AMLO, ¿un presidente que comienza a despedirse?
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“...Es tan importante lo logrado hasta ahora, en este periodo, que hasta podría dejar ahora mismo la Presidencia sin sentirme mal con mi conciencia”.
La frase anterior forma parte del segmento final del discurso pronunciado ayer por el presidente Andrés Manuel López Obrador, en Palacio Nacional, con motivo de la presentación de su Tercer Informe de Gobierno.
Antes de expresar esta idea, el titular del Ejecutivo había afirmado que, de los 100 compromisos que se impuso el primer día de diciembre de 2018, al asumir el cargo, ha concretado ya 98, además de haber logrado otras metas que no estaban incluidas en el listado original.
En otras palabras, el discurso presidencial es uno que pareciera plantear que aquello para lo cual se buscó el poder ha sido ya logrado, aunque no se haya agotado siquiera la primera mitad del sexenio. Tal idea se refuerza con el argumento de que “sería muy difícil dar marcha atrás a decisiones o acciones que se han tomado en bien del pueblo y de la nación”.
Se trata de un discurso atípico para este momento del sexenio. Un discurso que se enmarca en el más atípico proceso de “destape” que el propio Presidente ha hecho de quienes aspiran a sucederlo en el cargo. Y son atípicas estas circunstancias porque lejos de estar pensando en la entrega de la estafeta, a la mitad del período los gobernantes más bien lo que se plantean son nuevos retos y desafíos, pues se encuentran en la plenitud del poder.
Una posible explicación a esta actitud es lo que el Presidente ha dicho en otras ocasiones, en el sentido de que, como él trabaja 16 horas diarias, esencialmente ya ha dedicado al cumplimiento de sus objetivos el número de horas que dedicaría un “presidente normal”.
En adición a lo transcrito líneas arriba, López Obrador expresó ayer su convicción en que la ciudadanía votará el año próximo por su permanencia en el cargo (en el posible procedimiento de revocación de mandato), aunque acotó que esto no es lo único que requiere para cumplir su “misión”.
En adición al voto mayoritario por su permanencia, dijo, “falta lo que diga la naturaleza, la ciencia y el Creador”, para enseguida precisar: “...si tengo suerte y termino, creo que vamos a consumar la obra de transformación y no dejaremos ningún pendiente”.
Bien se sabe que al Presidente lo que le gusta es estar en campaña y probablemente las frases finales de su discurso de ayer fueron escogidas para imprimirle un tono efectista al mensaje político y apuntalar su insistencia de que se convoque al proceso de revocación de mandato, aunque él lo concibe más bien al revés: como uno de ratificación.
No puede dejar de notarse, sin embargo, el inusual tono a despedida que contienen las palabras escogidas para cerrar su alocución de ayer y cuestionarse si se trata sólo de un recurso retórico para impulsar su siguiente “campaña”, o en verdad estamos ante un Presidente que ha decidido comenzar a desprenderse del poder incluso antes de llegar a la mitad del camino.