Hoy No Circula, un balazo a la cabeza

Opinión
/ 2 octubre 2015

Sólo un enemigo político le pudo recomendar a Miguel Mancera hacer más riguroso el programa Hoy No Circula, justo cuando arranca la llamada elección intermedia, que en la capital del país será una suerte de plebiscito sobre la gestión del jefe de Gobierno.

Y es que, en los hechos, cuando Mancera endurece las restricciones para la circulación de vehículos, le está pidiendo a millones de capitalinos que vendan como chatarra sus viejos automóviles; carcachas que son herramienta fundamental de trabajo y el primero y acaso el único peldaño de miles de familias que aspiran a empezar a subir la escalera que lleva a la clase media. No es novedad que para cientos o miles de familias mexicanas, el preciado automóvil, nuevo o viejo —en una ciudad construida básicamente para el automóvil—, ya dejó atrás el emblema de estatus y se ha convertido en instrumento indispensable para la vida diaria; herramienta de trabajo y, al final, en el primer escalón tangible para millones que aspiran alcanzar la clase media.

Más aun, resulta una paradoja insultante que los dos más aplaudidos jefes de Gobierno del Distrito Federal, que se dicen de izquierda —como Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard—, hayan fincado buena parte de sus obras emblema en verdaderos monumentos al automóvil, como los segundos pisos y sus ampliaciones de paga. Y en su momento resultaba ridículo y ofensivo, por ejemplo, que AMLO y Marcelo convocaran a los ciudadanos de a pie a conocer las obras magníficas para el automóvil, cuando la gran mayoría de ellos no pueden poseer un automóvil.

Pero resulta aun más ridículo que en aras de la salud de los capitalinos y abatir los escandalosos niveles de contaminación, otro jefe de gobierno también surgido de las llamadas izquierdas, decida dar carta de naturalización al DF como la ciudad para el automóvil. Pero no cualquier automóvil, sino para el automóvil nuevo, de modelo reciente y en el extremo, para el costoso vehículo eléctrico que pocos pueden pagar.

En el fondo, el mensaje de Miguel Ángel Mancera es que la ciudad de México no es para los que tienen automóviles viejos y menos para aquellos que con esfuerzo, mucho trabajo y ahorro han comprado su vieja carcacha que los pone en fila para arrancar en dirección a mejores niveles de vida y de ingreso. Para ellos no hay lugar en la capital. Acaso en las mediocres ciclovías —que nadie respeta—, o en el insufrible transporte público.

En los hechos se confirma que la ciudad de México es para las privilegiadas clases medias, por un lado, y para aquellos no menos privilegiados que han convertido la marcha, el plantón y el bloqueo en uno de los negocios políticos más rentables. En cambio, los ciudadanos de a pie, que no tienen automóvil nuevo o de modelo reciente, sólo tienen lugar en el insuficiente transporte público.

Y es que pueden explicar lo que gusten y manden sobre la importancia de abatir la contaminación en la capital del país, pero los argumentos no se sostienen ni un minuto cuando se contrastan con los privilegios que se otorgan a grupos sociales que han hecho de la marcha, el plantón y el bloqueo un mafioso negocio de chantaje y presión; no se compara con los privilegios otorgadas a mafias de transporte público y de carga, al comercio ambulante, a la poderosa mafia recolectora de basura y a otros grupos no menos mafiosos que venden a su antojo la calle. Todos ellos contaminan más que los autos viejos. ¿Por qué unos son tolerados y otros castigados?

Mientras que la autoridad tolera todos esos grupos mafiosos, los mexicanos que menos tienen, los que apenas poseen un viejo automóvil son relegados a usar sus viejas carcachas pocos días a la semana. Y sin duda que el castigo a los que menos tienen podría resultar llevadero si el transporte público fuera eficiente y suficiente. Pero la realidad es ofensiva. Hoy subir al Metro en horas pico, al Metrobús y a destartalados camiones de la RTP, es lo más parecido a un suplicio. A eso se debe sumar el calvario que medio millón de personas padece todos los días por la fallida Línea Dorada del Metro.

¿Por qué es insuficiente el transporte público? ¿Por qué no hay más camiones en las rutas de Metrobús? ¿Por qué no hay más rutas? ¿Por qué no se invierte en la compra de camiones nuevos de RTP? Por la misma razón que la ciudad está llena de baches, de calles destrozadas, de drenaje inservible

En junio de 2015 hablarán los ciudadanos. Al tiempo. 


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