¿El peor año del PAN; o el peor PAN en años?

Opinión
/ 2 octubre 2015

Según el jefe nacional del PAN, Gustavo Madero, 2013 fue el peor año del partido azul en dos décadas. Y es probable que tenga razón, en tanto dirigente de ese partido y conocedor de sus entrañas.

Y es que, en efecto, en 2013 el PAN se enfrentó al mayor trauma de toda fuerza política: la perdida del poder. Pero el daño es mayor si recordamos que el PAN no sólo fue echado de Los Pinos en las urnas -en julio de 2012-, sino que Acción Nacional debió regresar ese mismo poder a manos de su odiado contrincante, el PRI, el mismo partido contra el que luchó toda su vida.

Sin embargo, los problemas del PAN no se pueden focalizar en el fatídico 2013, ya que si bien pudo ser su peor año, también es cierto que desde el 2000 -cuando el PAN llegó al poder presidencial- los ciudadanos no sólo atestiguaron el desempeño del peor PAN en toda su historia, sino que han padecido la peor cara de Acción Nacional. ¿Y cuál es esa cara?

Todos la recuerdan. La cara de los malos gobiernos en municipios, estados y a nivel presidencial; la cara de la corrupción, la transa, la improvisación, la incapacidad para el difícil oficio de gobernar, la incultura democrática y hasta el derroche y el olvido de los principios y la doctrina que le dieron lustre al PAN durante más de medio siglo.

En efecto, 2013 pudo ser el peor año del PAN, pero también es cierto que a lo largo de los últimos 13 años tanto el poder municipal, como los gobiernos estatales y el poder presidencial corrompieron a un Partido Acción Nacional que olvidó su doctrina, que se alejó de los ciudadanos, que se empalagó con el dinero fácil de la transa, la corrupción y el juego y que, al final de cuentas, hoy es una organización que terminó por convertirse en todo aquello que cuestionó al PRI.

Dicho de otro modo, si durante medio siglo el PAN demolió las estructuras del PRI con una sapiente estrategia de denuncia de la corrupción, la antidemocracia y el cochupo, desde el año 2000 el PAN fue tragado por la corrupción, la antidemocracia y el cochupo a su interior. Y es tal el escándalo que hoy en el PAN casi nadie se salva de la transa y los malos manejos ¿Quieren pruebas?

Basta que los militantes, líderes o simpatizantes del partido azul se pregunten de dónde salió el dinero para financiar las campañas políticas de gobiernos municipales, estatales y/o de los gobiernos federales como los de Vicente Fox y Felipe Calderón. Una buena parte del dinero para hacer política salió del negocio del juego -de los casinos-, que por ejemplo en el sexenio de Felipe Calderón benefició lo mismo a calderonistas que a maderistas.

¿Por qué, por ejemplo, el nombre de Gustavo Madero y de buena parte de su grupo político se vincula con socios de casinos en estados como Nuevo León, Chihuahua, Guanajuato y Querétaro? ¿Por qué, por ejemplo, la Secretaría de Gobernación en tiempos de Felipe Calderón, se convirtió en una suerte de "caja chica" de la que muchos medraron? Así, por ejemplo, la historia política de dos de los panistas más cercanos a Gustavo Madero y sus pilares en la Cámara de Diputados son verdaderas joyas de los escandalosos niveles de corrupción a los que llegó el PAN en años recientes. Nos referimos a los diputados Luis Alberto Villarreal y Ricardo Anaya Cortés, quienes hoy "se venden" como próceres de la democracia y la honestidad, cuando en sus respectivos estados -Guanajuato y Querétaro- son memorables la transa y la corruptelas.

En el primer caso, la prensa local de Guanajuato ha documentado hasta el cansancio -y hasta la náusea- los negocios pocos claros y el abuso de poder de hoy diputado y ex senador Luis Alberto Villarreal, quien en alianza con Gustavo Madero aspira a convertirse en el próximo gobernador de Guanajuato. Sin embargo, pocos creen que logrará su más acariciada ambición. ¿Por qué? Porque la cola de negocios vinculados al juego es larga. Pero acaso el ejemplo más claro de corruptelas sin freno sea el del también diputado federal y líder de la mesa directiva de San Lázaro, el joven Ricardo Anaya Cortés, motejado como El Cerillo. El queretano fue el hombre fuerte del ex gobernador del PAN Francisco Garrido Patrón, quien en 2009 fue derrotado por el PRI gracias a los feos escándalos de corrupción. ¿Y quién era el jefe de la banda de funcionarios transas en Querétaro, en el gobierno de Garrido Patrón? Sí, nada más y nada menos que el "joven maravilla", como se ha vendido el diputado Anaya, quien también aspira llegar a gobernador de Querétaro.

Lo cierto es que de 2000 a 2013 el PAN olvidó la doctrina, tiró por la borda los principios y dejó entrar a vividores sin límite. Y hoy paga el precio de esos horrores. Al tiempo.

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