Que fácil ser intelectual

Opinión
/ 30 marzo 2016

Que fácil ser intelectual, ser dueño de la verdad absoluta y tener el monopolio de la honestidad completa, que fácil arrojarse al piso para fingir independencia, autonomía solo de fachada.

Que fácil tener un artículo en el periódico y escribir con ortografía y sintaxis perfecta, pero solo de temas políticamente correctos, nada que ofenda a las buenas conciencias del poder omnímodo de 3 colores, nada polémico, nada que implique riesgo, y así, presumir el bagaje cultural hablando de los animalitos, de la carne asada con los amigos, de los alumnos de la facultad, pero derrochando estilo, claro.

Que fácil ser crítico, pero solo del Obispo Raúl Vera y de Neli Herrera, nada más a la segura, nada más contra los que no pueden limitar los privilegios burocráticos. Qué fácil renunciar a la obligación de aportar elementos para entender la realidad política, que fácil escribir de cosas que no importan.

Que fácil ser intelectual y pertenecer al club de los elogios mutuos, yo estoy bien y soy intelectual, tu estas bien y eres periodista de investigación, todos somos excelentes, intachables, intelectualmente honestos y las últimas coca colas del desierto y así actuar felizmente en grupo.

Que fácil tocar la misma puerta que mis pares y besar la misma mano, pero pretender una imagen de independencia y pulcritud, que fácil pedir los mismos favores y hacer básicamente lo mismo, pero que mi asunto corra por cuerda separada, que fácil pretender el engaño a todos, todo el tiempo.

Que fácil hacer berrinche y denunciar aspectos cuestionables del órgano autónomo del que se forma parte, solo para conseguir la presidencia de una Comisión, que fácil después sufrir amnesia permanente y ser parte de lo que antes se denunció.

Que fácil tener un vehículo de lujo, pagado con recursos del erario público y hasta una cuenta en dólares en el extranjero como prestación institucional, que fácil pretender que nadie lo sepa, que nadie recuerde que nadie pregunte, que nadie cuestione. Qué fácil votar a favor de decisiones francamente contrarias a la democracia y luego pretender que no existieron para que no afecten una imagen personal falsa, construida a la velocidad del egoísmo.

Que fácil ser de la élite y estar en el olimpo de la cursilería ilustrada, olvidar la consciencia de clase para caminar plácidamente por los campos elíseos de la falsa intelectualidad.

Que fácil criticar a los que luchan por lo que creen, a los que son genuinamente críticos, a las conciencias que no están en venta.

Que fácil avanzar por la vida de esa forma y ostentar un éxito vergonzoso, que fácil aspirar desde esa posición al reconocimiento; que triste tener una piel tan sensible a la crítica, que lamentable ser un personaje más de una historia oficial ignominiosa.

columnaacropolis@gmail.com

Twitter: @bebefuerza

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