Ahora hay que desandar pasos para volver a quien soy yo. Tal vez me sorprenderé
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Expectativas ajenas. Tan mentadas y tan culpables por hacernos hacer y ser lo que no es nuestro sino de otros. Permítanme proponer que si yo reacciono ante una expectativa y vivo intentando cumplir con la misma, esa expectativa es mía y no de alguien más. Cierto es que he interpretado que otros esperan aquello de mí, fuerte énfasis en la palabra “interpretado”. Cierto es que a veces alguien nos dice, “Es que tú eres una buena persona, y no harías ‘eso’.” También sucede que alguien declara que tenemos alguna característica y nos creamos una necesidad de intentar cumplir con ella. Y, aún así, insisto que soy yo quien tiene esa necesidad de cumplir, no es de quien dijo que soy “buena”. “Pero, si no cumplo, van a pensar mal de mí, no voy a ser quien creen que soy.” Así es. Mejor dicho, no soy quien creen que soy. Y punto.
“Pero, Dona, los voy a decepcionar.” Tal vez. Y ¿no será mejor eso que vivir decepcionada de mí toda la vida?
Evidentemente hay características que me han achacado que en efecto son mías. Igual se me antoja echarles la culpa a otros por ser de alguna manera. “Ellos me hicieron ser así.” Hmmm...no. La característica es mía. Sí la desarrollé como parte de mi estructura de carácter en respuesta a mis experiencias infantiles y así, pero es mía. Tal vez me hace falta mirarla de frente y aceptarla y de pasada ver cómo esa característica me ha ayudado a sobrevivir y a lograr lo que he logrado en la vida. No todas mis características me tienen que agradar. La tolerancia y la aceptación, eso que busco desarrollar con otros, comienza conmigo.
“Es que no quiero ser así.” Eso pasa cuando definimos nuestras características como cualidades y defectos, cuando no podemos mirar sin asignar juicios de bueno y malo. Así comenzó. Alguien nos felicitó por ser inteligentes e interpretamos eso como bueno. Alguien nos dijo, “Eres muy inquieto”, y lo definimos como algo malo. El proceso de formar la obligación de ser de cierta manera lo determinamos nosotros, y ahora tal vez habrá que deshacer unos pasos en ese camino.