Hombre de dos reinos

Opinión
/ 22 junio 2015

La película se puede conseguir todavía.

Se puede ver gratis por internet en gloria.tv. En inglés se tituló A man for all seasons. Es la vida de Thomas Moro, Canciller de inglaterra. Es una cinematografía bien ambientada y con buenos diálogos. La historia de Moro es la de dos fidelidades, la fidelidad a su conciencia y la fidelidad a su rey. Llegan a estar en conflicto estas dos fidelidades. Se le pide que dé su aceptación a la unión de adulterio que trama el monarca y, a pesar de todas las presiones él dice ¡no!

Lo aprisionan y, ante su posición inquebrantable lo sentencian a ser guillotinado.

Es un abogado que vive con elegancia universitaria su servicio al reino. Tiene una hermosa familia en que sus hijas se han formado en todas las disciplinas humanísticas y artísticas de su tiempo, con dominio pleno de las principales lenguas europeas y de la cultura grecolatina.

Erasmo de Rotterdam visitó Inglaterra, donde trabó amistad con J. Colet y con T. Moro, en cuya casa escribió su desenfadado e irónico Elogio de la Locura (1511), antes de enseñar teología y griego en Cambridge. Llevaron ambos una amistad en que compartían sus valores culturales.  Es conocida la obra Utopía del patrono de los abogados.

Fue, el ahora santo Thomas Moro, un hombre de virtudes domésticas, profesionales y políticas. Vivía su fe en su vida familiar y con los trabajadores domésticos, atendía gratuitamente las demandas de los pobres.  En la función pública fue muy respetado por su honorabilidad incorrupta.

Sereno y firme, con buen humor, dijo  -en el instante póstumo- al verdugo que apartara su barba del descenso de la cuchilla porque ella no tenía sentencia. Hubiera gozado de un alto puesto y una prosperidad material de extensas propiedades y grandes regalías con el constante favor regio. Seguramente recordó la palabra de

su Maestro: ¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo?.

Apenas ayer se celebraba la fiesta de este gran hombre, esposo, padre, amigo, abogado, pensador y servidor de su rey, pero no más que de su conciencia y de su Dios. Todos los servidores del derecho y quienes son mandatarios en la vida pública podrían ver, en estos días, esa película cuya primera escena es la firma de Wolsey y el lacre de Cromwell para la carta enviada a Moro para una entrevista que definió destinos...

El autor de Claraboya, quien ha escrito para Vanguardia desde hace más de 25 años, intenta apegarse a la definición de esa palabra para tratar de ser una luz que se filtra en los asuntos diarios de la comunidad local, nacional y del mundo. Escrita por Luferni, que no es un seudónimo sino un acróstico, esta colaboración forma ya parte del sello y estilo de este medio de comunicación.

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