AiDH, aniversario 10: ¡Imagina la magia morada!
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La lucha por un mundo en paz exige una educación jurídica comprometida con los valores de los derechos humanos
Durante esta semana, la Academia IDH inauguró los festejos de su X Aniversario. 10 años son pocos, pero han sido suficientes para consolidar el camino de esta gran institución que dirige nuestra directora general, Irene Spigno.
Esta conmemoración nos convoca a participar juntos en una serie de actividades, a lo largo de este año, para reflexionar la razón de ser de la casa morada.
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La Academia se ha convertido en una gran institución educativa con reconocimiento nacional e internacional. Es, además, la principal garantía de transformación social que establece la Carta de los Derechos Civiles de nuestra entidad para asegurar los fines de la sociedad democrática: más libertad, igualdad y fraternidad en nuestra comunidad.
Sin educación de derechos humanos, la sociedad no asegura condiciones culturales, sociales e institucionales para respetar lo más preciado de las personas: su dignidad a disfrutar y ejercer sus derechos fundamentales.
Hoy, al celebrar la primera década, quisiera compartirles algunas reflexiones sobre la manera en que, aquí y ahora, imaginamos un mundo mejor si logramos hacer realidad los fines de la Academia como un viaje al infinito.
Permítanme recordar una idea musical. En 1971, John Lennon lanzó la canción “Imagina” en el contexto de la Guerra Fría, que dividía al mundo en dos bloques. Su letra invita a imaginar un mundo sin barreras, sin religiones, nacionalidades o posesiones que dividan a las personas. Sí se puede “imaginar a toda la gente, viviendo la vida en paz”.
Hoy, en un nuevo contexto mundial de polarización, ¿podemos seguir imaginando un mundo mejor? ¿Será suficiente la “encamada por la paz”? O, además de soñar nuestra tarea, hay que realizar acciones para asegurarnos un mundo en paz.
En la Academia no sólo queremos soñar. A lo largo de esta década hemos realizado, junto con el Estado y la sociedad, un trabajo universitario que ha dejado huella en leyes, políticas públicas e instituciones que hoy sirven con mejores estándares para avanzar en la lucha por los derechos de las personas. No son sueños. Es la realidad.
Los que formamos parte de la AiDH compartimos una idea en común: imaginar un mundo sin derechos humanos significa renunciar a vivir sin libertad, sin igualdad y sin fraternidad. Aquí y ahora no queremos vivir así, sin dignidad.
Imaginar un mundo en paz, por tanto, implica llevar a cabo el proyecto de civilización más importante que ha dado la humanidad: respetar la dignidad humana. Este proyecto universal explica la existencia de nuestra Academia como espacio universitario para educar a la ciudadanía en los valores de los derechos humanos.
Permítanme parafrasear la idea de Lennon. Si todas las personas imaginamos:
- Que no hay leyes que protejan la igualdad.
- Que no hay jueces que defiendan la libertad.
- Que no hay comunidades que promuevan la solidaridad.
- Que no hay instituciones para defender los derechos de la niñez, la juventud, las mujeres, las personas discapacitadas, migrantes, indígenas, afrodescendientes o adultas mayores.
Es la pesadilla de la realidad. Despertar la lucha por los derechos, por ende, representa la misión universitaria de la Academia. No me puedo imaginar un mundo sin libertad, igualdad o fraternidad. La realidad, sin embargo, demuestra que las crisis de la humanidad se explican por los abusos a la dignidad humana.
Basta con pensar en el mundo dividido que genera conflictos, odios, destrucción, hambre e injusticia. Nos merecemos un mejor proyecto. La idea universal son los derechos humanos.
El mundo, por tanto, se ha dado este camino para asegurar la guía de la paz mediante leyes de la dignidad humana que constituyen el límite razonable al poder arbitrario.
La lucha por un mundo en paz exige, por consiguiente, una educación jurídica comprometida con los valores de los derechos humanos. Sin este modelo educativo, no hay cambios verdaderos de transformación social para asegurar el viaje a la libertad e igualdad.
MAGIA MORADA
Cada vez que en las aulas convenzamos a alguien que mañana será jurista que debe pensar siempre el Derecho para defender a las personas, seguramente tendremos a un soñador que unirá el mundo que imaginó Lennon como uno solo.
Cada vez que desde la casa morada se conceptualiza e implementan programas y buenas prácticas que ayudan a las instituciones a funcionar mejor para enfrentar los retos de la agenda del milenio, seguramente habrá personas beneficiadas en la protección de sus derechos.
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Cada vez que las víctimas dialogan con nosotros para encontrar en forma crítica las soluciones de sus problemas, seguramente tendremos mejores leyes, prácticas e instituciones para proteger sus derechos.
Cada vez que nuestra comunidad estudiantil aprende a defender los valores de la dignidad humana, seguramente tendremos un nuevo agente de cambio social para erradicar la violencia en la sociedad.
En suma, la Academia tiene esta razón de ser desde su fundación y durante esta primera década lo hemos demostrado.
¡Que así sea siempre!