¡Ah, bendita primavera!

Opinión
/ 17 mayo 2023
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A veces la demasiada religión jode bastante, si me permiten ustedes hacer esa declaración. Hasta lo bueno debe tomarse en dosis adecuadas. Cuando alguien dice alguna grosería, un cierto amigo mío finge escándalo y luego emite una frase lapidaria:

-¡Ya no hay religión!

La verdad es que siempre hay religión. Te topas con ella a cada paso. Acabo de leer un libro religioso en el cual, curiosamente, se habla de la primavera. Yo pensaba que los libros religiosos hablarían sólo del invierno. Éste comienza con una definición vagamente poética de la estación primaveral: “La primavera es la juventud del año; cadena de flores que enlaza los hielos invernales con los fuegos de la canícula...”.

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En seguida el autor enumera las ventajas de la primavera, y lo hace en forma también vagamente erótica: “Bajo su dominio desempeña el cuerpo todas sus funciones con facilidad y energía”. Añade un dato de salud pública: “...En primavera mejoran los valetudinarios (es decir, quienes sufren los achaques de la edad); y las enfermedades propias de la estación son de corta duración, y benignas”.

Finalmente el escritor cae en lo religioso, que ya desde el principio veníamos esperando: “...Con ser la primavera la mejor época del año, exige no pocas precauciones higiénicas, sobre todo en lo referente a la alimentación. Desde este punto de vista los ayunos de la Cuaresma, nueva prueba de la armonía entre los preceptos de la Higiene y los mandatos de la Religión, pueden prestar excelentes servicios...”.

Otros consejos da el devoto preceptor en los que también la religión asoma: “...En la primavera convienen los vestidos poco pesados, los baños fríos, la abstinencia de bebidas fermentadas, los ejercicios moderadamente activos y al aire libre, etcétera”. Y remata con una insinuación también muy religiosa, aunque por pudor la enuncia en latín. Dice: “Venus eo tempore anni tristissima est”. Eso significa: “En este tiempo del año (la primavera) Venus anda muy triste”. Quizá, añade el autor, por los abusos que se hacen del amor en la época primaveral.

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“Si no juegan el juego no pongan las reglas”, dijeron en Europa muchas mujeres católicas cuando salió la píldora anticonceptiva y sus confesores les prohibieron usarla. Lo mismo podría decírsele al autor de las peregrinas declaraciones que he transcrito: “Si no sabes de esto no hables de esto”. La estación primaveral es estación de vida. En primavera la sangre fluye con más brío, como en los árboles la savia, y el amor se cumple con mayor vehemencia. En su película “Candilejas” Chaplin pone a Calvero, el viejo clown, a cantar una canción primaveral. En ella describe cómo al conjuro de la primavera todos los seres se aman, desde las pulgas hasta las estrellas. Un sentimiento de plenitud nos posee. Si eres jubilado, hay días primaverales tan hermosos que en ellos te dan ganas de estar aún en activo. Digo, para ese día no ir a trabajar.

Otra antigua película, esta de Chevalier, lo muestra al ir caminando por una calleja solitaria de París. Es 21 de marzo, y el actor mira a un apache −chulo de barrio parisino− que en un rincón se le está trepando a una muchacha. Sonríe Chevalier con beatífica sonrisa y exclama con religioso fervor: “¡Ah, bendita primavera!”.

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