35 años de ciudad Ramos Arizpe
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Fundada en 1577, las tareas agrícolas le dieron a la vecina Ramos Arizpe su primer nombre: Valle de las Labores. Antes de cumplir 30 años ya se llamaba San Nicolás de la Capellanía, debido a que Ginés Hernández, uno de los primeros pobladores, motivado por su devoción al santo patrono San Nicolás de Tolentino, instituyó una capellanía entregando una dote al capellán para que a su fallecimiento se oficiaran misas por el eterno descanso de su alma. En 1850 se le elevó a la categoría de villa, y se le impuso el nombre de Ramos Arizpe en memoria de uno de sus ilustres hijos. Una vez alcanzadas las condiciones requeridas para obtener el rango de ciudad, se expidió el 13 de mayo de 1980, el decreto por el que dejó de ser villa y alcanzó rango de ciudad. Acaba de festejar sus 35 años el miércoles pasado.
Los personajes, actividades cotidianas y los acontecimientos históricos y políticos le han dado carácter y figura peculiar a esa población. El desfile de los ciudadanos distinguidos inicia con el Padre del Federalismo, don Miguel Ramos Arizpe; los generales Eulalio y Luis Gutiérrez Ortiz y Francisco Coss Ramos; los aviadores Emilio Carranza y Pablo L. Sidar; el poeta Fidencio Flores, y muchos otros personajes de sabrosa remembranza. No se quedan a la zaga las personas que con sus actividades contribuyen a la vida económica y social del municipio, como don Melchor Aguirre, El Rápido, a quien puede llamarse el primer intermediario comercial, pues a diario transportaba la leche que producían sus vacas a Saltillo, y de regreso llevaba los encargos que le hacían sus coterráneos.
Primerísimo lugar ocupan los panaderos que elaboran el pan de pulque: semitas, molletes y chorreadas de piloncillo, y las damas que cocinan pasteles y repostería fina, o exquisitos tamales, manjares de la gastronomía mexicana que le dieron a Ramos Arizpe fama y renombre.
El recorrido por su historia incluye la primera sala de cine: el Cine Flores, desplazado por el Real Cinema, y éste a su vez, por la moda de las videocaseteras domésticas, actividad recuperada hoy con una moderna sala en un moderno centro comercial. La remembranza sigue con la hostería La Familiar y la gran variedad de servicios en gastronomía que ofrece hoy en día.
El crecimiento y el progreso de la ciudad han dado lugar a toda clase de actividades comerciales, al impulso de la educación en todos sus niveles y al surgimiento de una extensa gama de establecimientos y servicios sin que pierda su habitual tranquilidad provinciana. Los lugares de convivencia y paseo familiar siguen siendo las plazas de Abajo y la de Arriba, el Parque Venustiano Carranza y la nueva Alameda.
Dice don Manuel H. Gil Vara, su cronista, en su librito Ramos Arizpe en el tiempo, que sus habitantes son: tercos, obstinados, perseverantes, firmes, tesoneros, tozudos, es la idiosincrasia natural que nos identifica y que con orgullo enarbolamos. En cuanto al lenguaje coloquial, confiesa que por ceñirse a las disposiciones de una docta e hipotética institución, sus coterráneos no acostumbran usar ninguna clase de eufemismos o insinuaciones, sino que en lugar de llamar tonto o distraído al pendejo, lo llaman simplemente pendejo, y que sólo utilizan el léxico aceptado por el muy Pontificio, nicolaíta, tolentinaico y cardenalicio Colegio del Lenguaje Ramosarizpense, pomposo nombre con el que bautizó a la supuesta cofradía que dicta los usos lingüísticos de su bella ciudad.
edsota@yahoo.com.mx
Esperanza Dávila Sota