Agradecimiento

Opinión
/ 6 febrero 2022

La lectura cambia el pulso del futuro de los hombres y de las mujeres; los redime y les propicia un camino con mayor certidumbre

Difundir la lectura y el conocimiento fue el propósito del matrimonio formado por don J. Jesús León Rubio y doña Myriam Sandra Vieyra Sicilia, quienes fueran propietarios de la “Librería los Ángeles”, establecida en 1999 y cerrada en el 2020 por la situación económica que se produjo a partir de la aparición del COVID-19.

Doña Myriam es hija don Orlando Leonardo Vieyra Legorreta, gran impulsor de librerías en Monterrey, creador de las “Librerías Iztaccíhuatl”, que sobre la calle Morelos, en el centro de la ciudad de Monterrey, fueran tan familiares para estudiantes de todos los niveles y para avezados lectores, como lo fue mi padre.

Parte central para combatir cualquier tipo de analfabetismo es la existencia de libros de papel, y aunque en estos tiempos los libros electrónicos han avasallado a las librerías convencionales, no hay duda de que la lectura se disfruta teniendo entre las manos la obra y oliendo su clásico aroma.

Conocí a don Jesús León gracias a Melita Treviño, una notable bustamantense que es mi amiga desde hace mucho tiempo. El caballero y su esposa deseaban donar un gran número de libreros en buen estado, así como cientos de cajas de libros nuevos para preprimaria, primaria, secundaria y preparatoria. Así las cosas, a través de la Fundación Mundo Sustentable A.C., que dirijo desde el 2004, este matrimonio de dignos adultos mayores que cultiva y ejercita la filantropía hará una donación en especie que beneficiará a la población estudiantil de Bustamante, Nuevo León, y a la de municipios vecinos, pero también apoyará una biblioteca pública para la comunidad totonaca de San Pedro Petlacotla, Tlacuilotepec, Puebla; y una parte de los libreros donados abrigarán la colección de doce mil libros, de la recién extinta maestra Magda Briones, que disfrutarán los lectores de la Comarca Lagunera.

La donación de la familia León Vieyra nos habla de su profunda filantropía, lo que representa un buen ejemplo para personas que conozco y que cuentan con un acervo importante de libros sólo para su propia contemplación, y que no han decidido desprenderse de tal acervo para posibilitar la construcción de conocimientos en las generaciones emergentes.

Este acto de generosidad de los León Vieyra no será en vano porque los libros llegarán a las manos correctas y los libreros cobijarán obras que detonarán ideas y sueños en muchos lectores.

Significa que las librerías no son empresas fáciles ni redituables y que se requiere de titanes que las hagan florecer, pero también necesitan de lectores que no las dejen morir.

Es pertinente agradecer el gesto de generosidad de don Jesús y de doña Myriam. La lectura cambia el pulso del futuro de los hombres y de las mujeres; los redime y les propicia un camino con mayor certidumbre que conduce a viajes por la inmensidad del conocimiento. La lectura unifica.

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