Concepto del amor

Opinión
/ 24 noviembre 2013

En un grupo de mujeres jóvenes (entre los 20 y 40 años) escuché  esta pequeña historia: "Estoy indecisa no se si casarme o no; pienso que si ya vivimos juntos, no tiene importancia una ceremonia civil o eclesiástica. No veo la necesidad de esto porque, pensándolo bien, me comprometo a una situación en la que pierdo mi autonomía. Como vivimos cada uno tiene sus propios intereses y la libertad de acción que convenga más a éstos. No estoy segura de sentirme bien, atada supuestamente para toda la vida, a una persona que puede cambiar con el tiempo o las circunstancias. Los tiempos modernos nos dan la opción de escoger lo que más convenga y si no nos gusta, pues lo dejamos y ya".

No fui capaz de argumentar nada y no se si mi silencio significó el consentimiento  a esta actitud. La verdad es que no podía creer lo que escuchaba. Pensé que aquello se trataba como un acuerdo de conveniencia más que un contrato de vida en común en el que el principal ingrediente es el amor mutuo. El darse por entero a otro ser para compartir lo mejor y lo peor de la vida, en el que el único objetivo es darse en cuerpo y alma al ser amado sin esperar por ello reciprocidad o recompensa es lo ideal; si estos llegan  espontáneamente será lo mejor que pueda sucedernos, sin embargo si no es así seremos felices con el solo hecho de dar lo mejor de nosotros.

Escuché de una persona muy cercana y con suficientes conocimientos para opinar, una plática que vino a darme la razón en mi concepto del amor. Dios, dijo, nos dotó  de  un sentimiento sublime: el amor en todas sus manifestaciones, amor al prójimo, amor  a nuestra familia, a los amigos, a la naturaleza, y sobre todo el amor a Dios, porque aquí englobamos todos  nuestros más nobles sentimientos. Cuando amamos a Dios adquirimos la seguridad de que nuestra existencia es tan importante que enfocamos nuestros actos, nuestros quehaceres, nuestros pensamientos hacia una nobleza de espíritu que nos  provoca amor a todo lo existente, y nos llena  de   confianza  y  paz. Preguntaba Eclesiastés: ¿Qué es lo que le da importancia a mi vida, lo que la convierte en algo más que un fenómeno pasajero? Y  tuvo que reconocer: "No encuentro una respuesta, pero instintivamente siento que la vida humana va más allá de la mera existencia biológica. Cuando disfruto en mi trabajo o con mi familia, cuando amo y soy amado, cuando soy generoso y considerado, tengo la sensación de algo que trasciende la vida, y eso para mí  es mucho más convincente que la lógica y la filosofía"   Después agrega "¿Podemos hallar el verdadero sentido de la vida sin referirnos a Dios? Encarando la vida desde una perspectiva religiosa podemos aseverar que ésta es un gran apoyo para dar el mejor  cauce a nuestra vida y, la respuesta se encuentra dentro de nosotros mismos. No dar importancia a una vida en común  con tu pareja, y viéndola sólo como una aventura transitoria y conveniente, nuestro ser carecerá de consistencia y la vida futura pasará como de un albur a otro, terminando en la más absoluta soledad por su falta  de estímulos y sobre todo amor. Llena tu vida de amor y alegría porque, al Final. TODOS SOMOS HISTORIA.




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