Agenda política (17)
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Caray, lo tengo que dejar de nuevo en letra redonda: agradezco enormemente y valoro muchísimo que usted me lea y haga suyas mis ideas y letras. Las cuales en honor a la verdad, una gran parte de ellas pues no son mías... sino suyas. Es decir, yo me nutro de lo que usted me comenta y regala como retroalimentación de esta ya larga saga de textos donde bajo el palio de la insana política, hemos explorado la maldad, el mal y su puesta en práctica cotidiana en este deshilachado México.
De nuevo: gracias por leerme. Mucho les debo a contertulios y atentos lectores de esta saga de textos. Todos ellos, naturalmente, más dotados a quien esto escribe. Sin orden ni concierto, agradezco esta vez los puntillosos comentarios del académico y periodista de investigación, el ácido Luis Carlos Plata. Por cierto, hace poco al intercambiar palabras con él, este advierte de un fenómeno casi de ciencia ficción: todos los fines de semana hay autos voladores por todas partes. En su bien medido texto el cual me envió, dice: “Todo mundo volcándose y cayéndole encima a otros, master. De ciencia ficción ya la descomposición social”.
Plata tiene razón, como siempre. Pero voy por partes. Mantengo mi tesis que usted ha hecho suya: este mundo ya no es mi mundo. Por eso cada vez salgo menos a la calle y sólo a dos o tres lugares muy focalizados. Fuera de eso, este mundillo ya no es el mío y no me interesa conocerlo. Lea: recuerdo los juegos importantes de todo deporte: soccer, carreras de atletismo, finales de tenis internacional, finales de basquetbol; y claro, conciertos de música... si usted veía televisión como yo, aparecían no pocas veces los “streakers”.
Sí, eran nudistas los cuales paseaban en sus momentos de fama, sus bien dotadas vergüenzas (o desvergüenzas). En segundos o minutos, estos eran retirados por la “adecentadora” presencia de la policía moral. Fin de aquel exhibicionista efímero y ramplón. ¿Hoy? Hoy los cuerpos siguen siendo privados y los desnudos son públicos. En tiempo real y seguidos por miles o millones de seguidores.
Es eso llamado “soft porno” o pornografía light. Hoy los desnudos completos ha nadie asustan, y son una fuente de ingresos brutal para quien lo practica. ¿Para qué ir cinco o seis años a avejentarse al Instituto de Estudios Superiores del Tecnológico de Monterrey, si las señoritas de buen ver pueden abrir una cuenta en “Onlyfans” y ser millonarias en poco tiempo? Para no herir susceptibilidades de las niñas universitarias de la región que posan con poca ropa, pongo un ejemplo de centenas: ella se llama Scarlett Jones, estudiante de Derecho en la Universidad de Sheffield. En sus redes ha publicado que ha comprado su casa a base de “sentones” según la información periodística. Tiene una cuenta de Onlyfans, 21 años y claro, ya es millonaria. Mundo real. O virtual, digamos.
Este mundo ya no es mi mundo. En mi mundo, el anterior, el de hace pocos años, siempre triunfaba el bien sobre el mal. ¿Hoy? Por lo general y en México, gana el mal. La maldad del ser humano mexicano es de increíble imaginación y bestialidad; pero, la ficción, la buena y genial ficción siempre irá un paso adelante. Al leer buenos y potentes libros (“Pinocho” de Carlo Collodi, “Alicia en el País de las Maravillas” de Lewis Carroll, “El Señor de las Moscas” de William Golding, “Oliver Twist” de Charles Dickens...) hemos prefigurado dicha maldad y violencia extrema, la cual nos advierte de su peligro y terror.
Esquina-bajan
John Milton (siglo 17) ciego, pero en la etapa más fecunda de su vida, escribe “El Paraíso Perdido”. Lo dice claramente en un verso perfecto: “Que nadie se extrañe de las riquezas del infierno”. En México, se lo he dicho mucho tiempo y todo el tiempo, a Dios no hay que invocarlo como ayuda ni pedirle nada: él está en su gran trono dorado para recibir nuestras bendiciones (“Bendice mi alma a Jehová en todo tiempo... En Jehová se gloriará mi alma... Engrandeced a Jehová conmigo y ensalcemos su nombre en una sola voz...” Salmo 34). Avanzamos.
Punto uno: el pasado 12 de agosto, una señorita de 25 años, Natali “N” estuvo a punto de suicidarse tragando destapacaños, una botella de ácido muriático. Policías que patrullaban el sector de la colonia Nuevo Mirasierra la rescataron de la muerte. Cosa que ella es lo único que desea. Es lo único que quiere. No vida, sino suicidarse. Para el domingo 14, la misma mujer, Natali “N” que había bebido ácido, ahora intentó suicidarse aventándose a las vías del tren; no lo logró. De nuevo quedó gravemente herida. Herida del cuerpo, pero sus llagas agusanadas están en esa parte a la cual llamamos “alma”, como bien lo dijo Malcolm Lowry en “Bajo el Volcán”.
Punto dos: lo anterior es dramático; pero lo siguiente mueve a risa loca. Justo unos días antes, lunes 8, se habían juntado para la fotografía los directores de Psicología, Trabajo Social, Ciencias Sociales, Comunicación, Jurisprudencia, Enfermería y Medicina de la UAdeC... para anunciar un plan contra el suicidio. Puf. Ni la escuela ni la directora de Psicología, Berenice de la Peña, tienen la más mínima puta idea de esto.
Letras minúsculas
La reunión parecía más un conclave para sumarse a la segura candidatura a la Rectoría de Alfonso Yáñez Arreola. Regresaré al tema.