AHMSA: la esperanza es lo último que muere
En su reciente visita a nuestro estado, el presidente López Obrador y la candidata electa Claudia Sheinbaum, hicieron referencia a varios temas, entre ellos el de Altos Hornos de México (AHMSA), la empresa acerera de Monclova, que se encuentra sin operar desde hace ya más de año y medio. El presidente dio esperanzas de que la empresa sea rescatada al decir que revisará el tema y verá opciones para su reapertura. Para los representantes sindicales esto fue un gran momento porque renacieron las esperanzas de que la empresa vuelva a abrir sus puertas y seguir siendo uno de los emblemas del potencial productivo estatal. Sin embargo, AHMSA parece tener muy pocas posibilidades de renacer de sus cenizas como el ave fénix.
Para empezar, la acerera es ya un conjunto de fierros viejos literalmente, poco se puede rescatar para echarla a andar nuevamente, con excepción de un horno, el resto de los activos prácticamente no tiene valor contable. Además, al ser máquinas de veinte años en promedio de uso, su productividad es muy limitada y por consiguiente su capacidad para competir en montos de producción y precio a nivel nacional e internacional será, por decir lo menos, muy limitada. Las empresas acereras internacionales que cotizan en las bolsas de valores internacionales han incrementado entre 2022 y 2023 un 4 por ciento su productividad debido a nuevas tecnologías, entre las que se encuentran la eficiencia en el consumo de energía, manejo de materiales e inventarios, reducción de desperdicio, por mencionar solo unos ejemplos. AHMSA estaría de entrada, muy lejos de estas tecnologías. Es sabido que la empresa fue literalmente abandonada por su consejo de administración cuando se dieron cuenta que se necesitaba una inversión cuantiosa para que la empresa fuera competitiva. Los nuevos compradores tendrían que hacer una doble inversión pues además de la compra de lo que hay en la empresa, se tendría que hacer una inversión muy elevada para poner al día a la organización en tecnologías de punta. También los trabajadores necesitarían capacitarse para poder manejar todo lo nuevo que llegara para poder incorporar todo lo producido a los mercados. No olvidar que la empresa al día no tiene compradores y ha perdido totalmente su credibilidad en los mercados.
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Si a eso le agregamos los pasivos laborales de la empresa, de ya más de un año para el caso de algunos trabajadores, el asunto del rescate se complica. AHMSA llegó a tener 14 mil trabajadores, sabiendo que una parte de estos, no tenían un trabajo que hacer dentro de la empresa. De esta forma, se generaron sobrecostos y situaciones laborales que para cualquier organización competitiva moderna, son imposibles de sostener. En este momento no se sabe exactamente cuántos trabajadores tiene la empresa en términos reales porque algunos ya se han ido a trabajar a otras partes porque no hay manera de sostener una familia sin un ingreso. La acerera ha liquidado a más de mil empleados, de acuerdo con reportes de prensa, aunque no se sabe si esa liquidación ha sido completa, en pagos o simplemente de palabra. Quien compre a AMHSA también tendría que comprar un problema laboral de entrada. Imagine que usted pone una empresa y lo primero con lo que tiene que lidiar es con asuntos laborales que requieren más dinero aparte del invertido, no es viable y menos con lo competido de los mercados el día de hoy. Si la acerera sobrevive lo hará con no más de 2000 trabajadores y le tomará mucho tiempo volver a crecer, y aclarando, si eso es parte de la estrategia de los compradores porque se pueden concentrar en un nicho de mercado nada más.
Hay que pensar que las deudas con el gobierno federal, el seguro social, el Infonavit, los proveedores, la comisión federal de electricidad, entre otros, representan 12.9 billones de pesos a sus más de 1500 acreedores. Tan solo en el concurso mercantil se deben mil 700 millones de dólares. Tome en cuenta que en el concurso mercantil no se contabiliza la deuda con el gobierno federal, ni con ninguna de sus organizaciones. Considerando que hubiera plazos y facilidades para hacer los pagos de toda esta deuda, también habría que hacer quitas y no menores de 50% según analistas del sector, lo que no parecería ser aceptado por los acreedores. En un primer acercamiento se ofreció como trato una quita del 94 por ciento de la deuda a los acreedores generales, un 1 por ciento liquidado en el momento y el 5 por ciento restante liquidarlo en pagos a 17 años. Eso es realmente una grosería porque las pérdidas serían de los proveedores, que por cierto, ya hay varios quebrados por culpa de esta situación.
El gobierno federal no puede hacer mucho, o siendo sincero, nada porque si decidiera dejar a la empresa libre de toda deuda, a pesar de eso la empresa no podría arrancar porque el resto de los pasivos es enorme. Es más, ni regalada la empresa parece ser rentable porque de entrada hay una cantidad impresionante de deudas, los activos no sirven, los costos de arranque son altísimos y la productividad laboral está por la calle. Bajo esas circunstancias poco competitivas resulta difícil para cualquier inversionista tomar las riendas de la empresa. Hay que recordar que en la primera semana de agosto termina el plazo del segundo concurso mercantil y lo que sigue es la quiebra de la empresa. Su cierre definitivo y remate de lo que quede de la misma.
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La pregunta actual es si habrá quién se anime a comprar “ese asunto” porque más que una empresa, lo que queda de AHMSA es un conjunto de asuntos sin resolver, muy complicados y que involucran a grupos de trabajadores, accionistas, entidades gubernamentales, acreedores y hasta personajes de otros países que no han dado la cara. Si no llega una propuesta en menos de 45 días, la empresa desaparecerá. No es una mala situación después de todo. Monclova y sus municipios conurbados han demostrado ser una región pujante y con fortaleza, que a pesar de que hoy hay un serio problema económico que afecta a la economía, es una zona con capacidad de atracción de inversión y han logrado mantenerse a flote. Si la acerera desaparece surgirán otras empresas mejores, sin menos vicios productivos, sin problemas de origen y sobre todo, orientadas a la competitividad internacional. Toda catástrofe se vuelve una oportunidad si se sabe aprovechar.
Solo quedan dos escenarios en este momento; el primero es donde surge algún valiente de una negociación por demás benéfica para todos los grupos interesados, y todos ganamos porque se daría la recuperación económica de la región y de esa forma el estado de Coahuila tendría un desarrollo imparable en los siguientes 15 años. El segundo es la quiebra de la empresa, con el dolor de todos nosotros, pero sería la oportunidad de crear nuevas empresas y oportunidades donde nuevamente todos ganamos. Así lo dicen los otros datos.