Ahora sí, ¿estamos listos para el regreso a clases?
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Delfina Gómez, secretaria de Educación Pública, aseguró en las mañaneras de esta semana, al lado del presidente López Obrador, que el 30 de agosto se regresa a clases presenciales, casi desde un tono sí o sí.
Loret de Mola, en mayo, sacó un reportaje sobre el estado físico de las escuelas públicas, ante el posible regreso a clases. Uno de los datos más interesantes era el estado físico de las escuelas, la crisis provocó robos masivos del mobiliario, del cable de la luz, de las tomas de agua y de un sin número de cosas necesarias para los servicios básicos de la escuela (agua, luz, espacios para sentarse). Aunado a esto, Mexicanos Primero hizo una estimación de lo que costaría un kit básico de limpieza para las escuelas públicas, haciendo una aproximación para las 230 mil escuelas públicas se necesitarían 3 mil millones de pesos (mensuales) para comprar un kit básico de limpieza (cloro, gel anti bacterial, entre otros) por escuela. La SEP tiene un presupuesto total de 12 mil millones al año. Es decir, en 4 meses terminaría todo el presupuesto, pensando que es agosto, esos 12 mil millones ya no están todos y mejor ni hablamos de las renovaciones físicas y de mobiliario que se necesitan en cada una de las escuelas. Pensando en que los padres de familia “le entren al quite” con la mano de obra y en la compra de todo el material didáctico que se necesita. No sé a ustedes, pero a mi me suena toda una misión de superhéroes y heroínas, que tampoco es nueva, así es como viene funcionando nuestro sistema educativo público desde antes de pandemia, con maestras y maestros comprometidos y padres de familia.
Mamás, papás, cuidadores reclamamos el regreso a clases, eso no está en discusión. La misma UNICEF (la agencia de la ONU para los asuntos sobre niñez y adolescencia) tiene varios meses haciendo llamados a las autoridades de todo el mundo que abran las escuelas, no solamente por el rezago educativo, sino por lo que significa en las niñas y niños la pérdida de interacción en términos de educación socio-emocional. Más de uno estamos preocupados por las personas adultas que estamos formando hoy.
Sin embargo, el COVID-19 no se ha ido. Esta semana se registró el pico más alto de contagios en todo lo que va de la pandemia (aún mayor de lo que pasó en diciembre), un promedio de 15 mil casos diarios positivos (registrados) diarios. Más los que no se registran o no se realizan pruebas.
Hay 51 millones de personas vacunadas con al menos una dosis, más o menos el 40 por ciento de la población. Sí, ya avanzamos, pero el camino aún es largo. Entonces, ¿estamos listos para el regreso a clases?
Mi opinión es que no, no estamos listos. Las consecuencias que puede tener un regreso a clases en las escuelas públicas como se plantea: desordenado, sin recursos suficientes, mal planeado; pueden ser catastróficas no solo en términos de salud pública, sino hasta en seguridad por la mala o nula infraestructura para recibir a las niñas, niños y adolescentes de México. Más de una decena de directores y maestros se han acercado a preguntarme que cómo le harán para recibir a las niñas y niños en 3 semanas, si no hay ni dónde sentarlos, mucho menos puertas o ventanas, y mejor ni pensemos en el gel antibacterial o cubrebocas suficientes.
Señor Presidente, sí al regreso clases, pero ordenado y con recursos suficientes. La educación de las niñas y niños en México no puede esperar ni debe ser algo para negociar en ningún sentido. Lo que sí podría esperar es el Aeropuerto de Santa Lucía o el Tren Maya, o alguno de los proyectos “prioritarios”. Señor Presidente, presupuesto sí hay, lo que no hay es voluntad política hacia la educación pública. Ya dejémonos de rodeos, ¿le va a entrar o no? Tendrá una generación completa reclamándoselo en los libros de historia si no toma decisiones hoy.