Tsunami y pandemia es ya la expansión de la adicción al futuro.
Da por resultado una muchedumbre de gente, gobiernos, instituciones, empresas y familias aceleradas tanto como ya lo padecen los individuos.
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Se extiende en todos los niveles de vida y convivencia esa tendencia a acelerar, precipitarse, querer ganar Zamora en una hora, adelantar vísperas y madrugar para que amanezca. El encogimiento de plazos no solo produce el café instantáneo sino también los advientos invadidos de navidades, las postulaciones políticas convertidas en campañas sin pre y casi con gabinete del porvenir, adivinado y casi arrebatado.
Se adelantan inauguraciones antes de suficiencias y exigencias integrales. Bueno hasta la parusía, los últimos tiempos, los apocalípticos de fin de mundo ya están en las carteleras para gran exhibición de sustos y pánico precoz.
FERIA DE ANTICIPACIONES
Se está acostumbrando disminuir el tiempo de preparaciones. Los tiempos abreviados se presentan como parte de la postmodernidad.
Por todos lados se contemplan prisas, precipitaciones, celeridades, omisión de preámbulos. Se privilegia la carrera aunque no esté bien precisada ni la meta ni el rumbo para alcanzarla.
Todavía la ciencia no anuncia algún caso piloto en que ya un embarazo no dure nueve meses, ni siquiera siete sino tres. Se avanza sin demora hacia la semana de menos horas de trabajo para disfrutar un ocio creciente. Las treguas de alto al fuego ni siquiera llegan a la semana, con la prisa de seguirse matando.
Se piensa que mientras crezca el número de bajas del adversario se estará más cerca de una victoria desangelada que, en realidad, es la derrota de la paz.
INNOVACIONES PARA RAPIDEZ
Posiblemente se inventen relojes con menos arena, con manecillas menos pachorrudas. A alguno se le ocurrirá el beisbol de 5 entradas y el fut con tiempos de diez minutos. Que los cumpleaños se vayan convirtiendo en cumple-meses.
Y se intentará que, en el box, haya más peleadores por reducir a tres los episodios y en las corridas de toros que solo se cuelgue un par de banderillas, en lugar de los tres acostumbrados o que puedan torearse dos toros a la vez, en la misma plaza. Claro. No se quiere imaginar que el tiempo de presidencia nacional ya no sea de sexenios sino de trienios.
Es una batalla campal del “ya” contra el “todavía”... Lentitud es hábito poco usado y paciencia parece virtud olvidada... Se siente que lo raudo está devorando lo pausado en estos siglos que ya podrían llegar a ser solo de cincuenta años.
SALARIOS MEDIOS INMÓVILES
Constitucionalmente el salario que llaman mínimo es el que debería ser suficiente para el mantenimiento decoroso de una familia moderada.
Estaba ese sueldo en el sótano. El precio de un kilo de tortilla, con que se le mide, solo alcanzaba para un taco y medio. Ahora ha ido subiendo y pueden hacerse enchiladas y hasta chilaquiles; pero todavía le falta mucho para que pueda comprar la canasta básica.
El otro salario: el mediano de los empleados y hasta de los de confianza, padece una inmovilidad crónica y eso de “horas extras” ya ni se mencionan, mucho menos se pagan. Ahora que viene la ola de empleos para la industria automotriz eléctrica, esperemos que, en muchos hogares, haya más focos y licuadora en vez de molcajete.
TODO A SU TIEMPO
“Tú ya pusiste el pino y hasta el nacimiento y tienes adornos de Navidad en toda la casa”, comenta Ernestina a su comadre Elena. “Sí. Nosotros ya nomás pasa el día de muertos en noviembre y luego empezamos a poner todo lo navideño y la levantada del Niño la hacemos cerca de la fiesta de san José, en marzo”, informa Elena. “Pues allá en la casa”, relata Ernestina, “nos concentramos en la corona de Adviento. Ese tiempo lo vivimos con austeridad y lo navideño empieza el 16 de diciembre, con toda la alegría de las posadas, hasta la Navidad”. Meriendan ambas unos buñuelos de aire acompañados de un café de olla y se despiden...