del pacto tripartita.
A la inversa puede ocurrir con la reforma energética, que podría pasar con el apoyo del PRI y del PAN, pero con los votos en contra de la izquierda unida, que en este caso no serían suficientes para derrotar en el Congreso un arreglo de centro derecha a favor de esta reforma.
- Los supuestos
Pero falta ver si el PRI,propulsor desde el centro de este proceso reformista, tiene capacidad de pago para absorber el costo de la cuenta que ya le está pasando la derecha, apoyada por la izquierda, en forma de una reforma política que, en los cálculos del PAN, le dará -con la segunda vuelta electoral- el picaporte para regresar a la Presidencia aunque quede en segundo lugar en las urnas. Y es que da por descontado que la izquierda caerá necesariamente al tercero y al cuarto lugares, dividida por una nueva candidatura de AMLO, enfrentada a una candidatura de la izquierda institucional. Claro. Estos cálculos incluyen además que todos los votantes por los dos candidatos de izquierda se sumarían en la segunda vuelta a la candidatura de la derecha panista para cerrarle el paso al candidato del centro priísta. Demasiados supuestos para una realidad político-electoral tan cambiante.
Pero será en el marco de estos cálculos que los integrantes del Pacto por México decidirán o no poner en receso sus acuerdos, como lo hizo la Grosse Koalition alemana en los cuatro años anteriores.
Por José Carreño Carlón