4T: ¿Nuevo sistema o reajuste del pasado?

Opinión
/ 19 junio 2024

Primera Transformación. El 15 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo dejó oír su grito por la independencia frente a España, le siguieron once años de guerra, hasta que en 1821 se consumó la independencia y se proclamó el Imperio de Agustín de Iturbide, que pareció poner fin a la lucha armada. Le siguieron años convulsos, se sucedieron gobiernos de distinto sello: republicanos, monárquicos, federalistas, centralistas, liberales y conservadores. Diversos caudillos siguieron pugnando por el poder hasta 1833, veintitrés años después del grito de Dolores, cuando Antonio López de Santa Anna se consolidaba como presidente y caudillo de la joven república.

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Segunda Transformación. El 1854 un grupo de liberales se alzaron contra Santa Anna, para entonces ya metamorfoseado en conservador. Lanzaron el Plan de Ayutla encabezados por Juan Álvarez y comenzaron así veintidós años de inestabilidad política. Se sucedieron nueve presidentes y el segundo imperio encarnado en Maximiliano de Habsburgo. En los sesenta los liberales se consolidaron en el poder, pero fue hasta 1876 que cesaron las luchas armadas. Porfirio Díaz se afianza como presidente y caudillo, conservando el poder hasta 1911, con una breve pausa, entre 1880 y 1884 cuando dejó el cargo, más no el mando, a su compadre Manuel González. La inestabilidad política tras la caída de Santa Anna duró veintiún años, el control político militar de Porfirio Díaz duró treinta y cinco.

Tercera Transformación. El 5 de octubre de 1910, Francisco I. Madero proclamó el Plan de San Luis, llamando a derrocar a Porfirio Díaz. Después de varios tropiezos, consiguió iniciar el movimiento armado desde Ciudad Juárez. Díaz dejó el poder el 25 de mayo de 1911, pero con ello los problemas y la inestabilidad apenas comenzaban. Durante los siguientes dieciocho años prevaleció la lucha caudillista, la inestabilidad siguió hasta marzo de 1929. Plutarco Elías Calles estableció un método “institucional” para el relevo del poder. Fundó el PNR, trasmutado más tarde en PRM y por último en el PRI, cuyas siglas conocemos todos. El pacto político concebido por Calles duraría setenta y un años, como una especie de dictadura hereditaria limitada a seis años, durante los cuales el titular del Ejecutivo ejercía un poder prácticamente absoluto.

Cuarta Transformación. Con el paso de los años el régimen aprendió a adecuarse a las cambiantes circunstancias internas y geopolíticas, pero también se fue esclerosando. Comparado con las dictaduras militares del Cono Sur, se decía que el régimen mexicano era una “dictablanda”, el novel Vargas Llosa lo caracterizó acertadamente como “la dictadura perfecta”. Pero “todo por servir se acaba y acaba por no servir”, la primera señal notoria de agotamiento se hizo visible en 1968, lo que comenzó como una riña futbolera desencadenó una espiral de protestas estudiantiles y populares y de creciente represión. El 2 de octubre de 1968, un mitin de los estudiantes en Tlatelolco terminó en una matanza, en desapariciones forzadas y encarcelamientos. Ahí dio comienzo la “Guerra Sucia”, cuyas víctimas todavía hoy esperan justicia.

El 6 de julio de 1988 el PRI, nieto del PNR fundado por Calles, entró en crisis. Tras unas elecciones fraudulentas y la “caída del sistema”, se impuso a Carlos Salinas de Gortari. Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel Clouthier encabezaron la oposición y abrieron “un boquete al sistema”. La oposición persistió desde diversos flancos, de manera paulatina y pacífica, particularmente si comparamos estas luchas con las que se vivieron en las tres etapas anteriores.

En 1997 el partido hegemónico perdió la mayoría en el legislativo, Cuauhtémoc Cárdenas ganó la Ciudad de México y en 2000 ganó Vicente Fox la Presidencia de la República. Usted haga sus cuentas desde donde prefiera, pero si contamos a partir de 2000, tenemos veinticuatro años de gobiernos sin mayoría en el Congreso, con enfrentamientos y una muy débil democracia.

Con la ayuda de Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum Pardo se convertirá en la primera mujer titular de Ejecutivo Federal. Contará con mayoría absoluta en el Congreso, muy probablemente con mayoría calificada y con la mayoría de las legislaturas estatales. Si se lo propone podrá modificar la Constitución y cuanto ello implica. El régimen se autonombra “cuarta transformación”, de ser exitosos, la historia nos dirá si su aspiración fue democrática o no. Las tres anteriores fracasaron en este frente.

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Debemos esperar. La historia nos deja ver que un par de gobiernos no hacen un sistema nuevo. Pero en caso de que sean exitosos, ¿se tratará de un nuevo sistema o sólo es un reajuste del anterior? En el sistema que no termina de morir, ha reinado la corrupción. En los dos primeros, sin duda también la hubo, pero se anteponía el deseo de poder con mucho de egolatría, ahí están las figuras de Iturbide, Santa Anna, Maximiliano, Díaz u Obregón.

Han pasado veinticuatro años desde que el PRI empezó a desmoronarse. Habría que comparar la inestabilidad presente con las anteriores. Muchas muertes sí, a manos del crimen organizado, pero mucho menos que en las guerras de independencia, reforma o revolución. La economía se ha fortalecido, aunque no democráticamente. La riqueza concentrada en poquísimas manos y no se ve una estrategia creíble y convincente para cambiar esa lacerante realidad. La pregunta del título no tiene respuesta, no hay forma. Habrá que esperar. Esta es la historia de las élites, de las cuales el pueblo está ausente o es mero espectador.

X: @chuyramirezr

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