¿Un Congreso podrido?
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Cuando el año pasado se esparció como un reguero de pólvora el rumor relativo a que los diputados federales, o por lo menos alguna significativa mayoría de ellos, había recibido un bono de actuación, dicho sea sin eufemismos, un soborno a cambio de aprobar al vapor y sin los obligados análisis el presupuesto federal de egresos para el ejercicio de 2014, llegué a la conclusión de que semejante hecho, de llegar a comprobarse, equivaldría a la detonación de un artefacto nuclear de no sé cuantos miles de millones de megatones. ¿Resultado? El tema se fue desvaneciendo gradualmente hasta perderse, como siempre, en la densa noche de los tiempos. Bien lo decía Mario Moreno Cantinflas: en México nunca pasa nada, hasta que pasa y cuando pasa, todos decimos, pues claro tenía que pasar
De haber sido cierto semejante evento, los diputados federales premiados indebidamente con los ahorros públicos (muy a pesar de que en la realidad devengan un ingreso injustificado y absurdo además de desproporcionado con el salario mínimo nacional) el suceso tenía que haber despertado una furiosa respuesta nacional de la prensa y de la ciudadanía que finalmente nunca se dio ni en la mínima expresión callejera, lo cual viene a comprobar, una vez más, que una sociedad que no protesta es, sin duda alguna, una sociedad enferma.
Todo lo anterior viene al cuento porque en estos días vuelve a circular el rumor, cada vez más insistente, de que en esta ocasión tanto los diputados federales como los senadores recibieron monstruosas cantidades de dinero etiquetados de nueva cuenta como bonos de desempeño, subvenciones, aportaciones o ayudas, cuando en realidad se trata otra vez de auténticos sobornos camuflados, gigantescos cochupos a cambio de aprobar con la máxima celeridad la reforma energética que nuestro país demandaba con la misma ansiedad que un moribundo exige la mascarilla de oxígeno.
Usted, amable lector, que pasa distraídamente la vista por estos renglones, ¿cree que estos legisladores sinvergüenzas que ya cobran dietas insultantes en un país pobre, van a pagar el 35 por ciento de esos recursos mal habidos, tal y como lo disponen las nuevas disposiciones de la ley del impuesto sobre la renta? Por supuesto que estos bandidos disfrazados de representantes populares (que representan a los gerifaltes de sus partidos porque la sociedad mexicana no tiene ni voz ni voto en esos siniestros recintos legislativos), se percatan que la obtención de dichos ingresos irrita de sobremanera a la opinión pública y, sin embargo, se los embolsan con una insultante sonrisa ante un electorado que cotidianamente va acumulando un mayor y no menos temerario rencor.
Los grupos violentos de jóvenes anarquistas que ya empiezan a surgir en las universidades del país pueden dar un día la sorpresa. El hartazgo de la sociedad ante la injusticia y los excesos amenaza con desbordarse en cualquier momento. La irresponsabilidad y la provocación abierta del gobierno puede producir fatales consecuencias. En este caso una mayoría de legisladores federales mexicanos están despertando a patadas al México bronco, de cuya existencia nadie quisiera acordarse
Un congreso podrido que presuntamente vendió sus facultades a cambio de 500 millones de pesos es una clara invitación a la violencia que nadie quisiera volver a padecer
@fmartinmoreno