Amar... mata

Opinión
/ 12 febrero 2023
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Amar, mata. Es literal no pocas veces. Más en esta tierra tan asfixiante la cual llama al suicidio. El amor no edifica nada, y sí mata. No lo digo yo, hasta el mismo precursor, el artista del amor, el mismísimo Publio Ovidio Nasón lo dijo en letra redonda cuando publicó su tratado eterno: “El arte de amar”. Lea su idea seminal: “amar es cruel... y enferma”. El amor es una enfermedad. Es algo patológico y sin duda, lleva a la muerte. ¿Cómo llamar la atención siempre y todo el tiempo? Leamos el sabio consejo de Ovidio: “El ricacho más ordinario y feo nunca deja de agradar...” Le creo.

Dinero mata carita y verbo. Lectores como usted el cual hoy me atiende, me han comentado de mi tardanza en acometer otra empresa de exploración, ensayar un tema el cual es eterno y harto complicado, el cual ya prometí el año pasado en este espacio: hablar de amor. Y pues sí, me lo han recordado porque precisamente mañana es “14 de febrero” y en el calendario es eso llamado amor y amistad y sus derivados. Lo repito: si en nuestra tertulia sabatina ya tenemos dos naves listas cada sábado para partir, “Hablemos de Dios” y “Café Montaigne”, atentos leedores me pidieron en su momento agregara una tercera barca: “Hablemos de amor”. Y sí voy a cumplir. Ando un tanto retrasado, pero voy a cumplir, ni lo dude estimado lector.

Lo dijo en una entrevista el sabio y genio mexicano avecindado creo en Alemania, Raúl Rojas, “Un ordenador es invencible en ajedrez y un robot puede aprender muchas cosas, pero nunca será capaz de mentir, que es la forma más alta de la inteligencia del ser humano”. Mentir es humano, la perfección es atributo divino o cibernético. Se programa una computadora, como se programa un video game o un horno de microondas. Y si somos humanos, mentimos. ¿Mentir en el amor? Caray, todos los hemos hecho de alguna u otra manera. Sigamos con nuestro sabio Ovidio, el cual como todo intelectual, duro y rudo, murió en el exilio, condenado a la muerte por el emperador romano en turno. Entonces, parafraseo a Ovidio en su “Metamorfosis”, el rostro amado al encontrarlo, “incendia y quema”. El amor siempre estará entre las fronteras de la patología y la felicidad. Hartos de la política chabacana la cual todo lo pudre y de esta maldita pandemia la cual transformó la vida como hasta hoy la conocíamos y practicábamos, el amor sigue siendo pasión la cual quema y salva a la vez.

Al escribir sobre el amor, la tinta se funde con el erotismo, la gula, la lujuria, el placer con el sexo por el sexo (no procrear como animales solamente) lo cual es humano, sólo humano; y todo, todo lo emparentamos con el lujo de la inteligencia y la creación. Pero ¿a cuál amor es al que debemos hacer caso? ¿Al amor cortés, al amor liberal, al amor de ocasión, al amor erótico, al amor filial...? Caray, para los mexicanos hay tantos tipos de amor como hojas en el árbol. Y hablando de erotismo, una editorial ya quebrada, “Ediciones del bronce”, publicó en su momento un relato de Pere Gimferrer (Premio Reina Sofía de Poesía), “La calle de la guardia prusiana.” A mata caballo entre la narrativa y la poesía, texto el cual en su momento (1969, año de su escritura) no podía publicarse en España por la censura franquista.

Luego, el texto escrito a mano en un cuaderno de hule negro y otra parte mecanografiado, se le extravió al autor, siendo posteriormente encontrado por éste cuando buscaba otros papeles (su correspondencia con Octavio Paz). Fue entonces cuando lo corrigió y lo dio a la imprenta en 2001. El texto es un prodigio de eso: tejer finamente las memorias, los recuerdos (reales y ficticios de infancia), actrices de cine, películas, cuadros y pinturas con una realidad ubicua y acechante.

Esquina-bajan

En el texto hay amores imposibles y atormentados, fetichismo, sensualidad, onanismo, homosexualidad... Gran, gran combinación. Leamos un pálido fragmento de Pere Gimferrer: “Pero he hablado de Verónica, y como olvidar aquellos ojos tras las gafas... y aquellos grandes y dulces senos... (Porque a las dos les gustaba acariciárselos, vaya si les gustaba, y tan finos como los tenía Anne-Marie, cuando Verónica se ponía encima y al suspirar llamándola amor mío...)”.

¿Es de mejor calidad digamos, el amor romántico y estable, en comparación al amor carnal el cual llega por contagio de humores, colores y sabores, eso definido como lujuria? El amor tiene muchas ramificaciones en occidente, no así en oriente. En occidente hemos “inventado” el amor romántico, el apego, la pasión, el “amor espiritual”, el amor de fidelidad, puf. Para los orientales y en una ocasión platicando con uno de ellos (era un chef japonés y estaba cocinando “in situ” en la barra del restaurante) el cual sabía perfecto español, esto en la ciudad de México, me dijo: en oriente sólo hay una o dos voces para definir todo el amor. Fin.

¿El amor mata? El amor, la soledad y los problemas matan. Lea un rápido recuento: “Ñosca se avienta buchozote de ácido (9 de enero)”. “Ex poli se la muerde. Golpea a su ex pareja, le mordisquea la cara y escapa (24 de enero)”. “Encuentra a su roomie colgada (12 de enero)”. “Madre mata a la abuela de sus hijos y lesiona al ex esposo (12 de enero)...”

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“Amar es cruel... y enferma”. Ovidio. Le creo.

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