Tolerancia al espionaje

Opinión
/ 2 octubre 2015

Por: Maite Azuela

Hemos presenciado esta semana la reproducción de indignadas declaraciones tras las evidencias de que el gobierno estadounidense ha espiado celulares, cuentas de correo electrónico y todo tipo de comunicación electrónica de cientos de gobiernos del mundo. Las reacciones son manifiesto de un rechazo categórico a esta práctica intimidatoria e ilegal. En julio de este año, el diario "O Globo", de Brasil, publicó que Estados Unidos tiene programas de espionaje en Argentina, Colombia, Ecuador, México y Venezuela, y cuyo propósito es recopilar información de temas como energía y petróleo. El diario reveló también que este año la NSA utilizó al menos dos programas de espionaje en América Latina: Prism, en febrero, y Boundless Informant, de enero a marzo. Según los documentos citados por el rotativo, operaron en las capitales de Colombia, México, Panamá y Venezuela, además de Brasil, por lo menos hasta 2002 en una misión de espionaje conocida como Special collection service (Servicio especial de recolección).

La timidez de la mayoría de los gobiernos para tomar cartas en el asunto, y sobre todo la de México, provoca algunas reflexiones. Desde que se anunció el presunto espionaje del gobierno estadounidense a México, el gobierno federal mexicano ha sido sumamente cuidadoso con sus pronunciamientos. La Secretaría de Relaciones Exteriores utiliza palabras como "enérgicamente" y se refiere al hecho como un asunto "ilegal", pero no promueve algún otro tipo de acción que tenga mayores implicaciones internacionales o que inhiba realmente la continuación de esta práctica.

La primera y más lógica explicación tiene que ver con la desproporcionada relación de poder que tiene EU frente a nuestro país. Otra posible causa del titubeo es el temor de que exista información, conversaciones o datos comprometedores, puedan ser revelados si su reacción sobrepasa lo esperado por gobierno estadounidense. A menos de que se tenga una seguridad plena de que no hay cola qué pisar, como ocurre a Brasil, parece que al gobierno mexicano le ha valido más ser cauteloso.

Pero hay otra razón, quizá menos comentada, que tiene que ver con las prácticas de espionaje que a nombre de la "seguridad" y la "inteligencia de Estado" aplica el propio gobierno mexicano a sus ciudadanos. De acuerdo con declaraciones del activista y defensor de derechos humanos Jesús Robles Maloof, el gobierno mexicano utiliza herramientas menos sofisticadas que las de la NSA, pero con ellas obtiene información relevante sobre todo de activistas, defensores de derechos humanos y periodistas. Los programas que se utilizan son denominados Bluecoat y Finfisher. Este asunto llegó hace más de tres meses al Senado, en donde la legisladora Dolores Padierna presentó un punto de acuerdo y además se aprobó un exhorto al IFAI.

De acuerdo con información revelada por Wikeleaks, las empresas Gamma Group y Hacking Team Ht Srl, dedicadas a vender servicios y productos de espionaje cibernético y telefónico, visitaron nuestro país a principios de año. Si necesitamos más evidencias, tenemos las proporcionadas por el CitizenLab, de la Universidad de Toronto, que envió al IFAI las direcciones IP de Uninet (Telmex) e Iusacell, en las cuales fue detectada la presencia de FinFinisher y se ofreció a colaborar con el IFAI para que se detenga la utilización del programa de espionaje en México.

Mientras el gobierno, a través del secretario de Relaciones Exteriores no sólo pedirá una explicación sino una investigación al respecto, ¿quién investigará y qué cuentas se rendirán sobre el uso de herramientas de espionaje aplicadas a sus propios ciudadanos? Quizá en ese mea culpa radica su "inexplicable" tolerancia para con el espionaje del país vecino.

Twitter: @maiteazuela

*La autora es analista política


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