Gang Style

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La capacidad de negociación es una de las características que evalúan los Gobiernos y sus funcionarios. El arte de ofertar, de concertar y de convencer, nace de una voluntad de ceder en el interés y la intención.
Los grandes temas sociales ofrecen la oportunidad de la intervención, por parte de la autoridad, en la solución de las necesidades y los clamores.
El análisis de la negociación refiere dos partes contrarias y un tema o necesidad a resolver. Las técnicas van desde la negación hasta la colaboración, atravesando por la distribución.
En esta última técnica cada parte busca obtener la mayor proporción posible, la cual resulta a costa de lo que pierde la otra. El precio de un bien es el caso típico de este tipo de negociación. El monto es el que interesa por encima de prestigios o relaciones personales. La información sobre el interés de la otra parte y la primera oferta que se lance son variables claves en esta negociación. Aquí hay alguien que gana y otro que pierde.
En la colaborativa, también expresada como ganar - ganar, las partes ceden para mejorar las condiciones entre ambas. Un caso típico son las relaciones entre productor y proveedor. Uno accede a comprar a mayor precio, y el otro acepta la venta mejorando las condiciones de pago, por ejemplo. También se pueden emplear otros mecanismos de compensación, como la ayuda a mejorar la calidad del insumo o a innovarlo. En esta clase de negociación, mantener las relaciones entre ambas partes es importante.
El regreso del PRI al Gobierno Federal también lo fue de las antiguas formas acartonadas y sin sentido en la manera de resolver los conflictos.
Los casos de "negociación" que se presentaron en la cúspide del poder del presidencialismo mexicano en el Siglo 20 incluyeron el factor monetario, como única moneda de cambio, a fin de resolver las cosas.
A excepción de los movimientos estudiantil, médico y ferrocarrilero que en manos de Díaz Ordaz se convirtieron en sangre, destitución o cárcel, los gobiernos, de Echeverría en adelante, cambiaron la técnica e inauguraron la era de las comaladas de dinero o los cañonazos de a millón a los grupos subversivos u opositores.
El principio era el de que todo movimiento político tenía base económica, por ende, a ofrecer centavos y resuelto el caso.
En los ochenta el movimiento magisterial de la CNTE inició su campaña de oposición en varios estados, y la manera de resolver las cosas desde el oficialismo fue el de ofrecer plazas a los disidentes. Recuerdo que en Saltillo varios profes aguerridos de la Normal Superior fueron inmediatamente convencidos, entregándoles tiempos completos y dobles plazas; hoy disfrutan de pensiones superiores a los cincuenta mil pesos y sigue la cuenta.
Creíamos olvidado el tema y que se nos aparece el hidalguense, y entonces a retornar a los oscuros tiempos de la modorra y el dispendio.
Dejando olvidado su garrote en Gobernación, Osorio Chong está dando muestras de avanzar sin rumbo a fin de estamparse con una pared llena de necesidades y temas pendientes, en una sociedad que resiste los agravios, pero que no los perdona.
El Secretario de Gobernación, encargado de la política interna del País, se está caracterizando por ceder ante los reclamos de grupos que guardan intereses muy particulares e identificados, repartiendo millones de pesos en un tiempo en el que los dineros deben estar muy bien etiquetados y alejados del dispendio.
Al SME, un movimiento que estaba muerto desde hace dos años, les otorgó pensiones a mil 400 trabajadores a razón de 500 pesos diarios. Es decir, más de 230 millones de pesos al año, y se obligó a recontratar a todos aquellos que no aceptaron su pensión.
A la CNTE le otorgó el estatus de interlocutor válido. Le concedió abrir una negociación nacional e interferir en asuntos locales para que se resuelvan los problemas laborales, administrativos y de infraestructura educativa que presenten sus adherentes; no importa que sean pocos, ya ostentan representatividad, además de patrocinarles los viajes de regreso y el pago de los salarios no devengados durante el paro.
El Gang Style en la política ya apareció, y su retorno tiene síntomas de malignidad y desasosiego, dejando a un lado los principios y resolviendo las formas. La política, siendo el arte de lo posible, se convierte hoy en el arte de la simulación y de lo inconcebible. ¿Qué pasará cuando llegue el tiempo, al decir de Benedetti, cuando creíamos que teníamos todas las respuestas y, de pronto, cambien todas las preguntas? Al tiempo pues.