Agua Saludable: tapar un hoyo
sin cerrar la llave
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Hoy domingo el presidente Andrés Manuel López Obrador visitará La Laguna para tratar de convencer, a quienes él llama “opositores”, de aceptar el proyecto Agua Saludable para La Laguna.
Sin embargo, este proyecto que busca potabilizar y conducir agua de las presas para dotar a los municipios de la Comarca no es el primero que intentan los gobiernos de implementar para tratar de cubrir el verdadero problema: la sobreexplotación del acuífero.
Hay tres ejemplos cercanos. La administración del exgobernador de Durango Jorge Herrera Caldera (2010-2016) destinó más de 100 millones de pesos en la compra de 60 mil filtros domiciliarios para remover el arsénico en La Laguna de Durango, esencialmente Gómez Palacio. Sin embargo, conforme pasaron los días, los filtros dejaron de trabajar, no les dieron mantenimiento, las familias los vendieron o los tiraron. La inversión y proyecto era parte del programa “Agua futura”. Proyecto fracasado.
¿Alguien recuerda las máquinas despachadoras del “Agua de la gente”? En Coahuila alguna vez en la administración del exgobernador Humberto Moreira (2005-2011) se invirtieron millones de pesos en maquinitas instaladas en ejidos que supuestamente daban agua potable como solución para combatir el suministro de agua con arsénico. Las máquinas ya ni existen. Proyecto fracasado.
En el sexenio de Rubén Moreira (2011-2017), el Gobierno Federal a través de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y del programa Proagua entregó más de 300 millones de pesos al gobierno de Coahuila para la construcción de 29 plantas potabilizadoras para la remoción de arsénico. Sólo 18 fueron terminadas y únicamente seis estuvieron en operaciones. Las plantas se oxidaron y se echaron a perder. Otro proyecto fracasado.
Es cierto, el proyecto Agua Saludable para La Laguna es más grande, más ambicioso y más costoso. Pero no por ello más racional, pues como los proyectos que le precedieron, sigue sin atacar el problema de raíz: la sobreexplotación de un acuífero al que le succionan cada año entre mil 100 y mil 300 millones de metros cúbicos cuando la recarga “oficial” del mismo no supera los 550 millones de metros cúbicos.
Entonces, el mensaje de los últimos años y proyectos es: buscar alternativas de “solución” que no atiendan el problema principal.
La Conagua tiene concesionados a productores agrícolas y agropecuarios más de 700 millones de metros cúbicos de agua. La sola concesión, legal, está por encima de la recarga del acuífero.
El 85 por ciento del agua que se extrae en la Laguna se destina al sector agropecuario. La gente en la Comarca no debería estar sufriendo problemas de agua porque agua hay. Si se sufre es porque el agua se usa en otros lados.
A la par de los proyectos fallidos, se ha hablado y referido ene cantidad de veces de la necesidad de tecnificar el riego, ahorrar agua, emplear tecnología para la administración del agua, vigilar los pozos con medidores especiales o tecnología de telemetría. También en la última visita del director nacional de Conagua y del secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Germán Martínez y Víctor Villalobos, respectivamente, se comprometieron a impulsar la reconversión de cultivos de baja demanda de agua; es decir, cambiar el cultivo de alfalfa que consume un promedio de 20 mil metros cúbicos de agua por hectárea al año, por otros como el nopal forrajero, por ejemplo.
Pero lo anterior tiene años de plantearse y no pasa más allá de la retórica. Ya es un discurso gastado cuando no pasa de la palabra a los hechos.
AL TIRO
El problema del agua es también un problema de honestidad. De productores que cuando aceptan la tecnología en lugar de ahorrar deciden ampliar la frontera. Es un problema de honestidad de productores que se aprovechan de la falta de recursos para instalar medidores de agua o que los manipulan cuando los hay para beneficiarse con más extracción de agua. Un problema de honestidad en los módulos de riego donde se trafica con el agua.
Es necesario, pues, poner un límite ecológico a la actividad agropecuaria. Vigilarla, acotarla y sancionar con firmeza las malas prácticas y abusos. De lo contrario, como me dijo alguna vez el investigador Ernesto Catalán del INIFAP cuando se comenzaba a hablar de este proyecto en 2019, los planes de conducir agua de las presas serán como tapar un hoyo, sin ser un remedio. Sin cerrar la llave, pues.