El escándalo de las fotomultas
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En esta ciudad de absurdos, loco es quien camina cinco cuadras, y cuerdo es quien las maneja. El derecho de vía no privilegia a la persona más frágil, sino a quien maneja la máquina más potente. Cruza la calle una señora embarazada, con carreola y con las compras, y el adolescente en la camioneta, ofendido, le pita. Cruza la calle un niño, niño pendejo. Cruza la avenida un viejo, viejo pendejo. Pasa una suburban a 140 kilómetros por hora, y nadie levanta una ceja. El gobierno no fija los límites de velocidad con base en estándares internacionales, o buscando alcanzar una meta de reducción de accidentes. El criterio es mucho más prosaico: Súbelos hasta que te dejen de gritar, o bájalos hasta que te linchen.
Supongo que no debe sorprenderme que las redes sociales de mis paisanos ardan por las fotomultas. El alcalde mandó poner diez cámaras para multar a quienes sobrepasan límites de 80 y 90 kilómetros de velocidad en algunas avenidas principales. Oh, invasión a los derechos humanos. Oh, gran corrupción. Oh, papá gobierno que pisotea nuestra privacidad y libertades. Sobra decir que en mi ciudad pocos cumplen con los límites porque estos parecen tan anacrónicos, tan injustos, tan absurdos. Muchos automovilistas parecen preguntar: ¿Qué no fue el propio gobierno el que sustituyó los semáforos con decenas de pasos a desnivel? ¿Qué no es el gobierno el que obliga al peatón a usar pasos peatonales? ¿Qué no fueron las autoridades las que dejaron de tomarse en serio sus propios reglamentos de tránsito? Hoy el Gobierno de Saltillo cosecha lo que sembró: Si todas las obras de infraestructura vial construidas en al ciudad en la última década han buscando soportar mayores velocidades, ¿cómo sorprenderse de tener tantos automovilistas correlones?
Veo por ahí a varios aspirantes a político promoviendo amparos masivos contra las multas. Veo a regidores más interesados en frenar el programa que en frenar a los correlones. Veo a funcionarios estatales felices saboteando la cobranza del programa. Y veo, tristemente, a un alcalde considerando ceder nuevamente ante la presión de las graderías. Qué escándalo.
Ojalá los críticos fueran tan puntillosos revisando la estadística de muertos y lesionados en las calles de Saltillo. En lugar de subir los límites de velocidad, nuestras autoridades deberían colocar contadores electrónicos en cada cruce peligroso, informando diariamente como evoluciona el número de accidentes. En el 2014, según datos recabados por el IMPLAN, hubo 257 accidentes viales tan solo en el Periférico Echeverría. En el bulevar Venustiano Carranza (salida a Monterrey), 122. En bulevar Fundadores hubo 95. Comparen los dos mapas. Las avenidas que concentran más puentes y pasos a desnivel también concentran la mayor cantidad de accidentes. ¿Está tan mal intentar mitigar los errores del pasado? ¿En serio es tan polémico querer reducir estas estadísticas escandalosas? En todo caso yo diría que las medidas tomadas por el Ayuntamiento hasta ahora son insuficientes. Solo en el 2014, 36 personas perdieron la vida en un accidente vial. 1,458 personas resultaron lesionadas. ¿Cuántas habrá en 2015, especialmente si cancelan las fotomultas? Felicidades saltillenses. Sigamos de valientes. Que ninguna autoridad se meta con nuestro derecho a llevarnos a alguien de corbata.
Muchas quejas contra el programa de las multas son tan razonables como atendibles.
Obviamente, urge transparentar y revisar el contrato de la empresa que puso las cámaras, y hay que vigilar el destino de los ingresos. El alcalde debería anunciar, pronto, que todos los ingresos de las multas quedarán etiquetados para un fondo para los familiares de las víctimas de accidentes viales, o para un programa de cultura vial, o para subsidiar el transporte público, o para comprar más cámaras. Debería mostrar, con datos inatacables, que el programa ya ha reducido significativamente el número de accidentes, que lo ha hecho sin distraer a los policías y agentes de tránsito del Ayuntamiento, y sin implicarle costo alguno al erario.
Y debería decir claramente cuál es la meta de esta y otras acciones de su administración: ¿Qué tal reducir hasta cero el número de muertos en accidentes viales en las calles de Saltillo? Vision Zero sarapero.
Ojalá la discusión llegara al fondo, y sirviera para poner sobre la mesa las inconsistencias de los dos modelos antagónicos de ciudad que tenemos en nuestras calles. Por un lado está la ciudad de los pasos a desnivel, la de la guerra contra los semáforos, la de las eficientes y sustentables altas velocidades. Esa es la ciudad que construye un gobierno que asume que el ser humano es incorregible, que siempre atenderá primero a sus propias urgencias, y cuyo comportamiento no puede modificarse.
Por el otro, está la ciudad de las velocidades responsables, del tráfico fluido pero calmado, de quienes ponen primero las necesidades de quienes no quieren o no pueden tener carro.
Esa es la ciudad de los hombres y mujeres que prefieren perder unos minutos diarios a poner en riesgo la vida de alguien más. Esta no es la cruzada del alcalde contra la ciudadanía. Es la lucha de cada saltillense contra el peor aspecto de nosotros mismos.
Postdata:
Quien a pesar de todo requiera de un método infalible para evitar una fotomulta, puede seguir los pasos recomendados aquí: https://youtu.be/6bM8oGN2198