Reforma energética, una aportación
COMPARTIR
TEMAS
El 11 de agosto de 2014 será destacado en la cuenta larga de la historia nacional; aquélla que los antiguos mayas usaban para registrar los grandes acontecimientos, los que cambian radicalmente el curso de la sociedad.
Histórica por su origen y por su trascendencia, el nuevo marco jurídico de la reforma energética reivindica el que en su momento logró un mexicano que nos pertenece a todos, el presidente Lázaro Cárdenas, quien permitió a los particulares participar en la industria petrolera, sin comprometer la propiedad de la Nación.
Es ésta una reforma de vocación social, porque el Estado no sólo mantendrá la propiedad de los hidrocarburos, sino que reafirma su rectoría en áreas estratégicas, asegurando que la riqueza petrolera se traduzca en bienestar para todos.
Con ella podremos llegar hasta donde ahora resulta imposible y explotar nuevos combustibles con tecnologías más limpias, haciendo que México recupere su protagonismo en el mercado internacional tan competido y sofisticado.
Estos cambios garantizan que las empresas mexicanas cuenten con combustibles suficientes y a precios que les permitan ser competitivas. Estimaciones conservadoras indican que tenemos en el subsuelo más de 140 billones de pies cúbicos de gas natural sin explorar, más del doble de nuestras reservas totales.
La reforma nos permitirá contar con más recursos para apoyar programas sociales, educación y desarrollo, en beneficio de la población más desprotegida.
La transparencia será el engrane de la operación del sector energético en conjunto; para ello se establecen mecanismos que impidan decisiones discrecionales; serán públicos los recursos que reciba el Estado por los hidrocarburos que se extraigan, así como el uso que se les dé.
En resumen, se fortalecerá la economía, se modernizará nuestra planta productiva, con lo que se consolidará nuestra soberanía energética.
La opción que nos dimos los mexicanos se construyó sobre la firme plataforma de las ideas contemporáneas más progresistas. Aquéllas que reconocen que la mejor política contra la pobreza y la desigualdad, es la generación de empleos productivos bien remunerados, con base en una economía que concilia la necesidad de crecimiento, con el imperativo de mayor igualdad social. La que postula la necesidad de incrementar y democratizar la productividad en forma consistente y sostenida, como el medio más efectivo para acelerar la economía y reducir la desigualdad; con un Estado fuerte, rector de la economía y promotor de la inversión, y una sociedad civil exigente y participativa.
En este proceso, el Poder Legislativo desempeñó un papel crucial al conseguir la que quizá sea la reforma de más hondura y alcance desde 1917. El debate acreditó la enorme vitalidad del Poder Legislativo, demostró la riqueza de la pluralidad y lo fecundo del disenso. Lo anterior, más el encauzamiento de las opiniones divergentes por la vía institucional, hace evidente la madurez de nuestra democracia.
El legado transformador de Enrique Peña Nieto es una hazaña, una aportación a la República, que somos todos los mexicanos.
@CCQ_PRI