Pabón sostiene la ficción
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A Rayados, los triunfos se los da Dorlan Pabón. Es la flama que hoy ilumina la ficticia marcha del equipo. Alguna vez Suazo, en sus buenos tiempos, traía la misma pólvora, pero el contexto era diferente, tenía respaldo colectivo; el colombiano, no.
Es Pabón más lo que pueda hacer Rayados y no Monterrey más el hándicap que le ofrezca él. Es importante marcar esta diferencia porque es esencial separar las aguas: una cosa son los resultados y cómo se gana, y otra el funcionamiento. Esto no sugiere ser novedad porque es una realidad instalada desde la fecha 1.
La alta rentabilidad de Pabón se disfruta. Sus goles han caído por kilos en una porción breve del torneo invariablemente del tiempo que juegue. Puede no estar para 90 minutos, pero con 75 ante Cruz Azul le fueron suficientes para estampar un hat-trick y sacar del ahogo a su equipo. En otras tardes ya había desafiado el segundero del reloj con anotaciones oportunas.
Pabón es de esos goleadores que necesitan un hueco para anotar, no tiempo. En medio de la espesura futbolística de Rayados, el colombiano es indetectable. Su gran virtud es la de interpretar la densidad del partido desde un lugar secundario y de repente surgir con una participación protagónica. Sus apariciones son acotadas, pero decisivas, resolviendo por su cuenta lo que el equipo, en su conjunto, no puede.
Sería absurdo decir que sólo juega Pabón, pero sí sería insensato utilizar su puntería para validar un todo. Rayados tiene la fortuna de contar con un artillero de ley en su punto justo. El problema es que la dependencia es traicionera porque hoy disfraza las miserias de una tambaleante propuesta, pero mañana podría sufrirlas si por algún motivo el colombiano le suelta la mano.
No hay que confundir contundencia con juego contundente. Rayados, por ahora, sobrevive con lo primero, pero batalla para lograr algo serio en lo futbolístico que se acerque a lo segundo. Sigue siendo un cuadro plano, sin estilo, desabrido, impráctico, lento, impreciso y desconectado.
El sistema es lo de menos, porque termina siendo indiferente ante el problemón que carga de origen. El déficit del equipo hay que buscarlo en la aptitud, en el compromiso, en las ganas y en el convencimiento. Sin estos preceptos, la táctica sale sobrando.
Si Delgado camina y se autoaisla del desarrollo, si Cardozo renuncia a la explosión y a la sorpresa para cerrarse con los contenciones, si Zavala se empecina en jugar corto sin visión ni distribución, si Meza está más ocupado en tapar los huecos de su compañero y si los laterales Juárez y Velarde pasan al frente de vez en cuando, es probable que la notable falta de convicción le abra paso a la inestabilidad.
Rayados no sabe salir con balón al pie desde atrás porque nunca tiene opciones de pase. Salta las líneas porque carece de un pie de apoyo en el medio y por el mismo defecto, le llegan mucho. Barra no logra potenciar el modelo porque insiste con lo mismo. Al equipo lo exige, lo estira, lo hace monótono y al final de cuenta, lo daña. La circulación no influye porque no hay circuitos definidos ni sociedades.
¿Pero Rayados va tercero y con 10 puntos? ¿Es ficción? Sí, porque no se puede ignorar lo que hay detrás de Pabón.