Ana Paula Vázquez: Arqueras y arqueros coahuileños

Opinión
/ 4 agosto 2024

Fray Joseph Arlegui publicó en 1737 un libro sobre la evangelización de los indígenas norteños. Lo cito: “apenas saben andar, cuando les enseñan con unos arcos pequeños a tirar iguales saetillas, se entretienen matando moscas. Cuando más grandecitos pajarillos. Salen diestrísimos tiradores: yo he visto hacer increíbles tiros con sus saetas” (p. 169).

Me adelanto a pedir perdón porque no tengo información más que de Ana Paula Vázquez, hablaré de ella, pero felicito fuertemente a los tres coahuilenses.

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Voy hacia atrás. Jesús Santos Flores, bisabuelo de Ana Paula, fue gran deportista, jugaba futbol y frontenis, y destacó en beisbol. Chuy nunca fue pelotero profesional porque debía dedicarse a vender Bolis y mole Gela, pero bateaba fuerte. Le daban lugar en entrenamientos y se voló la barda dos veces en el antiguo campo, frente a la Alameda, una bateando de derecha y la otra de zurda. No cualquiera. Chuy se casó muy joven con Bibis Barreda, lindísima muchacha. Pronto se embarazó, pero, desgraciadamente, murió al nacer su hijita. La niña creció con su abuela Fina, madre de Chuy, y se le apodó hasta el día de hoy “Bibita”. Se casó y tuvo hijos y nietos, entre éstos Ana Paula Vázquez, cuata de un varón. Olvidaba un dato sobre Chuy: era un gran cocinero práctico a la vez que ilustrado. Si le preguntabas cómo se prepara un “chucrut”, lo sabía, y te daba alternativas.

Para que no se malinterprete, adelanto que a Ana Paula no la conozco ni de vista; por primera vez la vi en televisión el día que lanzó su flecha directo al centro y consolidó el trabajo de sus dos compañeras. Y, como dije, aprecio mucho a sus parientes. Busqué a una maestra del Instituto Vivir, donde Ana Paula estudió desde kínder hasta tercero de secundaria, y me dijo que siempre fue buena futbolista, que ganó el primer lugar de la escuela en Cubo de Rubik y en ajedrez. Destacó en el deporte y en los estudios. Otra maestra agregó que tenía muy buen carácter, que era bromista y simpática. Ahora estudia en la Universidad Autónoma de Coahuila.

Su bisabuelo Chuy, que fue mi amigo, ya murió, pero cuando Alberto Santos, su tío bisabuelo, me dijo que su sobrina había ganado una medalla en Centroamérica (algo así, no recuerdo) le envié el “Atlas de los Indios de Coahuila” (que escribí con Mónica Amezcua) y lo dediqué: “para que conozcas a los indios flecheros que te precedieron”. Creo que esto sucedió hace más de un año, y lo hice pensando en Chuy, Bibis y Bibita, sus antepasados.

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El dato sobre su dominio del ajedrez no es banal, cualquiera sabe que es un juego de estrategia y táctica, cálculo de la inteligencia del contrario y reacción a cientos de posibles movimientos. “Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada / reina, torre directa y peón ladino / sobre lo negro y blanco del camino / buscan y libran su batalla armada. No saben que la mano señalada / del jugador gobierna su destino” (Borges).

Es un orgullo tener tres arqueros en el Estado (Ramos, Saltillo y Torreón). Sólo llegar a las Olimpiadas ya es para festejarlo. Me gustaría regalarles mi libro a los dos que no mencioné, si les interesa. Encontrarán 5 mil años de flechadores que sobrevivieron a todo: frío, calor, desierto, sequías, heladas. Cazaban peces, patos, venados, bisontes; y quizás algún español abusivo.

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